Discusión

Erick ya inició sus clases programadas de francés en el instituto predispuestas por el gobierno, la semana que estuvo al lado de Laurence, aprendió mucho de fonética y se le hacía fácil leer, fácil hacer dictados, pero entender lo que dicen, en eso si estaba desarrollado tanto como la literatura en la época neolítica, es decir, tremendamente perdido.

En la universidad, los profesores le piden a Erick que haga las lecturas, con el fin de que se familiarice con los sonidos, Laurence siempre está allí para ayudar, su simpatía va creciendo, cada día se siente más cercano a ella.

En la residencia estudiantil, el canadiense y el marroquí, le están ayudando bastante con las frases en francés, se podría decir que se defiende para iniciar una conversación, el marroquí y el canadiense hacen presentaciones para hacer más fácil que tanta explicación.

Al joven británico le pica la lengua para decirle a Laurence que le gusta. Termina la clase en la universidad, pero no tuvo el valor de decirle lo que siente, piensa que a lo mejor no es el momento, es apenas una semana y decirle a una mujer que le gusta, lo ve muy precipitado, aunque eso no es impedimento de pedir consejo a sus padres.

Por la tarde intenta comunicarse con su papá, más o menos calcula el horario para no interferir con el horario laboral.

- ¡Aló! Papá, ¿estás en casa?

- Llegando hijo ¿Qué tal te fue hoy en la universidad?

- Todo bien papá, ya empecé mis clases se francés en el instituto, aunque mis amigos de cuarto también me ayudan, y… - se queda hasta allí no se siente seguro si es un buen momento para hablar de sus sentimientos.

Tiene miedo a que su padre lo vaya a regañar debido a que él está en Francia por el intercambio cultural y no para estar mirando mujeres. En una semana no es posible estar enamorado de alguien, dejarse llevar por una cara bonita no es una buena idea.

- ¿Y? ¿Algo más que no quieres decir hijo? – el hombre sospecha que algo pasa con su hijo, no le parece bien que haya dejado una frase a medias.

- Es que no es fácil para mí decir esto. – se muerde los labios de los nervios.

- ¿Acaso hay una chica? – papá intuye de inmediato - ¿Es que hay una chica que te gusta?

- Si papá, me gusta mucho. Es linda. – habló con timidez y cerraba los ojos mentalizándose de lo peor a venir.

- Escucha, hijo. Es una semana que estás en Francia, tú has escogido ir allá para estudiar. Y ¿recién te acuerdas que en casa te gusta una chica?  - concluye el padre con seriedad.

- No, papá. En casa nunca tuve chica, ella está aquí en la facultad, desde el primer momento ella fue amable conmigo, con ella tuve mi primera clase de francés.

- Las francesas son fáciles, ellas se botan al primer pantalón guapo que ven.

- Papá, deja de decir cosas que no son, ella es única que me habla, el resto de las chicas siempre me ven pies a cabeza como si yo viniera de otro planeta.

- Nunca te enamores del libro por la bonita portada, puede que la historia no sea buena.

- Papá, tú no me entiendes. Ella es bonita y amable.

- Puede ser que yo no te entienda, pero por experiencia …

- ¿Experiencia?  - interrumpe - No me vengas papá, mamá fue tu amor desde la secundaria y en esa época tenían otra mentalidad… - Erick fue tajante con su padre.

- Hijo, el hecho de que te me casé con la única mujer que conocí en mi vida no quiere decir que no pueda aconsejarte, porque soy tu padre quiero que tengas una vida sin malos recuerdos. Escucha bien, hijo. Estás embrujado por la belleza de una chica, y eso ha revuelto tus hormonas, eso lo viví con tu madre. Yo te entiendo hijo, el problema es que tus hormonas revueltas no te dejan entender, no puedes ser razonable, estás cegado. – está alterado por el estado de su hijo y empezó a hablar fuerte.

- Papá, ¿Sabes qué? No debí llamarte, me estas regañando en vez de darme un consejo. Ni tú ni mamá sirven. Adiós.

Esa última frase provocó un fuerte dolor al hombre, quería ayudar a su hijo a que razone sobre su prontitud hacia ese sentimiento que está creciendo, el padre lamentó haberse expresado de esta manera con su hijo sobre las chicas en Francia. El propósito era de proteger a su hijo, que no sea apresurado, que no vaya a sufrir una decepción amorosa que después afecte sus estudios.

Papá llega a casa con un sabor amargo, piensa que como padre ha fallado y por eso su hijo es así. Tira las llaves sobre la mesa de centro, tira su maletín y se tira sobre el sofá.

- Mi amor, ya llegaste. En seguida te sirvo. – ella es feliz de atender a su esposo.

- Primero tenemos que hablar. – fue frío, no porque ella tuviera la culpa, sino que tenía que llamar su atención para poder conversar.

- ¿Pasó algo malo en el trabajo?

- Siéntate aquí, quieres. – la invita a sentarse a su lado – Erick ha llamado y está enojado con nosotros.

A ella también le duele saber que su hijo está así con ella. Con tristeza se sienta a su lado.

- ¿Qué hicimos mal con Erick? – fue directo al grano.

Mientras ellos conversan, ¿Qué puede estar pasando con Erick? Pues él está escribiendo una carta, no precisamente en francés puesto que no está listo para escribir una carta, pero como Laurence domina el inglés, para él es una seguridad que solo ella lo pueda entender, siempre y cuando la carta no caiga en manos del canadiense.

Poco después de haber terminado la carta, Erick recibe una llamada de mamá.

- ¡Aló, mamá! - le extraña que mamá llame.

- Aló, amorcito ¿Cómo estás? – le habla con un tono de voz suave.

- Estoy bien. – es todo lo que se limita a decir.

- ¿Sabes? Un pajarito me contó que en Francia hay una joven que es amable contigo y te ayuda con el idioma.

- Siempre el cuento del pajarito, ya no soy un niño y ese “pajarito es mi papá”. – responde a su madre de mala gana.

- Lo lamento cariño, no quería que te enojes. Pero cuéntame ¿Cómo es ella? – muestra interés para obtener información.

 - ¿De verdad te interesa saber sobre ella? – cuestiona a su madre.

- Es la primera vez que una chica te gusta. – su voz se nota la preocupación.

- Es linda y es amable, se llama Laurence. Con ella estoy aprendiendo a leer francés, pero para entender el idioma mis amigos de cuarto me están enseñando. – Erick no entra en detalles.

- Eso es bueno y ¿con el instituto?

- Por el momento es un repaso cuando se hace fonética, pero gramática eso sí, debo prestar atención.

- Hijo, a la chica que te gusta, todavía no le abras tu corazón, no es bueno precipitar las cosas.

- ¿Tú qué sabes? – las intenciones de Erick son de cortar la llamada.

- Como mujer que soy, un hombre que se muestra muy rápido es una persona que juega con sentimientos, porque solo pensó en el momento y después se aburrió.

- ¿No soy ese tipo de persona? – la cuestiona.

- Supongamos que tú le abres tu corazón porque estás con todas tus ilusiones, ¿Te gustaría que ella te rechace por apresurado?

- Ella me gusta, mamá. – se altera.

- Es un gusto, ese el problema, los gustos pasan, pero el amor no. Ten cuidado. – mamá le aconsejó.

- ¿Quieres que espere más tiempo para definir qué es lo que realmente siento? – concluye su razonamiento de esa manera.

- Tampoco confundas el amor con obsesión, el amor sabe esperar, pero la obsesión no, más bien es dañina. – le da otro consejo.

- Está bien, mamá. – responde de mala gana, pero se siente convencido por mamá.

- ¡Que descanses bien amorcito!

- Ok, mamá.

Así de frío fue su conversación con su madre, a ella en cambio le preocupa que su hijo vaya a cometer una tontería, pero a la vez que se siente triste porque la voz de su hijo sonó fría y como que también algo distante, solo espera que Erick pueda poner en práctica esos consejos.

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