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—No te imaginas cuánto me gustaría volver a verlos juntos —dijo Elizabeth

Después de unos segundos de reflexión, Gabriela se puso en pie después de haber mirado la hora en su reloj de pulsera —Tengo que marcharme, nos vemos más tarde—se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla —Ese lugar es precioso. Deberías conocerlo—dijo refiriéndose a un lugar interesante que se mostraba en una de las páginas de la revista. Se apartó y se dirigió hacia su coche donde la esperaba su guardaespaldas. Elizabeth observó detalladamente la imagen y le dio la razón a su madre, en realidad el lugar era precioso; se trataba de una especie de mar de aguas muy azules, limpias y casi transparentes. Era un lugar perfecto y no podía perder la oportunidad de conocerlo, a demás no se encontraba muy lejos de la ciudad. Esbozó una sonrisa caprichosa y se puso en pie, se acercó a Héctor quien se encontraba un poco más apartado.

—Prepárate, nos vamos de paseo—le dijo y subió a su cuarto a cambiarse, no iba a perder más tiempo.

Minutos más tarde volvía con unos pantalones que la llegaban hasta las rodillas y con una camiseta de color rojo. A Héctor le pareció que estaba preciosa pero no dijo nada hasta que entraron en el auto

—¿Hacía dónde nos dirigimos?

—Tú solo conduce, ya te indicaré.

Héctor no tenía ni idea de hacía dónde iban pero no insistió y siguió las instrucciones de su " jefa" que parecía estar segura de su decisión de salir repentinamente. Durante la trayectoria no hubo conversación sino únicamente instrucciones de Elizabeth hasta que después de media hora llegaban al dichoso lugar; se encontraba en un lugar un poco apartado pero bonito. Aparcaron el coche en una esquina y lo bloquearon mientras se adentraban en aquel lugar entre la maleza. Apocos metros pudieron divisar aquella maravilla, era encantador. A ella se le iluminó el rostro al acercarse más y sentir el frescor de aquellas aguas entre sus pies, era tentador. Héctor se limitó acontemplarlo desde una cierta distancia, a él también le parecía maravilloso; las aguas eran totalmente claras y de un azul perfecto.

—¿Nos bañamos?—la oyó decir mientras se volvía a él y le sorprendió

—¡¿Qué?!—preguntó extrañado—¿Te has vuelto loca?

—Si no quieres venir no lo hagas pero yo no pienso perderme eso, sé que no me lo perdonaría.

Antes de que él se diera cuenta, ella se quitaba los pantalones y la camisa quedándose así con sólo la ropa interior. Héctor apartó la mirada en su dirección, no podía soportar eso le iba dar un ataque.

Ella hacía todo eso para volverlo loco, por poco se le va la respiración. Se volvió para mirarla porque ya no la escuchaba pero no la encontraba en ninguna parte ¿dónde se habrá metido? Se acercó más al agua preocupado

La llamó pero ella no contestaba, miró en las aguas detenidamente y vio una figura que se movía dentro, ¡era ella!

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