04

El silencio en la sala era casi palpable. Arthur estaba seguro de que podía escuchar el tik-tak del reloj colgado en la pared. Intentó concentrarse en la decoración, en aquella planta que su madre había conseguido en su viaje a las Cataratas o en aquel cuadro familiar, pero nada funcionaba. ¿Cómo podía sacar el tema sin verse como un demente? ¿Y si estaba equivocado y su madre no sabía nada? Era difícil estar tranquilo cuando su mente se llenaba una y otra vez de escenarios negativos, pero era su madre; si no acudía a ella, ¿con quién más podría ir?

Respiró hondo, tratando de calmar el torbellino de pensamientos que lo asaltaban. Solo tenía que hacer la pregunta; era lo único importante.

El ruido de la puerta lo sobresaltó. Elena regresó a la sala con una sonrisa cálida y dos tazas humeantes.

—Aquí tienes, mi niño, un poco de té —dijo con una sonrisa, extendiéndole la taza.

Arthur agarró la taza con manos temblorosas. Aunque trató de disimularlo, ese pequeño gesto no pasó desapercibido para su madre. Elena ya se estaba haciendo a la idea de lo que quería hablar su hijo. No era tonta y sabía que este día llegaría tarde o temprano.

—Pero bueno, cuéntame, algo me dice que no estás aquí por una simple visita, ¿no es así? —cuestionó Elena de manera tranquila—. ¿Hay algo que te incomode?

Arthur pasó las manos por su pantalón, tratando de secar el sudor y asintió.

—Bueno… Yo… La verdad es que… —frunció el ceño, tratando de encontrar las palabras correctas y, por un momento, algo tan fácil como tragar se volvió una tarea compleja—. Tengo una pregunta. Es muy importante así que espero que me escuches con atención y… que no me juzgues. Principalmente, que no me juzgues. Sé que esto suena loco, pero es la verdad.

Elena dejó la taza a un lado, notando la tensión en el ambiente y poniendo toda la atención en su hijo.

—Yo… Empecé a escribir una historia nueva: “El lado oscuro del poder” —comentó Arthur, tratando de dejar los nervios de lado. El cuerpo de Elena se tensó en ese momento—. Todo iba bien. Iba bastante bien, en realidad. —Su pierna empezó a moverse rápido, golpeando el suelo con un ritmo casi frenético—. Hace unos días empecé a sentir que las cosas iban mal, hasta que un día lo vi: a Kilian. Kilian es…

—¿El protagonista de tu novela?

—El villano —corrigió.

Su madre abrió los ojos, sorprendida y asustada en partes iguales.

—Oh Dios, Arthur… —se tapó la boca, sintiéndose sobrepasada por los sucesos. Se tomó unos segundos para pensar las cosas antes de hablar de nuevo—. Debí decirte antes, Arthur; lo siento. La verdad es que… todo esto tiene una explicación.

»Todo empezó con tu bisabuelo, ¿sabes? Él era escritor igual que tú y soñaba con volverse conocido por ello. Un día descubrió que uno de sus personajes salió de la historia y no tardaron en darse cuenta de que no era un hecho aislado. Por alguna razón él tenía la habilidad de hacer realidad lo que escribía. Por más que han ido con incontables personas ninguna pudo decir con exactitud qué estaba pasando hasta que llegaron con una extraña mujer; ella dijo que tenía un don increíble, que se pasaría de generación en generación pero que debía tener cuidado porque también era algo muy peligroso.

—¿Entonces no soy el primero?

—No; tu tío también lo tiene.

—Yo no tengo tíos, mamá —dice con una risita nerviosa—. No lo tengo… ¿No? —Elena bajó la cabeza, apenada—. Mamá… ¿Por qué nunca me hablaron de él?

Elena se levantó del sofá, caminando hasta una de las habitaciones y desapareciendo por la puerta sin decir palabra alguna. Fueron unos pocos minutos que se sintieron interminables hasta que regresó con un libro en sus manos.

—Él está aquí —le entrega el libro— aquí dentro.

Arthur negó con la cabeza, aterrado. Sus manos temblaban más que antes y su corazón retumbaba en sus oídos.

—¿Cómo, mamá? ¿Por qué?

—No pudo controlar su don…

Un sollozo se escuchó. El cuerpo de Arthur temblaba mientras trataba de procesar la noticia.

—Yo no quiero este final para mí, mamá. No lo quiero.—Elena se acercó a su hijo y este se aferró a ella; parecía un niño luego de despertar de una pesadilla—. Ayúdame; por favor ayúdame.

Elena lloró junto con su hijo, aferrándose a él como si temiera verlo desaparecer entre sus brazos.

Arthur jamás esperó que aquello que tanto amaba terminara condenándolo a un destino incierto. ¿Debería dejar de escribir? Pero ya había liberado a Kilian, no podía dejarlo suelto.

—Escúchame bien, Arthur, tú eres mucho más fuerte que esto. Sé que vas a lograr arreglarlo, confío en ti —dijo, luego de unos minutos de llanto —yo estaré a tu lado.

Arthur asintió, un poco más calmado.

—Hay una mujer que quizás pueda ayudarnos con esto, pero llega dentro de un mes. Tienes que mantenerte fuera de peligro luego de eso, ¿sí?

—Sí, lo prometo.

Unas horas más tarde, Arthur regreso a su departamento. Se sentía un poco avergonzado por haber llorado como un recién nacido en los brazos de su madre, siendo él ya un hombre de 25 años, pero nadie podía culparlo, ¿cierto? Lo desconocido aterraba a cualquiera, sin importar la edad.

Miró su computadora, pensativo.

“No pierdo nada con intentar, ¿no?”, pensó. Abrió la computadora, entrando en un grupo que tenía para charlar con distintos escritores.

^^^Arthur W.^^^

^^^Tengo una idea para una historia nueva, pero honestamente no sé como continuarla.^^^

Espero, impaciente, a que el resto se conecte.

Sara J.

¿Qué pasó?

Black T.

¿Es un bloqueo?

^^^Arthur W.^^^

^^^La cosa es así, el protagonista descubre que tiene el poder de hacer realidad lo que escribe y por accidente descubre que libero a alguien peligroso. No solo eso, sino que si no controla su Don entonces podría terminar atrapado dentro del libro.^^^

Anna L.

Bueno, es un poco complicado, ¿no? Quizás está preocupado y asustado con la idea de terminar atrapado en un libro. Cualquiera lo estaría.

Sara J.

Puede ser, ¡pero es el protagonista! Si libero a un ser terrible, ¿no es su obligación arreglarlo? De lo contrario, ¡un montón de personas morirían por su culpa!

Andrea S.

¡Es cierto! Lo mejor es que se haga cargo de sus acciones. Que no sea un cobarde.

Arthur dejó la computadora a un lado, sintiéndose peor que antes. ¿Estaba siendo un cobarde? Quizás, pero no tenía idea de a que se estaba enfrentando realmente y qué consecuencias traería para sí mismo. Tenía tan solo 25 años, no quería morir. No quería terminar igual que su tío. Sin embargo, también era verdad una cosa, el hecho de que Kilian este suelto era responsabilidad suya y debía arreglarlo.

Su mente estaba confusa, algo en su interior le decía que nadie más aparte de él podía encargarse de Kilian, después de todo, era su creación, pero era difícil. Le aterraba la idea de terminar igual que su tío. Podía morir, quedar atrapado en un libro o herirse de manera grave. ¡Él no era el héroe que aparecía en todas las historias! Solo era un escritor más y… Momento. Abrió la computadora de nuevo, entrando a uno de los archivos, siendo recibido por unos ojos celestes que parecían transmitir calma y fortaleza. Correcto, él solo era un escritor, así que si no podía ser un héroe, entonces lo crearía.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play