Mi Camino No Será De Espinas

Mi Camino No Será De Espinas

"Mi realidad"

...ADVERTENCIA ⚠️...

...Esta obra contiene descripción de escenas de violencia, sexuales, escenas +18, ya que está orientada a un público adulto, se sugiere discreción....

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¡PLAF! Sonaba el azote de la varilla de sauce contra mis piernas, a una altura en la que quedará oculta bajo la falda de mi uniforme, ardía.

Sentía que el contacto del azote en mi pierna quemaba mi piel mientras me concentraba en apretar los puños para no gritar, si lo hacía sería peor.

Mi madre había salido a trabajar muy temprano de madrugada y debía levantarme en silencio para no despertar a mi padre, quien habría estado bebiendo toda la noche, para darle desayuno a mi hermano pequeño e irnos a la escuela.

Mateo ya tenía 10 años, era más fácil cuidarlo que cuando éramos más niños, pero aun así no dejaba de ser un problema el hecho de ser el hijo favorito de mi padre, le había servido una taza de leche caliente y un sándwich de mantequilla, lo cual tiró todo al suelo de un grito.

!!! No comeré ese pan de mendigo¡¡¡

Yo le hacía señas para que guardara silencio desesperadamente...

• Entiendo Mateo, pero por favor, despertarás a nuestro padre.

Le supliqué, pero ya era demasiado tarde, mi padre me miraba con los ojos irritados y furiosos desde la puerta de la cocina, miraba la taza rota, el pan y la leche derramada en el piso, se acercó a mí, con esa mirada feroz y llena de locura.

Cogió mi cabello y me arrastró a la habitación de al lado donde me dieron mi "merecido castigo" con la varilla de sauce.

Cuando el castigo terminó, arregle mi falda, salí de la habitación y me dirigí a la puerta de entrada donde me esperaba Mateo, tomé la mano del niño y nos fuimos a la escuela.

• Te golpean por qué eres tonta.

Solamente guardé silencio, sabía que este niño que he estado cuidando desde que yo tenía 8 años, le contaba todo a mi padre y volvería a golpearme, así que, me limite a sonreír.

La escuela era otra cosa horrible, tal vez sea por qué me acostumbré a callar cuando me golpeaba, que ya no sé cómo defenderme a mi misma cuando me acosan mis compañeros, pero ya me daba igual, comparado a los maltratos de mi padre, encontrar mi pupitre rayado con ofensas o mi casillero con basura no era nada.

Si le contaba a alguien lo que vivía en la escuela, llamarían a mi padre y me golpearía por armar un escándalo, no tenía otra opción más que seguir aguantando un par de meses más, ya acabaría el año escolar y no volveré a ver a mis compañeros de clases, podré trabajar y me iré de casa, pero ... Y mi madre...

Al terminar la escuela volví con Mateo a casa, me cambié el uniforme por ropa vieja y comencé a asear la casa mientras miraba el reloj, mamá se retrasó en el trabajo nuevamente, mi padre se enfadara de nuevo.

Dicho y hecho, apenas mi madre entró a la casa, mi padre la jaló del cabello mientras le daba bofetadas, la sangre comenzó a salir de la boca de mi madre, pero a esa bestia no le importaba, solo le gritaba que era una perra infiel sin parar de golpearla, yo sabía que se iría sobre mí, pero como siempre no pude evitarlo más y corrí, me aferre al brazo con el que mi padre golpeaba a mi madre.

- Si serás malnacida! Eres igual a la perra de tu madre!

Un puñetazo en mi cara logro que mi vista se nublara y no despertara hasta el otro día.

Mis mañanas comenzaban temprano, vivíamos en el campo, yo cuidaba de los animales de la casa, ordeñaba las vacas y hacía quesos frescos, los caballos me daban nostalgia.

Antes cuando era más pequeña siempre los acariciaba, sentía una conexión con los animales de la granja y ellos se daban amistosos conmigo, hasta que mi padre me descubrió y me dio la paliza más brutal que he recibido de su parte "por volver inútiles a los animales"

Aún recuerdo los golpes, aquella vez me desmayé cuando mi pequeño cuerpo azotó contra la pared de los corrales de barro y arcilla.

Cómo si fuera poco, cuando desperté de eso, mi padre tenía la cabeza de Rex sobre la mesa, mi caballo favorito, mi bebé. Para evitar que nuevamente sucediera algo así, nunca más volví a acariciar a un animal.

La única felicidad que me quedaba actualmente, era asistir al taller de agricultura y cuidado ganadero al que mi padre me había obligado a asistir, para ser de más utilidad en casa, nos enseñaban a cuidar a los animales de granja correctamente, a preparar los cultivos y a cuidar el desarrollo de hortalizas y vegetales. El profesor Oscar era genial, muy amable con todos, era una lastima que su taller no fuera una asignatura.

• Excelente trabajo, como siempre Soe

- Gracias profesor Óscar.

Mi día era feliz gracias a estos momentos, el profesor Óscar era la única persona que me decía palabras cálidas como "lo hiciste bien" o "excelente trabajo".

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