Ser un Leroy

Capítulo 1

Ornella una joven pelirroja que vivía con su abuela, tenia muchos deseos de ser una mujer poderosa y millonaria, todos los hombres en la comunidad cerca de Praga en Italia, querían una oportunidad con ella, pero jamás entregaría su belleza a cualquier individuo, un día decidió abandonar todo para buscar una mejor vida, incluso a su amada abuela.

Llego con muchas dificultades a Paris, ahí vivía una de sus compañeras de la escuela, la cual se tuvo también que mudar para poder sobrevivir. Su amiga Mariella trabajaba en una joyería, así que para ayudarla la recomendó con su jefe. El señor Luc, que era el joyero de inmediato la contrató, claramente lo había hecho por su belleza.

Todo iba perfectamente en la joyería, Ornella era una excelente vendedora. Muy apreciada por todos los clientes, hasta que un día llegó un cliente muy especial. El era Bastian Leroy, únicamente el dueño de la joyería podía atenderlo. Estaba ahí como era costumbre por el regalo de cumpleaños de su pequeña y única hija, Liah Leroy.

—Señor Leroy sea bienvenido.—

—Merci Luc.—

Bastian Leroy por primera vez puso su atención en aquella pelirroja, era bella y se veía educada, con clase. No era una mujer común, ella no perdió la oportunidad para sonreírle. Luc lo hizo pasar a una sala especial para sus clientes distinguidos.

—Luc, ¿Quién es la nueva vendedora?—

—Ella se llama Ornella Rossi, viene de Praga es amiga de nuestra querida Mariella. Creo son compañeras de cuarto.—

—Interesante, se ve joven.—

—Veinte años para ser exactos señor Leroy.—

—Demasiado joven, pero su belleza es indescriptible.—

Bastian salía con modelos, actrices, nunca intelectuales. Pero tampoco con mujeres jóvenes, conocía sus límites. Trece años de diferencia era considerable, para el impensable. Sobre todo por ser padre de una niña, a él no le gustaría que su hija se fijara en un hombre que fuera mucho mayor que ella.

Así que la descartó inmediatamente, compró el regalo de su hija y antes de marcharse del lugar buscó una vez más a Ornella. Pero ella simplemente se había marchado, era la primera vez que una mujer no esperaba por él. La mayoría de las mujeres no se iban hasta saludarlo una vez más.

—Mariella, ¿dónde está tu compañera?—

—Ornella se fue, creo que tenia un compromiso.—

—¿Es verdad que vive contigo?—

—Efectivamente señor.—

—quería decirle que sea bienvenida a la ciudad.—

—Con gusto se lo haré saber.—

—Merci.—

Mariella estaba confundida, era la primera vez que el señor Leroy hablaba con ella en todo su tiempo trabajando ahí, tal parece su amiga lo había impactado. Más tarde Mariella llegaba a casa, Ornella estaba preparando la cena.

—Huele delicioso.—

—Hice ravioles.—

—Eres la mejor cocinera del mundo, ¿como te fue en tus clases?—

—Excelente estoy avanzando mucho en mi francés, pensé seria bueno estudiar alguna carrera.—

—Ganas mucho dinero en la joyería, incluso ya ganas más que yo. Tienes un futuro prometedor.—

—Tal vez, como decía mi hermana. No siempre una carrera es garantía de tener éxito y dinero.—

—Pocas veces la mencionas.—

—Mi hermana y mi abuela es todo lo que tenía, hoy envié dinero a mi abuela.—

—Tu hermana tenía tu edad cuando desapareció.—

—Si, tal vez si yo hubiera obedecido a mi abuela. Ella se hubiera quedado en casa y aún estaríamos juntas.—

—Ya no te culpes, ahora comamos. Por cierto dijo el señor Leroy que seas bienvenida a parís.—

—De verdad, por cierto él no se ve tan mayor, digo para todo el dinero que dicen que tiene.—

—Tiene 33 años, es papá soltero y sale con modelos o actrices. Nunca se ha casado, fue un escándalo cuando llegó su hija a este mundo.—

—Pude notar que puede tener lo que él quiere, al precio que sea. Además todos esos hombres siempre cambian de mujeres, como cambia cada estación del año.—

—Al parecer tú atrapaste su atención.—

—Tal vez yo sea la única mujer que no pueda comprar, nunca sería la amante de un hombre millonario. Tampoco necesito un hombre para lograr mis metas, tendré éxito ya lo verás.—

Pero Bastian no dejaba pensar en ella, sin duda Ornella tenía rostro de ángel. Suponía que no era ambiciosa, no podía serlo ella se veía diferente a todas. tal vez para Bastian el querer tocar el cielo, era un asunto de vanidad.

—papá, qué bueno que ya estás aquí.—

—Mi pequeña princesa, te tengo un regalo.—

—¿De verdad?, mi mamá va a venir a verme, ese sería el mejor regalo del mundo.—

—Liah, sabes que tu mamá se la pasa trabajando. No puede venir a verte.—dijo Bastian mientras le entregaba su regalo de cumpleaños. Liah comenzó a llorar y arrojo el regalo de su padre al piso para salir corriendo a su habitación.

—Señor.—

—No Theo, guárdalo y que lo coloquen entre sus cosas. En unos días se va a olvidar de ella, no tienes idea de cómo me arrepiento de haber caído en las garras de esa mujer.—

—Señor no debe sentirse culpable, usted nunca ha querido tener un compromiso y siempre ha sido claro en ello. Además la custodia de la pequeña Liah fue adquirida de manera legal.—

—Si, no iba a permitir que esa mujer me exprimiera cada euro en mi cuenta. Sabemos que mi hija no le interesaba, Theo cómo explicarle que su madre la puso en venta y que por ese motivo no viene a visitarla, o el porqué no la llama.—

—Cuando sea más grande ella lo entenderá.—

—Cambiando de tema, hoy conocí una joven, en la joyería. Parece un ángel, tan bella y misteriosa.—

—¿Necesita que le envíe algún presente?—

—No, ella es muy joven para mí. Ser un Leroy es más que un apellido, es símbolo de integridad. Andar con una joven, no es para nada íntegro de mi parte, además el sacar un ángel del paraíso, sin duda me condenaría al infierno.—

—Como usted guste señor.—

Aunque se resistía a aceptarlo, Bastian quería saber más de aquella joven. Hablar con ella, conocerla, algo lo atraía como un imán hacia Ornella.

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