El aire en la cabaña se hacía cada vez más pesado, cargado de algo más que el humo de la chimenea y el olor a madera mojada. Los aullidos y presencia de la manada de Kael había desaparecido. Selene seguía recuperándose del uso de magia que hizo.
Kael sentía su respiración agitada, no solo por la herida en su costado, sino por la sensación punzante de peligro que se extendía por su cuerpo como un instinto innegable.
El calor del fuego lamía la habitación con un resplandor anaranjado, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de troncos oscuros. Cada crujido de la madera, cada golpe de la tormenta contra la estructura, se sentía como un susurro amenazante en sus oídos.
Sus ojos seguían fijos en Selene. La luz reflejaba un brillo etéreo en su piel, como si las llamas que había extinguido a su alrededor no hubieran desaparecido del todo. La tormenta rugía afuera, el viento ululando con voces de antiguos espectros, y la lluvia golpeaba el techo como una avalancha de dedos desesperados tratando de abrirse paso.
Selene no se movió. Su expresión era inmutable, pero en su mirada había una chispa calculadora, una atención afilada que hacía que Kael se sintiera observado, analizado.
Kael dio un paso atrás, su bota resbalando apenas en la madera húmeda. Su mandíbula se tensó.
—Eres una bruja muy peligrosa, ¿Por qué huyes? —Hablo, su voz baja, pero cargada de tensión, como si al decirlo en voz alta pudiera darle sentido al caos dentro de él.
Selene inclinó la cabeza, su cabello rojizo deslizándose sobre su hombro.
—¿Te repites las cosas a ti mismo para convencimiento o solo te gusta escuchar tu propia voz? —preguntó, con un deje de ironía en la comisura de los labios—. Y no es asunto tuyo si estoy huyendo.
Kael sintió un gruñido emerger desde su garganta, involuntario, casi animal. Sus instintos le gritaban que se apartara, que no confiara en ella, pero algo en su actitud lo irritaba profundamente. No mostraba miedo. No se disculpaba. No intentaba justificar su poder.
—No quiero magia como la tuya cerca de mí —dijo, con una gravedad que traicionaba la lucha interna que libraba.
Selene entrecerró los ojos, su silueta recortada contra la danza de las llamas.
—¿Y qué propones? ¿Qué me apague como si fuera una vela? debi irme y dejarte a sumercé de tus amigos.
Kael apretó los dientes. El sonido de su propia sangre retumbaba en sus oídos.
—Digo que la magia solo trae destrucción.
Selene dejó escapar una risa sin humor, una exhalación que se perdió en el crepitar del fuego.
—¿Y qué hay de ti, lobo? —su voz se suavizó, pero su filo era innegable—. ¿Acaso crees que no eres peligroso? He visto lo que eres. Tu sangre no es más pura que la mía.
El corazón de Kael golpeó contra sus costillas con una fuerza alarmante. Su mandíbula se endureció, sus manos se cerraron en puños.
—No es lo mismo.
Selene dio un paso hacia él, su movimiento tan fluido como la sombra de una llama.
—¿No lo es?
Otro paso.
—¿Quién decidió eso? ¿Tú?
El calor del fuego creció con su proximidad, o tal vez era la rabia contenida en sus palabras. Kael sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de advertencia y… algo más. Algo que no quería nombrar.
Selene ahora estaba a solo un par de pasos de él, sus ojos fijos en los suyos con una intensidad que hizo que Kael olvidara momentáneamente el dolor en su costado.
—Puedo ver el miedo en tus ojos —susurró ella, su tono más suave, pero no menos afilado—. No es a mí a quien temes… sino a lo que crees que puedo hacerte.
Kael se quedó en silencio. La presión en su pecho se hizo insoportable, una lucha entre sus prejuicios y una certeza aún más aterradora.
El viento sopló con fuerza afuera, sacudiendo la cabaña. La chimenea crujió y la madera del suelo gimió bajo su peso. Cada sonido era un recordatorio de que estaban atrapados, juntos, en una tormenta que iba mucho más allá de la que rugía afuera.
Finalmente, Kael apartó la mirada, una exhalación temblorosa escapando de sus labios.
—No confío en ti.
Selene suspiró, y por primera vez, su mirada perdió un poco de su dureza.
—No tienes que hacerlo —dijo, dándose la vuelta y volviendo hacia el fuego. Su silueta se fundió con las sombras, los reflejos danzarines iluminando los contornos de su figura—. Pero eso no cambia el hecho de que estamos atrapados en el mismo lugar.
Kael observó su espalda por un momento, las llamas reflejándose en su piel, jugando con su cabello como si fueran hebras de obsidiana. Se pasó una mano por el rostro, exhalando con frustración.
Tal vez tenía razón.
Tal vez el peligro real no era ella.
Si no lo que su presencia despertaba en él.
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Comments
La Nenis 💅
No es una bruja peligrosa, será que la sacaron de su hogar porque es más poderosa que ellos y temen que sea mejor que ellos
2025-04-03
33
🥰😍 Violeta ❤️❣️❤️🔥💋♥️
felicidades muy bonita la historia escritora
2025-04-03
32
Mi Felicidad
Será que el lobo 🐺 ya está sintiendo algo por ella
2025-04-03
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