El origen del enredo

Entré en mi casa con ganas de tirarme en la cama y dormir hasta el día siguiente. Había pasado una mañana aburrida en el instituto, donde últimamente nadie me hablaba ni me miraba. Lo único que me hacía soportar el día era Liam, mi mejor amigo. Bueno, mi único amigo. Él era el único que me trataba con normalidad. Pero hoy no había venido. Ayer cumplió años y tuvo su primera transformación, así que se quedó en casa.

Al llegar a la puerta, me encontré con Rosa. Ella ha estado cuidando de mí desde que mi madre se fue hace un par de años.

—Hola, Aksel —me dijo con una sonrisa dulce—. ¿Qué tal el día?

—Hola, Rosa —respondí con desgana—. Normal, creo.

—Bueno, mi niño, te esperan en el despacho del alfa —informó sin más.

Me quedé paralizado. ¿Qué? ¿El despacho de mi padre? No había hecho nada para que me llamara allí.

—¿Está de mal humor? —pregunté con recelo.

—No lo sé, Aksel. Solo sé que es urgente. Vamos, no te demores.

Rosa me tomó de la mano y me arrastró hasta el despacho. Es el lugar donde mi padre solía reunirse con otros alfas y atender los asuntos de la manada, aunque últimamente nadie venía. Cuando entré, la silla del alfa estaba vacía, la chimenea apagada. Parecía que no había nadie.

En el sofá, con cara de pena, estaba Mark, el beta de mi padre. Me miró con compasión. Se levantó y se acercó a mí.

—Hola, Aksel —saludó con voz grave.

—Hola, beta Mark —respondí con nerviosismo—. ¿Le pasó algo a mi padre?

Estos últimos años, mi padre había estado en constante furia desde que mamá lo dejó. Bueno, en realidad, nos dejó a todos.

—Tengo algo para ti —dijo, sacando un sobre del bolsillo.

—¿Qué? —pregunté, confundido.

—Una carta de tu padre —dijo, y me la entregó.

Me quedé helado. ¿Una carta? ¿Qué significaba eso? ¿Dónde estaba él?

—¿Una carta? —repetí, incrédulo.

—Sí. La encontré esta mañana en su escritorio —dijo, tranquilo, entregándomela.

Sentí un nudo en el estómago. Esto ya lo había vivido antes. Cuando ella se fue.

"Aksel, la manada es tuya.
Desde que tu madre nos dejó, no tengo nada que me ate a esta manada. Lo siento, pero no puedo seguir viéndote sin recordar la traición de tu madre.
Marius."

Esto es una puta broma, ¿verdad? ¿Ninguno de los dos se dignó a despedirse en persona? ¿De verdad tenían que hacerlo con una maldita nota?

Una risa burlona se me escapó. El beta de mi padre me miraba con pena, y eso dolía más que cualquier otra cosa.

¿Cómo podía haber cambiado tanto mi vida en un solo año? ¿Qué más me podía pasar? ¿Quién más me iba a abandonar?

—Muchacho, tranquilo. Todo va a estar bien —intentó consolarme Mark—. Sé que esto pinta mal, pero de alguna forma mantendremos la manada.

¿La manada? ¿Y ahora quién iba a encargarse de la manada? Yo no podía, no hasta cumplir la mayoría de edad y tener mi transformación. Y para eso... aún faltaba más de un año.

—Mi madre no tiene hermanos. ¿Quién ocupará el lugar del alfa? —pregunté.

—En estos casos, sería el heredero. Es decir, tú. Pero aún eres menor. Las relaciones con las manadas vecinas son estables, así que no deberíamos preocuparnos por ahora de algún enfrentamiento —explicó Mark.

—¿Yo? Aún me falta más de un año —respondí, inquieto.

—Hay una forma, pero el Consejo de Manadas debe aprobarla —dijo—. Si no te reconocen como alfa, podrían decidir desintegrar la manada.

—¡No pueden hacer eso! Esta es la manada de mi abuelo… y del padre de él —reclamé, molesto.

—Lo sé. Por eso pediremos su autorización y que te reconozcan formalmente como alfa.

Pasaron dos días desde que Mark envió la carta al consejo. Dos días en los que no dejé de pensar en cómo mi vida estaba yéndose al carajo.

—Vamos, Aksy —intentó animarme Liam—. Todo va a estar bien. La manada te apoya, lo sabes, ¿no?

—Odio que me llamen Aksy —gruñí—. Y no creo que todos me apoyen. He escuchado los rumores.

Y era cierto. La noticia de que mi padre se había largado se propagó como pólvora. Todos lo sabían. Todos querían respuestas. Incluso yo.

—Cuando seas el alfa oficial ya no podré llamarte así —dijo Liam, haciendo un puchero.

—¿Puedo pedirte un favor? —le pregunté.

—Siempre.

—El día que me abandones, al menos despídete de mí. No me dejes una nota.

—Eres mi mejor amigo, mi hermano. Nunca te abandonaré.

—Lo sé… solo prométemelo.

—Te lo prometo.

—Gracias.

En ese momento, Mark entró en la sala con una caja pequeña y un sobre.

—Alfa Aksel —me llamó—. Ya contestaron los del consejo.

Desde que mi padre se fue, él y algunos guerreros me llaman así. A mí me suena ridículo.

—¿Qué dicen? —preguntó Liam, nervioso.

—Aceptan que Aksel sea el nuevo alfa de la manada —anunció, inexpresivo.

—¡Eso es genial! —dijo Liam.

—Con una condición —añadió Mark, mirándome con severidad—: debes poder transformarte en lobo.

Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Transformarme? ¿Cómo se supone que iba a hacer eso si aún no tenía la edad?

—Está bien —dije, intentando sonar tranquilo—. Mientras tanto, ¿tú te encargarás de la manada hasta que cumpla 18?

—No, Aksel, no entiendes —dijo, aún más serio—. Tienes que cambiar en estos días. Para ser exactos, en tres días.

—¿¡Qué!? —dijimos Liam y yo al unísono.

Mark dejó el sobre con la respuesta del consejo sobre la mesa y abrió la caja. Dentro, una botella pequeña con un líquido dorado.

—¿Qué es eso? —pregunté, receloso.

—Parte del ritual del Llamado del Lobo. Debes beberlo lo antes posible. Después, esperaremos a que salga la luna, dentro de tres noches. Nos reuniremos en el claro del bosque, con dos miembros del consejo y algunos de la manada. Ahí, delante de todos, te transformarás en lobo.

—¡Es peligroso! —protestó Liam—. Se supone que nos transformamos naturalmente a los 18. Adelantarlo... no es seguro.

—Ya ha funcionado antes. Se usa en situaciones especiales —respondió Mark.

—Vale —dije, extendiendo la mano hacia el frasco.

Mark me lo dio. Era viscoso y brillaba como miel rara. Lo abrí, lo acerqué a la boca.

—¿Y qué pasa si no funciona? —preguntó Liam, deteniéndome.

Mark suspiró, me miró a los ojos.

—Tienes derecho a saberlo. Primero, sentirás fiebre y agotamiento. La transformación será diez veces más dolorosa que una normal. Existe la posibilidad de que tu lobo despierte confundido, salvaje… que lastime a alguien. O peor: que no resistas la transformación y mueras.

—Están locos si creen que… —Liam se detuvo al ver que me lo tomaba de un solo trago.

Le devolví el frasco vacío a Mark. Me ardía la garganta.

—Ya ni modo —dije.

Los tres días pasaron lentamente. Cada vez me sentía peor. El calor en mi cuerpo no cesaba, tenía pesadillas con lobos feroces y sangre. Rosa me cuidaba, pero yo solo quería que llegara la luna y se acabara todo.

Por fin, la noche llegó. Mark me llevó al claro. Allí estaban Liam, los dos del consejo y varios de la manada. Todos me miraban. Curiosidad. Expectación. Lástima.

—Aksel —dijo Samuel, uno de los del consejo, con solemnidad—. Estamos aquí para presenciar tu transformación. Según el Libro Antiguo, solo los elegidos pueden despertar al lobo antes de tiempo. Es una prueba de valor, fuerza… y sacrificio. ¿Estás listo?

—Sí —mentí, con un nudo en la garganta.

Me senté desnudo en el centro del círculo. Las miradas pesaban. Busqué la de Liam. Me sonrió. Yo le devolví el gesto.

La luna apareció. Llena, enorme, blanca. Me hipnotizó. Y entonces, el dolor.

Un puñal en el pecho. Mil agujas. La piel se me arrancaba. Caí, convulsionando. Mis huesos se rompían. Quise morir.

—Aksel, ¡resiste! —escuché la voz de Mark, lejana.

—No va a poder… es muy joven, muy débil —susurró alguien.

—¡Callaos! No interrumpan el ritual —ordenó Samuel.

Intenté concentrarme. Quería oírlo. Mi lobo. Mi otra voz. Pero no había nada. Solo silencio.

¿Dónde estás? Vamos, ¿dónde estás, lobo?

Nada.

Perdí el conocimiento.

Cuando desperté, el dolor era menos. La luna seguía ahí, más alta. Voces a mi alrededor.

—¿Por qué no cambia del todo?

—Quizás necesita más tiempo…

—O quizás ya esté muerto.

No. No estoy muerto. No voy a morir. Tengo que ser el alfa.

Y algo cambió.

El dolor se volvió calor. El calor, fuerza. Mis sentidos se afinaron. Mi lobo despertó.

—¡Lo logró! —gritó Liam.

—¡Nuestro alfa! —dijo Mark.

—¡Pero qué pequeño es! —se burló alguien.

—¡No importa el tamaño, sino el carácter! —dijo Samuel.

Me levanté. Miré mis patas, mis garras, mi pelaje negro azabache.

Era yo. Completo.

Pero faltaba algo. La voz.

¿Dónde estás, lobo?

Y ahí, por fin, apareció.

—¿A quién le dice pequeño ese sopenco? —resonó en mi mente con descaro—. Soy River, tu lobo. Y soy el mejor.

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Comments

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

que esperaban si lo obligan a salir antes de tiempo le falta más tiempo en el horno 🤦🤦🤦🤦🤦🤦

2025-05-21

7

Alondra Roblero

Alondra Roblero

WOW aguerrido el lobito

2025-05-27

2

Valeria Romero

Valeria Romero

Tiene el ego alto eso es lo que importa 😜☺️

2025-05-25

2

Total
Capítulos
1 Me presento
2 El origen del enredo
3 Enredándome con las ventas
4 El ultimátum que lo enreda todo
5 Avería enredosa
6 ¿Por qué el beta se enreda solo?
7 Enredos en la mesa
8 Enredados por la sorpresa
9 Enredo a primera vista
10 Enredos entre reparaciones y fantasías
11 Un enredo llamado pasado
12 Enredos en el corazón
13 Confesiones que enredan
14 La cita enredada
15 Nuestro primer enredo
16 Un enredo entre comida y películas
17 Un malentendido que enreda
18 Enredado por el rechazo y el dolor
19 ¿Podré salvar a mi enredo?
20 La verdad que se desenredó
21 Enredos de Luna y Beta
22 Me enredo con risas
23 ¿Una reunión sin enredos?
24 Hermanos sin enredos
25 La apuesta del enredo
26 Una situación que enreda
27 Limpiando el enredo
28 Mi enredo marcado
29 El enredo por tradición
30 Enredos ceremoniosos
31 Un cumpleaños enredado
32 Enredo familiar
33 Alianzas sin enredos
34 El pequeño enredo del beta
35 Desenredándome de a pocos
36 Vampiros que lo enredan todo
37 Una batalla para desenredar
38 Un desenredo …y un nuevo enredo
39 Un enredo caliente
40 Un enredo premiado
41 Un enredo por venir
42 Epílogo enredado
43 Descubriendo un enredo
44 ¡Que lindo descubrimiento!
45 Descubriendo sentimientos
46 Descubriendo su tristeza
47 Descubriéndome contigo
48 Descubriendo el miedo
49 Descubriendo lo que no quiero perder
50 Epílogo… ¿quién sabe?
Capítulos

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Me presento
2
El origen del enredo
3
Enredándome con las ventas
4
El ultimátum que lo enreda todo
5
Avería enredosa
6
¿Por qué el beta se enreda solo?
7
Enredos en la mesa
8
Enredados por la sorpresa
9
Enredo a primera vista
10
Enredos entre reparaciones y fantasías
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Un enredo llamado pasado
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Confesiones que enredan
14
La cita enredada
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Nuestro primer enredo
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Un enredo entre comida y películas
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Un malentendido que enreda
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Enredado por el rechazo y el dolor
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¿Podré salvar a mi enredo?
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La verdad que se desenredó
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Enredos de Luna y Beta
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Me enredo con risas
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¿Una reunión sin enredos?
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Hermanos sin enredos
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La apuesta del enredo
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Una situación que enreda
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Mi enredo marcado
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El enredo por tradición
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Enredos ceremoniosos
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Un cumpleaños enredado
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Alianzas sin enredos
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El pequeño enredo del beta
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