Capítulo 10- hora del té.

Marion estaba harta de Veronika, ella estaba siendo su mayor problema en ese palacio, en especial ahora que se ha acercado al segundo príncipe, pues podría estarlo usando para acercarse a al príncipe heredero y eso le molesta de más. Envió una carta a su padre para hacerle saber sobre Veronika y el problema que representa para su objetivo.

El padre de la chica no demoró en responder, asegurando que él, se haría cargo del problema, por lo que ella solo debe de seguir con su formación de futura reina, pues el padre de la chica piensa que con el estatus de él y su influencia, lograría volverse reina, de ese modo, él tendría el control sobre el reino. Marion quemó la carta que su padre le envió de respuesta, ahora solo debía esperar a que Veronika desapareciera para siempre.

Al haber terminado ya sus clases del día, Veronika explora el lugar, pues Celina le dijo que podía ir al palacio principal, evitando adentrarse en las residencia de los reyes y príncipes. El lugar era bastante grande, en la sala principal del palacio había un gran retrato de la familia real, los reyes sin duda lucen atractivos y jóvenes pese a que su hijo mayor tiene ya veintidós años, la misma edad que ella, y ahora que lo piensa, ¿cuantos tendrá ese fastidioso?, sacude la cabeza, no es algo que le importe.

Veronika se detiene al ver que Larisa pasaba por ahí, la ve salir al jardín a prisa y ella se asoma en la ventana, viendo que Larisa se encuentra con el príncipe Calix, este parece sonreír con amabilidad, tal parece que su amor ha comenzado y que bueno era no estar en medio de todo. Se da la media vuelta encontrándose de frente con Cassian, quien estaba de pie cruzado de brazos.

—así que su pasatiempo es espiar a las personas cuando tienen una cita.— se burla.

—al menos no secuestro chicas y las meto en problemas.— reclama.

—¿problemas?, hasta donde sé nadie te regaño.— se encoge de hombros.

—pero he quedado en vergüenza delante de los reyes.— se queja.

—¿no es eso un beneficio para usted?, quedaría descartada como futura princesa heredera.— comenta con una sonrisa.

Veronika se queda en silencio, esta vez el príncipe Cassian tiene razón, ese malentendido puede servir, los reyes no le tendrían consideración si creen que ella tiene una relación secreta con Cassian y seguramente creerán que ella no sería buena esposa ni para Calix, ni para Cassian y entonces será expulsada del palacio por esa mala reputación.

—que se quede callada significa que me da la razón.— sigue hablando.

—es verdad, pero sería mala idea irme llevándome una muy mala reputación.— se encoge de hombros.

Y aunque planea irse lejos del reino, los chismes se propagan más rápido que una epidemia. Quedar mal ante la sociedad no sería bueno, ya que cuando se vaya su padre seguramente la sacará de su testamento y necesitará poner un negocio para su sustento, y una mala reputación le afectaría.

—encontraré otra forma, saldré con dignidad de este palacio.— asegura.

—creo que eso lo perdió cuando mis padres la vieron encima de mí.— se burla.

—hijo de...—se aguanta, la reina no tiene la culpa de parir semejante idiota.— eso fue un inconveniente y pronto aclararé con sus majestades.

Se da la media vuelta, pero al hacerlo, pisa la orilla de su vestido lo que la lleva a resbalar. Cassian actúa rápidamente y la sostiene de la cintura para evitar su caída, mientras que Veronika se ha sostenido del brazo del chico. Veronika levanta la vista, teniendo el rostro de Cassian demasiado cerca y este sonríe sin dejar de observarla; no cabía duda, el príncipe era realmente atractivo y por lo que paso ayer en el jardín también comprobó que tenía buen físico, sin duda todo un adonis perfecto, digno de un protagonista de novela, al igual que Calix.

Cassian nota que la albina se le ha quedado viendo y puede notar aquel sutil gesto en el que ella se muerde el labio inferior, como si saboreara algo. Por supuesto, Cassian también estaba fascinado con la belleza de la chica, sus finas facciones eran perfectas, pero lo que mas le gustaba de ella, eran sus ojos grises, nunca había visto a nadie poseer ese color de ojos, lo que lo lleva a preguntarse, si los ha heredado de su madre, pues el Barón Silverless no tiene ese color, nisiquiera su cabello es albino.

—¡ejem!, lamento interrumpir este momento.— comenta Tamara.— pero necesitamos esta sala.

Veronika y Cassian se apartan rápidamente, ambos pueden ver que Tamara que estaba acompañada de Celina y las tres chicas candidatas. Veronika observa a Marion primero, quien la mira con desagrado, así que sostiene el brazo de Cassian, quien se extraña por esto.

—entonces su alteza y yo, nos retiramos.— y sin más, tiro del brazo de Cassian para salir de esa sala.

Marion los observa hasta que se pierden de vista, pero apretaba las manos en la falda de su vestido, su odio hacía Veronika solo aumentaba.

Al salir, Cassian y Veronika se cruzan con Calix, pues este iba entrando a la sala.

—no entre alteza, hay una víbora venenosa dentro.— le grita Veronika mientras se aleja sin soltar a Cassian.

Calix no tiene tiempo ni de preguntar que quiso decir con eso y vio como se alejaba la albina arrastrando a Cassian, pero no demora en escuchar la voz de Marion dándole la bienvenida y agradeciendo que se tome su tiempo para beber el té con ella y las otras jóvenes. Marion actúa servicial y amable, incluso toma el asiento a lado de Calix para servirle el té ella misma.

— no se imagina cuanto he aprendido estos días, algún día debería venir a ver a las clases, sería un honor que usted mismo, evalúe mi desempeño.— habla.

—quien evalúa su desempeño es la madam Capell.— señala a Celina.— sus elogios deben ser para ella, no para mi, si es que quiere impresionar.

Marion al escuchar las palabras de Calix agacha la mirada avergonzada, por supuesto que sabe que Calix la estaba reprendiendo.

—ya recordé, a mi primo le desagrada las narcisistas, una razón más por la que no se ha casado.— comenta divertida Tamara.

Marion frunce los labios, aguantando ese comentario, pues sabe que no puede faltarle al respeto a Tamara y además el príncipe estaba observando.

—es verdad, odio ese tipo de mujer.— bebe un poco de su té.— no creo que puedan ser buenas reinas, porque solo pensarán en si mismas y se dejan llevar por el poder, olvidándose de lo más importante, su gente y su reino.

—bien dicho su alteza, no cabe duda que tiene la misma mentalidad que sus padres, han inculcado en usted buenos valores.— lo felicita Celina.

—gracias madam Capell, aunque también he aprendido mucho de usted.— responde Calix.

Las chicas presentes en esa mesa guardan silencio, en especial Marion, quien sentía que esa conversación solo era para atacarla a ella y si, estaba en lo cierto, pues tanto Calix como Tamara detestaban la actitud arrogante de Marion, quien se siente superior a todas y cree que ella ganará.

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