19

Preparó el auto entre tanto que ella tardaba en regresar. Regresó unos minutos más tarde ya cambiada, llevaba puesta unos vaqueros con un sin mangas blanco con unas zapatillas, se había recogido el pelo y se veía preciosa.

Héctor no se quedó a observarla, le abrió la puerta de copiloto y ella subió, más tarde subió el en el asiento del conductor y puso el auto en marcha, se dirigían a la ciudad

—¿Dónde me llevas?

—Ya que no me lo has sugerido, voy a llevarte a un lugar que creo que va agustarte.

—Pues esperemos que sí.

Durante un rato la trayectoria fue silenciosa hasta que ella decidió hablar.

— ¿Por qué decidiste regresar?—hubo un rato antes de que decidiera contestar.

—Bueno, dado que ayer te amenazaron, quería asegurarme de que no estabas asustada, o sea, en peligro—los dos sonrieron.

—Es en serio Héctor, ¿qué te hizo cambiar de opinión?

—La verdad no lo sé. Supongo que siempre hubo algo que me atraía hacia ti—sostuvo la mirada hacia ella y la volvió hacia la carretera.

—Te echaba de menos—confesó ella.

—Es obvio que lo hagas, no se puede vivir sin mi atractivo—sonrió divertido y ella le dio un empujoncito.

—Engreído, que no es eso

—Lo ves, estas sonriendo. No te imaginas cuánto me gusta verte así.

—¿Acabas de decir eso en voz alta?

—No, considéralo como que estaba pensando en voz alta.

Elizabeth escondió una de sus otras sonrisas, sí que le había encantado saber cómo pensaba él. El resto de la trayectoria fue totalmente silenciosa pero por suerte habían llegado a su destino.

—Ya llegamos—detuvo el coche frente a una cafetería Elizabeth abrió su puerta y se bajó del coche acercándose al lugar mientras Héctor aseguraba el auto.

—No está nada mal—objetó ella.

Los dos entraron en el local y pidieron un asiento al fondo junto a la ventana de cristal. Se acercó hacia ellos una camarera y preguntó por lo que necesitaban anotando lo que pedían en su cuadernito. Elizabeth pidió por un batido con nata y gofres. Héctor pidió un te solo. La camarera no paraba de mirarlo con una sonrisa coqueta mordiéndose el labio inferior a lo que le molestaba a Elizabeth.

—Hey, por si no te enterabas, él está conmigo. Por lo que te pediría que te limitaras a hacer tu trabajo.

La joven volvió en sí y se disculpó regresando a por sus pedidos. Héctor sonrió encantado.

—Ya veo que para ti ha sido muy gracioso—parecía estar enfadada.

—No me imaginaba que te molestara que una chica se fijara en mí. De haberlo sabido mucho antes no me habría hecho falta marcharme Ella lo fulminó con la mirada, por suerte para él no había nada con que golpearlo.

—Sí que eres un total engreído pero no es por ti sino por ella. No creo que las paguen por coquetear con los clientes.

—Te has enfadado.??

—No, solo quiero algo de profesionalidad. A demás no creo que pueda aguantar un minuto más aquí, nos vamos—se puso en pie dispuesta a marcharse pero Héctor la cogió de la mano y sintió un escalofrió recorrerla por todo el cuerpo.

—Quédate por favor—pidió él—te aseguro que todo será como quieras y si no, te prometo que seré yo mismo quien te sugiera marcharnos.—ella suspiró y aceptó la propuesta.

Tomó asiento de nuevo, él la estaba observando cuidadosamente.

—Hola—era una niña que se había acercado hacia ella—¿por favor, me firmas un autógrafo?—su madre se corrió hacia ella —Siento que los molesten, es que es muy fan tuya.

—No, no, no pasa nada—contestó amablemente Elizabeth—¿Dónde lo quiere?

La niña le mostró su librito de cuentos y ella se lo firmó encantada animándola a estudiar mucho.

—Muchísimas gracias señorita—era la madre de la niña.

Estaban a punto de marcharse pero de pronto se quedó observando a Héctor detenidamente —Perdone señor pero, ¿no es usted el hijo de Andrés Miller?

Héctor se sorprendió y miró a Elizabeth quien no entendía nada.

—Creo que se equivoca.

—Es que es tan idéntico a él.

—Muchos me confunden con él.

—Ahh, pues lo siento otra vez y muchas gracias de nuevo.

La mujer cogió a su hija de la mano y salieron del local.

—¿Qué ha sido eso? ¿Quién es el tal Andrés Miller?

—Solo es una persona, ya se ha aclarado la situación, no hay por qué hablar de él.— le dio un sorbito a sutaza de té que habían traído hacia un rato y dirigió su mirada hacia la ventana de cristal.

—Okey, me ha quedado bien claro que no quieres hablar de ello—se apoyó contra su silla y le dio un mordisco a un gofre.

—Como puedes ver, ese día esta siento demasiado intenso.

—Y no solo lo es para mí

—¿Qué? ¿Ahora también piensas en voz alta?—procuró sonreír.

—Oh, lo siento—fingió estar sorprendida—no sabía hasta qué punto me escuchabas— los dos sonrieron divertidos.—Al fin y al cabo no ha sido tan mala idea venir aquí.

—Pero sí algo raro, el guardaespaldas y la jefa sentados en una misma mesa.

Se rieron los dos

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Comments

yuli

yuli

me encanta la historia es muy linda

2022-02-08

0

María Rodriguez Santiago

María Rodriguez Santiago

para mí q ese guardaespaldas es hijo de algún millonario

2021-05-22

2

Sarah Fridriksson

Sarah Fridriksson

Se van llevando mejor

2021-04-08

0

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