5. Un nuevo encuentro

Cuando llegan al rancho, Alex se sorprendió muchísimo, había cambiado bastante, ahora sus abuelos tenían una posada, cuando su abuela Amelia lo vio corrió a abrazarlo con gran entusiasmo.

- "Mi niño es más alto y más guapo", dijo doña Amelia con cariño.

- "Buenas tardes, nana. Tan hermosa como siempre", expresó Alex con cariño.

- "Mi muchacho se ve más fuerte", manifestó su abuelo Alejandro acercándose con su bastón.

- "Ahora que llegaste, no me van a hacer caso", dijo Camila haciendo un puchero, para luego sonreír.

Los abuelos Romero estaban muy felices de tener a sus nietos en el rancho familiar, y los hicieron pasar, para que se puedan instalar.

Cuando el cielo parecía perder su última tonalidad celeste, fue cuando Eliana abandonó el cementerio, y emprendió su viaje a la posada Crisantemo, como siempre que venía a aquel lugar, se hospedaba en aquel acogedor albergue.

Cuando las luces de la camioneta se divisan desde la casa de los abuelos Romero, la amable señora Amelia se pone de bien.

- "Debe ser la niña de ojos azules, esta vez se ha hecho más tarde, iré a ver que la reciban bien", dijo doña Amelia y salió de su casa.

- "¿La niña de ojos azules?", cuestionó Alex.

- "Viene una vez al mes y se queda una noche, pero en julio siempre se queda casi una semana, tiene una mirada triste, aunque es muy bonita. Tu abuela conoce la razón, pero nunca me la ha contado, dice que es un secreto de la niña, y solo ella y nadie más que ella tiene derecho a contarlo. Yo ya no pregunto, saben como es su abuela, además si le cae tan bien a Amelia, es porque debe ser una buena chica", respondió don Alejandro de manera pausada.

Todos miraban desde la ventana, la distancia no les permitía ver que se trataba de la misma mujer de ojos azules que habían visto en el bus; cuando ingresó a la posada, ellos siguieron cenando.

Dentro de la posada, Amelia fue con Eliana hasta la habitación que siempre reservaba para ella en esas fechas, la que daba vista a la pradera.

- "Buenas noches, doña Amelia, se me hizo muy tarde esta vez", dijo Eliana, con dulzura, esa que negaba a los demás.

- "Tranquila linda, siempre voy a reservar una habitación para ti", expresó doña Amelia con cariño.

- "Gracias por siempre ser tan buena conmigo, si no fuera por usted, no sé que hubiese hecho para poder enterrar inicialmente a mi familia, usted me ayudó cuando ni siquiera me conocía", manifestó Eliana, con aquella mirada de agradecimiento, ante alguien que la ayudó en su peor momento.

- "Tranquila linda, sé muy bien, como se siente perder a un ángel en tu vida. Y linda, tú me ayudaste a no perder el rancho cuando me estafaron, hasta ahora mi familia no sabe lo que ocurrió", expresó doña Amelia tomando las manos de Eliana.

- "Ahora tengo mucho, pero me siento tan sola. Únicamente agradezco que mis hermanos estén tan lejos de mi padre como puedan, tan lejos que no los pueda destruir como lo hizo conmigo. Para mí fue un gusto ayudar", comentó Eliana acariciando las manos de la anciana.

- "Te dejo para que descanses, mandaré la cena, y tu caballo estará listo temprano para que cabalgues y respires la naturaleza", manifestó doña Amelia dándole un beso en la frente.

- "No es necesaria la cena; necesito descansar, ha sido agotador", dijo Eliana.

- "Como gustes", manifestó doña Amelia, para luego retirarse.

Eliana dejó la mochila en el sillón y se tiró sobre la cama, realmente estaba cansada, en la metrópoli solo hace cosas que molestan a su padre. Pero en aquella ciudad de la montaña, ella solo se conecta con la naturaleza y trata de tener la calma que la vida y su padre le robó.

Al día siguiente, Eliana estaba cabalgando, pero en lugar de ir por la pradera, se va a la zona más montañosa, quiere llegar al río que Lucas siempre le dijo que irían cuando ya no estuviera embarazada, para enseñarle a nadar. Lo que sabe es que su madre murió ahogada cuando tuvo un accidente y el automóvil donde iba cayó a un río, aquello creó un bloqueo que le impedía aprender. Lucas y ella no pudieron cumplir esos planes, no había sentido esa inquietud antes, pero por alguna razón algo la llamaba a ir.

Cuando llegó al lugar, bajó del caballo y sujetó las riendas en una rama. El paisaje era muy hermoso, ella sonríe, se saca los zapatos y decide mojar sus pies en el río, el agua es fría, pero se siente bien.

De pronto siente, que otro jinete se acerca, ella trata de ponerse de pie, pero sus pies están mojados y se resbala, cayendo a las aguas del río; alza sus brazos, y la corriente parece llevarla.

Alex salta prácticamente del cabello, corriendo velozmente y tirándose al río, tratando de rescatar a la mujer que divisó caer; había pasado mucho tiempo, de la última vez que nadó en aquel lugar, pero era instintivo conocerlo apenas estuvo en las aguas.

Luego de algunos minutos de angustia, en que las aguas parecían arrastrar a la joven sin contemplación, Alex logra sacar a Eliana del río, la revisa y nota que no está respirando, inicia con la respiración de boca a boca; luego de tres intentos, Eliana arroja el agua que ha tragado y logra poder respirar por su cuenta. Alex la ayuda a poder tomar asiento.

- "Gracias", fue lo único que pudo decir Eliana.

- "Lo bueno es que estás bien", dijo Alex. "Soy Alex Romero, un gusto conocerte", agregó, hacía meses que no sonreía y aunque la joven parecía mostrar alguna expresión cordial, sus ojos reflejaban una bondad que ella se empeñaba en ocultar.

Eliana observa a Alex, aún la tiene sosteniendo, una mano en su espalda y la otra en su brazo, y aunque su cuerpo está frío por la ropa empapada, por esos escasos dos minutos en que se han quedado mirando, ha sentido una calidez que no había experimentado en muchos años. Un ligero viento sopla, agita sus cabellos, transparenta el alma para el otro, tal vez ha llegado el momento de que el pasado sea menos doloroso, para aceptar el presente que está ante sus ojos.

Alex la ayuda a pararse y una vez más parece resbalar, la acerca hacia él, ella no había sentido una respiración tan cerca desde la muerte de Lucas, siempre se alejaba de quien intentara acercarse, pero justo en ese momento, ella no se quería separar del hombre de ojos avellanas, había algo especial en él, que no podía descifrar.

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