capítulo 2

Fue así como empezamos a salir. Nadie sabía lo nuestro. Lo manteníamos en secreto por miedo a que nos separaran. Habíamos crecido como hermanos, y aunque no lo éramos realmente, para los demás no era una situación común. Nos veíamos a escondidas, teníamos citas como cualquier pareja joven: íbamos al cine, al teatro, a comer, a parques de diversiones… a cualquier lugar donde pudiéramos alejarnos de las miradas y besarnos sin temor a ser descubiertos.

Una noche, en una de las tantas veces que se coló en mi habitación, Sebastián se mostró más eufórico de lo habitual. Mientras nos besábamos, comenzó a deslizar su mano por debajo de mi blusa. Aunque mi cuerpo quería seguir, mi mente reaccionó primero. Me separé lentamente y le dije:

—Sebastián... aún no estoy lista.

Vi cómo su rostro se endureció. Se apartó bruscamente y respondió:

—Entiendo... entonces es mejor que ya me vaya.

Sentí una punzada de culpa y lo abracé por la espalda.

—Lo siento… es solo que no quiero que mi primera vez sea así...

Escuché cómo suspiraba. Luego se volteó, me rodeó con los brazos y dijo:

—Tienes razón. Lamento haberme comportado así, pero... siento que ya no me basta solo con besarte. Te deseo, Aldy...

—Yo también. No imagino esto con nadie más. Pero no aquí… quiero que sea especial.

—Está bien, te lo prometo. Organizaré todo para que ese día sea inolvidable. Pero ahora debo irme... necesito una ducha.

No entendí del todo esa última parte, pero lo dejé ir. Le di un último beso antes de que saliera de mi habitación. Apenas cruzó la puerta, mi madre entró. Sin decir palabra, se acercó y me abofeteó.

No entendía nada. No sabía por qué me trataba así, pero enseguida gritó:

—Te irás mañana. No puedo creer lo que acabas de hacer.

—Madre…

—¡Te callas! Te vas con tu tía hasta que ingreses a la universidad. No voy a permitir que arruines esta familia. Siempre pasé por alto tu descontento, pero comenzar una relación con tu hermano...

—¡Él no es mi hermano!

—¡Cállate!

Una segunda bofetada me hizo tambalear. Mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, vi entrar a Richard. Se acercó a mi madre, la sostuvo con firmeza y se la llevó.

Pasaron unos veinte minutos hasta que volvió. Se sentó al borde de mi cama y, con voz tranquila, dijo:

—No te preocupes, hablaré con ella. Esperaba que lo tomara mejor. Sabía lo que ustedes dos tenían, pero confiaba en que Sarah lo entendería con el tiempo. Sé que lo que sienten no es un capricho, y espero que cuando crezcan sigan sintiéndolo. Por ahora, lo mejor es que te vayas, estudies. Si al volver siguen amándose, yo los apoyaré… sin importar lo que ella piense. Lo único que quiero es que sean felices.

Seguí llorando en silencio. Aunque sus palabras eran más comprensivas, en el fondo seguían significando lo mismo: me estaba alejando de Sebastián.

Cuando se levantó para irse, apenas susurré:

—¿Y si esto nos aleja? ¿Y si, cuando vuelva, ya no es igual?

Él se detuvo y respondió:

—Entonces agradecerás haberte ido a tiempo. A veces, nos damos cuenta demasiado tarde de que alguien no nos quería tanto como creíamos.

Y sin más, se marchó.

Esa noche lloré sin parar. No solo por Sebastián. Lloré porque fue la primera vez que mi madre me golpeó… y ni siquiera me dejó explicarle nada.

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Comments

Maria Gonzalez Gonzalez

Maria Gonzalez Gonzalez

a qué mujer tan loca de la madre juzga a la hija y ella se casó con el queso querer provocó la muerte de su marido.

2025-05-13

6

Adriana Romero

Adriana Romero

Será que la madre no se puede sentar a hablar con la hija en vez de señalarla para juzgarla?
De lo último 🤔🙄😒

2025-05-15

0

Atenea

Atenea

Vaya bruja quien es ella para tratarle así ella solo piensa en ella dejo de lado a su hija y ni siquiera le dejo hablar

2025-05-19

1

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