⚠️⚠️Advertencia de contenido:
Este capítulo contiene descripciones explícitas de abuso sexual, violencia psicológica y lenguaje perturbador. Puede ser desencadenante para algunas personas.
Se recomienda discreción al lector. Si estás en una situación vulnerable, prioriza tu bienestar emocional antes de continuar⚠️⚠️
POV Charrill.
Es la una de la madrugada. Martín no ha llegado y, en vez de sentirme tranquila por ello y aprovechar para dormir…
Me siento muerta de pánico. Pero, a la vez, como una maldita masoquista y tóxica… lo extraño. Me preocupa que algo le pase.
“De seguro está apostando en el casino lo que no tenemos… y tal vez hasta mi cuerpo…”
El miedo y la preocupación me invaden. Siento mi cuerpo temblar y la angustia filtrarse en mi piel. Me levanto y me arrodillo junto a la cama.
—Dios… sé que estoy lejos de ser una buena hija, que te he fallado más veces de las que puedo contar… —mis ojos se llenan de lágrimas, mi voz se rompe—. Pero si en tu misericordia aún queda un rincón para mí… por favor… ayúdame. Y cuídalo, que llegue a salvo a casa.
Escucho la cerradura de la puerta principal al abrirse, y mi cuerpo se paraliza. Mis labios tiemblan.
—¡Dios, no me abandones! Haz que Martín vuelva a ser el hombre de antes. Sé que él no es malo… solo que la suerte no le ha sonreído —ruego, temblando.
"De verdad que hay mujeres ingenuas… pero tú te llevas el premio" me grita mi conciencia sin piedad. "Martín es un apostador, un vicioso. Él no te ama. Y, seamos sinceras, tú tampoco. Lo tuyo no es amor, es una enfermedad. Has creado una absurda y dolorosa dependencia que te está arrastrando al hoyo más profundo".
—¡¿Cállate! ¿Tú qué sabes?! —me respondo como una demente.
"Vivo en ti, por si se te olvida. Y aguanto su asquerosa respiración a alcohol, cigarrillo… y su ropa impregnada de burdel".
Sollozo… porque es cierto.
—Pero no sé cómo salir de aquí. Perdí la dignidad. No puedo llevarle a mamá mis problemas, cuando ella me advirtió que era un bueno para nada —bajo la cabeza, sintiéndome menos que la nada—. Además… soy una mujer que no vale nada… qUe ni en la cama sirve…
"Si sigues pensando así, no te quejes. Simplemente espera… a ver cuándo te mata o te vende con sus amigos."
—Pero sabes que me tiene vigilada… está la vida de mi sobrina. Él lo dijo….y aquello.
Escucho los gritos de Martín.
—¡Charrill! ¿Dónde putas te metiste? ¡Ven que necesito que nos atiendas!
—Dios… por favor, ayúdame —limpio las lágrimas de mis mejillas.
Busco un suéter largo y un pantalón. Me visto rápido. Salgo… no quiero que se enoje conmigo.
Llego a la sala y ahí está, con el idiota de su amigo Daniel, quien me mira con esa maldita mirada pervertida.
—Ven aquí —palmea su regazo.
—Yo... —susurro desviando la mirada.
Mis pies se resisten a caminar.
—¿Acaso no me escuchaste? ¡Mueve el puto trasero! —me grita.
"Ya lo hice enojar", me recrimino. "¿Por qué carajos no puedo simplemente cerrar la boca? ¿Qué me costaba hacer lo que quería?"
Ahora viene el castigo… y sí, está vez también me lo gané. Porque soy una maldita inútil.
Camino, aunque lo único que quiero es salir corriendo.
Me siento en su regazo y, sin ningún pudor, sin importarle que ese idiota esté presente, comienza a meter sus manos dentro de mi pantalón.
—Quítate la ropa —ordena.
Mis ojos se abren como platos. No entiendo.
—¿Qué?
—Sabes que no me gusta pedir dos veces las cosas.
—Pero… —balbuceo, mirando a su amigo, mientras mis ojos se nublan.
—No te preocupes, él no te va a tocar. El dinero que me dio solo le alcanza para mirar —dice, y se acerca… desgarra mi ropa.
Intento correr, pero él es más rápido. Me toma del cabello y me arrastra, mientras yo intento protegerme sujetando mi cabeza con ambas manos.
—¿Por qué te gusta todo por la mala? Mira lo que me obligas a hacer… No vamos a hacer algo que no hayas hecho antes, solo que ahora tienes audiencia —sus palabras son un eco lejano.
Me arroja al sofá y comienza a tocarme como siempre, salvajemente, sin ternura... sin amor...
Me sujeta el rostro con fuerza y me obliga a mirarlo.
—Te ganaste un castigo. Debes entender quién manda —sus palabras son una sentencia. Mira a su amigo.
Yo trato de taparme. De cubrirme aunque eso es imposible.
—Daniel, hoy estoy de ánimo, así que te voy a dejar manosearle las tetas… pero no te vayas a pasar de vivo.
—¡No! —grito, y siento cómo su puño va contra mi cara, haciéndola girar. El sabor metálico de la sangre invade mi boca, mientras siento las manos del asqueroso de Daniel en mis pechos. Sus pellizcos en mis pezønes.
—Martín, te juro que voy a conseguir más dinero. Yo quiero montarla —sus palabras son una alerta.
"Debo salir de aquí… o terminaré siendo la puta del barrio. Pero ¿a dónde puedo ir? No soy más que una cualquiera, inservible. Solo Martín me quiere."
—Sí, sí. Cuando tengas para pagar. Ahora quita tus manos de mi chica y vuelve a tomar tu lugar. Ya sabes cuánto vale meterse en este huequito —dice el maldito, clavándose en mí.
Yo solo soy una muñeca de trapo, con la que hace lo que quiere. Sus carcajadas, sus palabras obscenas… todo parece como si estuvieran en otra dimensión.
—¿Sabes qué? Se me acaba de ocurrir un negocio, preciosa. Daniel, toma mi teléfono y grábanos. Ese video puede valer algo. Pero debes gemir como la perra que eres.
—No —sollozo, tragándome la vergüenza que me ahoga por dentro.
Él me toma del cabello, me obliga a levantar el rostro y, sin ningún pudor, me somete. Su miembrø en mi boca. Su risa, su aliento, su desprecio... todo se mezcla con el asco que me envuelve.
Empuja una y otra vez, invadiendo mi boca hasta mi garganta… mi mente quiero huir. Desaparecer.
—Sonríe, mi amor… ¿qué dirá nuestra audiencia? Mira cómo lo disfruta Daniel.
Con horror, lo veo sentado frente a nosotros, como si esto fuera una película pornø. Tiene su miembrø expuesto, se masturb4 sin vergüenza… a costa de mi sufrimiento.
—Disfruta… sé que te encanta… quita esa cara de asco. Será por poco tiempo, porque ni para put4 sirves. Eres tan frígida —gruñe, aumentando la violencia de sus movimientos.
Yo… yo me pierdo. Me escondo en el laberinto más oscuro de mi mente, como si pudiese escapar del dolor… de la vergüenza… del asco brutal que siento hacia mí misma.
—De ti depende que pueda contratar a alguien que sí sirva. Acosa a tu mamá… que nos entregue la casa —dice con desprecio, como si hablara de cualquier cosa sin importancia.
Yo apenas puedo respirar. Me tiemblan las piernas. No siento mi cuerpo.
—Así podré venderla, montar un buen estudio… y contratar chicas que estén buenas de verdad. Que me den lo que necesito… chicas que se muevan. Que no sean tan patéticas como tú.
Sus palabras se clavan como cuchillas. Ya ni siquiera lloro.
—Y entonces, sí… podremos ganar mucho dinero.
Mi boca duele… y más mi dignidad.
¿Dignidad? Esa palabra hace tiempo desapareció de mi vida.
¿Cómo voy a salir de este círculo vicioso?
Cada día caigo más bajo…
Otro día más, la misma rutina.
Mis pasos.
Mi aliento.
Todo como un robot.
Soy un alma en pena, que vaga sin esperanza… sin vida.
No tengo cara para mirar a mamá o a mi hermano. La única culpable de estar en medio del abismo soy yo.
No puedo involucrarlos, ni permitir que les pase algo.
Hace un par de días, mamá debió recibir la notificación del juez donde le informan que su casa será embargada. Ahora me debe estar odiando y me lo merezco.
"¡Dios… soy la peor de las hijas! ¡Merezco todo lo que me pasa!"
Salgo del trabajo y, como cada maldito día, está ahí afuera esperando. No necesito buscarlo; su mirada me atrapa antes de que ponga un pie en la acera.
Soy su prisionera. Ni siquiera puedo decir un “buenas tardes” sin que luego me lo cobre con gritos o silencios de castigo... o peor...
Martín sabe que es un hombre guapo y se ha valido de eso para que un par de mis estúpidas compañeras le avisen cada paso que doy.
Llegamos a casa. Me pongo a preparar la cena mientras lo vigilo con el rabillo del ojo. Se levanta una… dos… tres veces. No se queda quieto. Va a la ventana, corre apenas la cortina y espía la calle como si esperara que algo o alguien lo alcanzara.
No pregunto.
No digo nada.
No quiero molestarlo.
Ayer decidió que quería practicar BDSM, para hacer un nuevo video, y con uno de esos látigos laceró mi espalda. Mi trasero quedó morado de las palmadas que me dio con una tabla de castigos.
Siento cómo mi piel arde.
—Charrill, dime… la puta de tu madre, ¿ya desocupó la casa? Me urge venderla. Hoy perdí mucho dinero en el casino y tengo que pagarlo o los malditos me van a matar.
—¿Cómo pudiste seguir apostando...? —me atrevo a decir.
Y lo sé.
Lo supe antes de terminar la frase.
He cometido un error.
Un error que se paga caro.
Se lanza sobre mí como un animal rabioso, sus manos como grilletes me aprietan el cuello.
—¿Tienes la desfachatez de preguntar? ¡La miseria que ganas en ese empleo de quinta apenas me da para sobrevivir! Y yo estoy acostumbrado a vivir bien.
Siento cómo el aire me falta. Estoy a punto de perder la conciencia cuando afloja su mano, y comienzo a toser, buscando que el aire regrese a mis pulmones.
Retrocede un par de pasos.
—¿Por qué me obligas a hacerte daño? ¿Qué te cuesta entenderme? —dice, acariciando mi cuello.
Retrocedo.
El corazón me golpea las costillas como si quisiera huir por mí.
No puedo más.
No puedo seguir respirando junto a este monstruo.
Algo dentro de mí se rompe, o tal vez despierta.
Tomo los platos.
No pienso.
Solo los lanzo.
Con toda la rabia de los días callados, de las noches sin aire.
Por primera vez me siento valiente y decidida.
Intento correr. Pero entonces se abre la puerta con un golpe seco.
Cinco hombres entran, sus auras son oscuras y sus rostros están llenos de frialdad.
Retrocedo, dando uno… dos… tres pasos hasta chocar mi espalda contra la pared.
—Martín… Martín —dice uno de ellos, con una sonrisa que me hiela la piel—. Sabes cuánto detesto tener que venir a buscar a mis clientes… aunque veo que no he perdido el tiempo…
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Comments
Carmen Mena
Que maldito desgraciado es Martin. 😡😡😡🤬🤬🤬
Y lo que más duele es que existen muchas Charrill en la vida real, sin saber que hacer, muriendo en vida cada día ese infierno.
2025-05-01
9
🌺 𝑉𝑖𝑙𝑚𝑎𝑟𝑖𝑠 🌺
Ese desgraciado... 😡😡
Y da tristeza que muchas mueren a manos de ellos porque no se atreven a buscar ayuda....
2025-05-02
6
Giovanna Vásquez Medina
Dios mío 😭 pobre de Charril porqué no pude ayuda 🆘 se dejó tanto someter que ya perdió su dignidad que pena😢 me duele el corazón ❤️
Gracias 😌 querida escritora @ARIAMTT🇨🇴💜 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos 🙂
2025-05-01
5