Solo soy la chica que limpia.

Capítulo 4

Adrián no era de esos hombres que hacían esfuerzos emocionales. No sabía cómo. Y mucho menos con Thalía. Sin embargo, esa mañana, mientras se servía el café en la cocina y la veía preparar la lonchera de Amelia con cuidado, algo en su pecho se removió. Tal vez era la forma en que le hablaba a su hija, bajito, como si todo el amor que nunca recibió estuviera ahí, concentrado en esos pequeños gestos.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó Adrián, apoyándose en la isla de mármol.

Thalía levantó la vista, sorprendida. —¿A dónde?

—Al jardín de niños. Puedo pasar por ustedes más tarde si quieres. Como… amigos —dijo, con torpeza, como si la palabra le pesara en la lengua.

Ella lo observó unos segundos.

—Gracias, pero quiero caminar con Amelia. Le gusta ver las mariposas del parque —respondió con suavidad, sin dureza.

Adrián asintió. No insistió. Solo la miró un segundo más y se marchó sin decir nada. Pero fue un paso. Uno pequeño. Uno que Thalía no esperaba.

El camino hacia el jardín estaba cubierto de hojas secas, crujientes bajo los pies pequeños de Amelia, que saltaba y reía, con su lonchera rosa colgando del brazo.

—¿Hoy vas a quedarte, Thalía? —preguntó, mirándola con sus ojos enormes.

—Un ratito, ¿quieres?

—¡Sí! —gritó, abrazándola con fuerza.

El jardín de niños estaba animado. Voces, risas, juegos. Los colores de los dibujos pegados en las paredes y el olor a plastilina creaban una atmósfera mágica. Mientras Amelia se quitaba el abrigo, una niña se le acercó, curiosa.

—¿Es tu mamá? —preguntó con la naturalidad de los niños.

Amelia se quedó en silencio, miró a Thalía y luego bajó la mirada. Parecía que algo en su cabecita estaba haciendo cálculos imposibles de entender.

—No… —susurró al fin—. Pero ojalá.

Thalía sintió que algo se le rompía dentro. Se agachó frente a ella, la acarició y sonrió.

—Soy su amiga. Pero siempre voy a estar aquí, ¿sí?

Amelia asintió y corrió hacia su clase, con una sonrisa tímida. Y Thalía se quedó ahí, con el corazón apretado.

No esperaba cruzarse con nadie al salir del jardín. Mucho menos con Joshua.

—Thalía… —la voz masculina la hizo girar.

Había pasado tiempo. Pero sus ojos eran los mismos: oscuros, dulces.

—Joshua… wow —dijo ella, sonriendo—. ¿Eres tú?

—En carne y hueso —respondió él, acercándose con esa seguridad tranquila que siempre había tenido—. Estás… hermosa.

Thalía rió, algo incómoda. —¿Qué haces aquí?

—Soy maestro suplente. Hoy vine a dar una clase en la primaria, pero paso seguido. ¿Y tú?

—Cuidando a la hija de alguien. Es una historia larga…

No te he visto desde que terminamos el instituto. ¿Dónde te metiste?

—Por ahí… —respondió Thalía, encogiéndose de hombros. No quería mentirle, pero tampoco sabía por dónde empezar.

—Te busqué un par de veces —dijo él, mirándola con algo de cariño—. Tus redes desaparecieron. Nadie sabía nada. Yo… pensé que te habías ido para siempre.

Thalía bajó la mirada. Le pesaba un poco saber que alguien la había buscado, que quizá habría podido tener una red de apoyo. Pero también sabía que, en su momento, su vida había sido un torbellino.

—A veces, irse es la única opción —murmuró.

—¿Estás bien ahora?

Ella lo pensó un momento. —Supongo que sí.

Joshua sonrió con tristeza. —Sigo siendo bueno escuchando, ¿sabes? Y no necesito que me cuentes todo. Solo que sepas que puedes hacerlo.

Thalía lo miró, y por un segundo, se sintió vista de una forma distinta. No como la chica rota, ni como una molestia. Solo… como Thalía.

—Gracias, Joshua. De verdad.

—¿Puedo invitarte un café? No ahora, la verdad tengo prisa, pero… otro día. Prometo que no será incómodo.

Thalía iba a decir que no, que no era buena idea, pero se encontró asintiendo.

—Me parece bien.

Joshua le sonrió, esa sonrisa torcida que recordaba de las clases de matemáticas, cuando él le pasaba notitas tontas para distraerla del aburrimiento. La misma que, en otro tiempo, casi logra enamorarla.

Cuando llegó a casa, Adrián estaba en la cocina, sin traje, con una camiseta blanca y el cabello revuelto. La miró sin decir nada al principio, hasta que notó algo en su expresión.

—¿Estás bien?

Thalía lo miró de reojo. —Sí. ¿Por qué?

—Pareces… distinta. ¿Te pasó algo?

Ella dejó las llaves sobre la encimera y respondió con tranquilidad:

—Me encontré con un viejo amigo.

La mandíbula de Adrián se tensó. No dijo nada. Solo asintió y volvió la vista a su café.

Más tarde, Thalía estaba acomodando unas tazas cuando lo escuchó entrar en la cocina. Adrián venía con el celular en una mano y una ceja ligeramente arqueada, como si estuviera decidiendo cómo comenzar la conversación.

—Hoy en la tarde vendrán mi madre y mi hermana —dijo, al dejar el celular sobre la barra—. Será una pequeña reunión familiar. Estará también mi padre. Nada del otro mundo… pero quería que lo supieras.

Ella lo miró por encima del hombro, asintiendo.

—¿Tengo que estar?

—No necesariamente —contestó Adrián, cruzándose de brazos—. Pero si quieres pasar y saludar, no estaría mal. Ya saben de ti.

Thalía sintió un leve escalofrío. Saber de ella no significaba aceptarla. Y menos en ese tipo de ambientes.

—Veré cómo me siento —dijo simplemente, bajando la mirada.

Adrián no insistió. Caminó hacia la cafetera, sirvió dos tazas y le ofreció una. Thalía la aceptó con cierta sorpresa. No solía hacerlo.

—He estado pensando —murmuró él tras un sorbo—. Tal vez deberías considerar hacer algo más. No sé… algún curso, algo extracurricular. Estudiar algo que te guste. No tienes que quedarte todo el tiempo en casa si no quieres.

Thalía rió, pero fue una risa amarga, sin rastro de alegría.

—¿Y qué se supone que me gusta hacer? —preguntó, sin sarcasmo, solo con una vulnerabilidad cruda—. Para lo único que sirvo es para limpiar. Fue lo único que aprendí a hacer bien.

Adrián la miró, serio. Apoyó la taza en la encimera, despacio.

—No digas eso.

—¿Y por qué no? Es la verdad —continuó ella, encogiéndose de hombros—. Nunca me enseñaron otra cosa. No me dejaban estudiar mucho porque “iba a terminar casada con un viejo rico que nos sacara de pobres”, palabras de mi madre, no mías. Eso me decía cuando tenía ocho años, y ahora que ella se casó con el hombre rico, deje de ser útil. Así que aprendí a planchar, a servir, a fregar el piso. A estar callada. A que no me noten. Para nada

Hubo un silencio. Uno que pesaba.

—Yo te noto —dijo Adrián, de pronto, con voz baja.

Thalía levantó la vista. Sus ojos se cruzaron, por primera vez, no había tensión entre ellos.

—Y si quieres aprender algo nuevo —agregó él—, lo que sea, podemos buscar la forma. No tienes que seguir creyendo todo lo que te hicieron creer.

Thalía parpadeó. No supo qué decir. No estaba acostumbrada a que alguien le ofreciera una puerta en lugar de un candado.

—Gracias —dijo al fin.

Adrián asintió. Pero antes de salir, la miró una última vez.

—Y ponte algo bonito para la reunión, si decides venir. No por ellos —aclaró—. Por ti.

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Comments

Suleima Dominguez Guzman

Suleima Dominguez Guzman

buen inicio autora me gusta tu novela

2025-04-25

1

Emperatriz Reales

Emperatriz Reales

Pobre muchacha todo lo q ha vivido

2025-04-20

1

Total
Capítulos
1 Fuiste vendida, cariño
2 Matrimonio arreglado
3 Mi nueva vida
4 Solo soy la chica que limpia.
5 La reunión
6 La sustituta
7 El amante
8 El trato
9 Una pieza en el tablero
10 El día de la Boda
11 Luna sin miel
12 Problema mediático
13 Frío y Cálido
14 ¡He tomado una decisión!
15 En las sombras
16 La noche en la que nos dejamos llevar.
17 Te prohíbo
18 La tormenta
19 Una noche para fingir
20 Dos rayitas
21 Estoy aquí
22 Control
23 El escape
24 Jaula de cristal
25 Como un caparazón vacío
26 Una grieta en el pasado
27 Un hombre sin alma
28 La despedida
29 Amelia
30 Círculo vicioso
31 La grieta
32 Fuerza
33 Crecer en el pavimento
34 Gallinas y bugambilias
35 La propuesta
36 Mala reputación
37 La verdad que faltaba
38 Un eco ensordecedor que aturde
39 La oscuridad de los Muñoz
40 No te pertenece
41 Nuevo hogar
42 Bienvenido a casa, Thiago
43 Heridas profundas.
44 Punto de quiebre
45 ¿Quien es usted?
46 El verdadero padre
47 Segundo intento
48 No eres mi padre
49 Otra vida
50 Esperanza
51 La cena
52 El monstruo entre las sombras
53 Discusión familiar
54 Encuentro inesperado
55 Este dolor que siento
56 Reconciliación
57 La estrategia
58 Sin escapatoria
59 En la ruta del miedo
60 Regreso a la mansión
61 Cortando el mal de raíz
62 El Juicio
Capítulos

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1
Fuiste vendida, cariño
2
Matrimonio arreglado
3
Mi nueva vida
4
Solo soy la chica que limpia.
5
La reunión
6
La sustituta
7
El amante
8
El trato
9
Una pieza en el tablero
10
El día de la Boda
11
Luna sin miel
12
Problema mediático
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Frío y Cálido
14
¡He tomado una decisión!
15
En las sombras
16
La noche en la que nos dejamos llevar.
17
Te prohíbo
18
La tormenta
19
Una noche para fingir
20
Dos rayitas
21
Estoy aquí
22
Control
23
El escape
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Jaula de cristal
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Como un caparazón vacío
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Una grieta en el pasado
27
Un hombre sin alma
28
La despedida
29
Amelia
30
Círculo vicioso
31
La grieta
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Fuerza
33
Crecer en el pavimento
34
Gallinas y bugambilias
35
La propuesta
36
Mala reputación
37
La verdad que faltaba
38
Un eco ensordecedor que aturde
39
La oscuridad de los Muñoz
40
No te pertenece
41
Nuevo hogar
42
Bienvenido a casa, Thiago
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Heridas profundas.
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Punto de quiebre
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¿Quien es usted?
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El verdadero padre
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Segundo intento
48
No eres mi padre
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Otra vida
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Esperanza
51
La cena
52
El monstruo entre las sombras
53
Discusión familiar
54
Encuentro inesperado
55
Este dolor que siento
56
Reconciliación
57
La estrategia
58
Sin escapatoria
59
En la ruta del miedo
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Regreso a la mansión
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Cortando el mal de raíz
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