Entre árboles

El sol de mediodía estaba alumbrando en lo alto y a Rhett le pareció el momento adecuado para volver a asustar a la princesa Celeste y ridiculizarla frente a sus padres. El no quería en lo más mínimo a Celeste pero si el poder que tenía además de su gran nación.

-Que gran merienda princesa -Lo único que Rhett escucho fue el grito de la reina Amber y del rey Yam pero no se veía rastro alguno de la princesa así que apartó aquel molesto mechón blanco que siempre caía sobre su rostro bronceado.

-Lamento describir lo evidente pero podrían sus majestades decirme dónde está mi prometida?- Los padres de Celeste ya habían elaborado una pequeña mentira que contarle al príncipe Rhett así que le comentaron que pasaría unos días en Luney con la reina Zoe para instruirla en tema de magia que Celeste aún no controlaba del todo y volvería en una semana.

-Me hubieran comentado sus majestades para irme con ella y ayudarle a fortalecer su magia. Es mi deber como su futuro esposo y nada me daría más gusto que ver la superación de Celeste aunque admitamos lo sus majestades, ella jamás va a ser tan buena como yo y más ahora que ... -Rhett tuvo que callar, nadie salvo sus mercenarios como el les llamaba a sus manos derechas conocían su ilegal obtención de Cuarzt.

Mis padres no preguntaron sobre su silencio repentino, pero les hizo pensar que quizás su hija tenía razón al no querer desposarse con el mientras veían como salía del comedor apretando los puños y queriendo aparentar ser ese gran príncipe que alardeaba y el honorable rey que llegaría a ser si estaba con Celeste.

Se disfrutaba de un buen banquete tras haber recuperado el apetito y cruzado la línea sin contratiempos, Celeste estaba acompañada de sus caballeros quienes ya no caminaban largos tramos ni días enteros como hacía muchos ayeres pero la línea ocasionaba un apetito feroz y aunque todo estaba muy delicioso se hizo notar la ausencia del príncipe Aiden y de Tyler quienes posiblemente se estuvieran poniendo al corriente tras un año de separación.

-Es mejor que no se desespere princesa. Cuando menos se de cuenta estará sonriendo y la ansiedad por volver a su cuarto van a invadirla del hermoso trato que le dará el príncipe Aiden. Solo le pido no se cruel con el,jamás ha cortejando así que quizá cometa algunas equivocaciones pero le dará enormes satisfacciones con lo amoroso que puede llegar a ser. -Tyler había vuelto, se le veía descansado pero su cabello rojo estaba revuelto,no era propio de su persona. Adoraba tener el uniforme o su traje impecable sin ninguna mancha y el cabello ordenado del lado izquierdo en vez de separarlo por en medio como el príncipe Aiden.

-Te lo agradezco Tyler y no lo haré pero no es eso lo que pensaba. No quiero que Rhett descubra la mentira de mis padres y venga a poner al príncipe Aiden en mi contra con tal de que lo despose, ser la esposa de un tirano no es mi sueño de fantasía y si así tuviera que ser me vestiría de negro porque estaría sellando mi muerte lo que quizas Rhett me ayude a conseguir tras quedarnos solos. Si llego a desposarlo no creo llegar a los 19 años. - Tyler no dijo nada pero veía tristeza en su expresión. Soplaba aire caliente aunque la sombra del roble se sentía fresca y casi podía sentir el sabor a canela debido a que era una de las principales exportaciones en la nación, me invadía la sensación de que algo estaba por salir mal.

Tyler se había ido hace menos de una hora y yo empecé a caminar sin ningún rumbo pensando en mis dos posible futuros, aunque me gustaba pensar que terminaría siendo amada y mimada por un hombre cariñoso me ganaba la idea de ser un accesorio en la alcoba de Rhett o peor aún, que el fuera un viudo joven con el poder de mandar sobre mi nación.

No podía volver al castillo, la tarde se estaba volviendo noche y me veía rodeada de árboles, robles, nogales, cedros y pinos, estaba tan variado el bosque que le daba un gran encanto pero no tenía sendero alguno así que conjure para iluminar mis huellas pasadas y regresar al castillo antes de que la luna se posara en lo alto del cielo pero mi magia no emergia, trataba con distintos hechizos y ninguno se materializaba.

-Quizas debí mencionarle que el bosque del castillo inhibe la magia y nadie debe adentrarse solo o podría perderse debido a que se ve igual lo mire por el ángulo que sea así que será mejor volver juntos aunque desde aquí la luna se ve aún más hermosa pero no tanto como usted.- Como todo príncipe soñado había llegado a mi rescate, no me tendió la mano para subirme a su caballo si no que desmonto para que yo fuera lo más cómoda en la silla mientras el jalaba del arnés a ese caballo pinto, sus pantalones dorados se llenaban de tierra y su camisa azul con blanco de arcos dorados en el pecho se ondeaba con el aire nocturno.

-Usted puede ir a cualquier rincón del castillo o del pueblo pero procure dirigirte a uno de mis caballeros para que te guíen y no pierdas, existen muchos caminos que llevan al mismo lugar y al volver suele ser confuso porque se piensa que ya pasaste por ahí cuando no. No dude en hablar con la gente del pueblo, todos son muy tranquilos y amistosos además de que si les comenta que es mi prometida estoy seguro de que van a adorarla tanto como yo lo hago princesa Celeste.-El príncipe Aiden era amable y muy consiente de como orientar y asesorar a sus huéspedes aunque en estos momentos me sentía más una carga que solo le causaba problemas ni bien haber llegado.

-Si, tiene razón príncipe Aiden y lamento haberle causado molestias al perderme. Divague tanto en mis pensamientos que empecé a caminar sin mirar y me perdí, sería mejor retirarme de su nación y volver a casa. - Freno de seco al caballo, tomo mi mano con sus guantes grises y dijo que no sería necesario porque ahora esta era mi casa ya que me cortejaria hasta que mis padres le dieran permiso de desposarme y ser solo su reina así que mientras estuviera allí no debía pensar nunca que soy una molestia porque era el regalo más precioso que el mundo hubiera podido presenciar.

Estaba lleno de sorpresas, no sabía que diría la siguiente vez que nos encontraramos pero era encantador. Después de llegar a la caballeriza y escoltarme al comedor para la cena, tomo mi mano besando mis nudillos tiernamente y sentí ligeramente su aliento cálido cómo una frasada al empezar el invierno. Nuestros encuentros habían sido poco convencionales pero aún así se habían sentido como el momento más romántico que hubiera presenciado jamás.

Si la gente era tan buena como el príncipe decía y quería que me sintiera como en casa debía dejar mi temor de desconfianza y hacerme amiga de las personas con las que convivirá si me hacía reina de Celstya así que saludé a cada doncella o caballero que me encontraba en mi paso.

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