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—Supongo que si te has ofrecido atrabajar aquí es porque necesitas dinero—decía mientras escribía algunas cifras en el cheque

—yo encambio te ofrezco 2000000 de euros con la simple condición de que le digas a mi madre que no puedes trabajar para mí—le tendió el cheque

Él no respondió palabra pero estuvo observándola así que ella insistió:

—Es una buena oferta pero si te parece poco puedo añadir más, solo quiero que me digas algo.

—Disculpe señorita —contestó al fin con una encantadora voz según le pareció a ella—su madre me ha encargado a ofrecerle mi cuidado y ayuda, así que estoy dispuesto a hacerlo—. Habló sin siquiera mirarla—Ah, y no se le olvide—al fin dijo fijándose en ella—no todos trabajamos solo por el dinero sino por cumplir sueños y caprichos

Así que ese era su sueño, pensó ella. Eso la hizo reír encantada, le interesaba esa actitud. Le entendía porque ella también tenía uno que era dibujar y no podía cambiarlo por nada, siempre había sido una de las mejores mientras aún estudiaba y no había dejado de hacerlo.

—Ok, de acuerdo, tú ganas—dijo mientras guardaba su chequera y ponía el bolígrafo en su lugar—solo espero que no te arrepientas más tarde porque sé que lo harás.

No quería ningún guardaespaldas así que estaba dispuesta a lo que fuera con tal de que se marchara. Quería saber hasta cuánto estaba dispuesto a aguantar para mantener su puesto e iba a comprobarlo.

—Bueno, ahora que estamos de acuerdo, ya no me llames señorita sino simplemente Elizabeth. ¿Está claro?

—Lo tendré en cuenta.

Elizabeth lo miró a los ojos y se preguntaba cómo se podía ser tan guapo y atractivo, aspecto que nunca había fijado en otro. Apartó la mirada y se observó así misma luego lo miró.

—Nos vamos de compras. Vuelvo enseguida y teniendo en cuenta que te conoces los lugares de ésta ciudad, espero que me lleves a la mejor tienda que puedas.

Regresó a la casa y subió acambiarse. Héctor suspiró profundo, sabía que no le iba a resultar fácil trabajar con esa chica pero estaba preparado a enfrentarse a cualquier cosa para mantener su trabajo, además sólo era una joven rica y caprichosa que solo tenia que aprender a comportarse. Puso en marcha el auto con el que tenía que llevarla de compras; era un auto violeta y bonito. Cuando por fin apareció, salió a abrirle la puerta trasera.

—Qué amable—dijo con una irónica sonrisa, Héctor suspiró y le cerró la puerta dirigiéndose de ese modo hacia el asiento del conductor. Salieron del patio y se dirigieron al centro de la ciudad. La trayectoria era silenciosa y ella pidió que encendiera la radio del coche, Héctor obedeció sin pronunciar palabra. La música que sonaba era la de Justin Timberlake, y la canción que sonaba

era la titulada " mirrors", era una de sus favoritos. La música inundóbtodo el auto y ella no pudo resistir y se puso a cantar al compás de la música.

'Cause I don't wanna lose you now

I'm lookin' right at the other half of me

The vacancy that sat in my heart

Is a space that now you hold

Show me how to fight for now

And I'll tell you, baby, it was easy

Comin' back here to you once I figured it out

You were right here all along

It's like you're my mirror (O-oh)

My mirror staring back at me (O-oh, o-oh, o-oh)

I couldn't get any bigger (O-oh)

With anyone else beside of me (O-oh, o-oh, o-oh)

And now it's clear as this promise

That we're making two reflections, into one......

Cuando al fin llegaron a la dichosa tienda, Héctor detuvo el coche.

—Hemos llegado.

Elizabeth volvió en sí, olvidándose un poco de la música que en ese momento era otra, la de Enrique Iglesias, bajó automáticamente el cristal de un lado de la ventana para ver dónde la había traído. Héctor bajó del coche y se acercó para abrirle la puerta pero antes de conseguirlo, ella ya lo había hecho. Cerró la puerta y la siguió hasta dentro de la tienda.

Una vez que hubieron entrado, la mirada de casi todos estaba sobre ellos, sobre todo sobre Héctor, las chicas no paraban de mirarlo y murmurar. Elizabeth se sintió incómoda aunque Héctor no daba crédito a lo que sucedía.

Él observó cómo iba ella de un lugara otro de la tienda queriendo comprar todo lo que veía y que era de su talla y antes de que se diera cuenta, ella se encontraba frente a él entregándole las bolsas de todo lo que se había comprado al tiempo que regresaba a mirar si se le había quedado otra cosa por comprar. Héctor la observó y comprendió que no le iba a resultar nada fácil trabajar para ella, ella le había declarado la güera y lo estaba cumpliendo, si quería mantener su puesto solo tenia que pasar por alto todo lo que hiciera, él no era no de los que se dejaban vencer fácilmente y se lo iba a demostrar

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Comments

Rosalinda Quintanilla

Rosalinda Quintanilla

se comporta como niña chiflada

2024-08-21

0

elsa moyano

elsa moyano

bueno por el momento está interesante , 😃

2023-04-13

0

Ariana Cavallaro

Ariana Cavallaro

No entiendo por qué escriben las canciones. Estoy de acuerdo con Ana María, es una de las pocas novelas que no tiene horrores ortográficos hasta el momento en esta plataforma. Gracias por eso...

2023-03-26

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