El Precio De La Imaginación
"Su cuerpo tembló de miedo en el momento que aquellos ojos negros se cruzaron con los suyos. Aquellos ojos carentes de..."
—¿De alma? No. No queda. —Negó con la cabeza y borró la frase, apretando la tecla con cierta frustración —. Aquellos ojos carentes de vida.
Suspiró, volviendo a borrar lo escrito.
Tenía una pésima suerte. Hace tan solo un momento se había imaginado toda una escena digna de una película, pero al momento de pasarla a palabras no había quedado ni la mitad de genial. Bueno, eso era bastante obvio en realidad, pero aun así le frustraba ver que no quedaba de la manera que él quería. ¿En qué estaba fallando exactamente?
Releyó cuidadosamente el párrafo, prestando atención a cada detalle y tratando de conectar las ideas que llegaban a su mente. Cuando no pudo avanzar en lo más mínimo decidió que lo mejor era seguir en otro momento. Si seguía forzándose, solo iba a terminar más estresado y, en el peor de los casos, con un bloqueo.
Dejó la computadora a un lado y suspiró con lentitud, contando mentalmente para calmarse.
"El lado oscuro del poder" era su primer libro, el primero que esperaba ver en físico. No sabía si se haría popular, tampoco podía esperar la fama de la noche a la mañana, pero sí estaba seguro de algo: era un paso hacia aquello que tanto deseaba. Solo debía ser paciente.
Se levantó y se estiró, sintiendo la rigidez en su cuerpo después de dos horas sentado. Miró la hora en su celular: apenas eran las 6 de la tarde.
Agarró su billetera, celular y llaves antes de salir de la casa. Tenía que hacer las compras para el resto de la semana y, si tenía suerte, tal vez el salir al exterior le diera un poco de inspiración. Aunque sea la suficiente para terminar de una vez por todas ese capítulo.
A medida que caminaba, observaba el ajetreo del mundo exterior: un grupo de niños jugaba en una plaza cercana, una chica iba apoyada en el hombro de su pareja mientras este rodeaba su cintura con un brazo, algunas personas caminaban con prisa y otras simplemente disfrutaban del momento. La vida parecía bastante movida desde este lado, pero no la suficiente para darle motivación a él.
—Te lo juro, ese tipo me daba un miedo. Creí que en cualquier momento me saltaba al cuello —aseguró una chica con voz temblorosa.
—Estás exagerando, Katy.
—¡No lo hago! ¿Y sabés que lo es peor? ¡Sus ojos eran negros! Estoy segura.
Arthur se detuvo en ese momento, un escalofrío recorriendo su cuerpo, sin embargo, solo se dejó llevar por la emoción unos segundos antes de regresar a sus sentidos. Tal vez la chica lo imagino debido al miedo, y aunque no lo fuera, la verdad es que todo aquello no tenía nada que ver con él. Eso se repetía a sí mismo una y otra vez, pero lo cierto es que una sensación desconocida comenzaba a instalarse en su pecho.
Decidió a borrar esos pensamientos sin sentido siguió su camino hasta llegar al supermercado. Sus ojos recorriendo cada sector y examinando los precios, tratando de encontrar un equilibrio entre precio y calidad.
Justo cuando estaba por tomar un paquete de fideos, una voz a su espalda hizo que su cuerpo se tensara. Su mano se detuvo en el aire, rozando el paquete con la punta de los dedos. Parecía que su cuerpo se había puesto en pausa de repente.
—¿Dices que tenía una cicatriz en la mejilla?
Arthur sintió cómo la pregunta se quedaba flotando en su mente. Esa pregunta, esa que parecía tan simple y sin sentido. ¿Se había vuelto paranoico acaso? Dios, de verdad se estaba volviendo loco, ¿no? Tal vez haber estado tanto tiempo centrado en su libro hizo que empezara a ver cosas en donde no las había.
Sacudió la cabeza y agarró el paquete con rapidez, decidiendo que ya tenía suficiente. Fue directo a la caja y pagó sus compras.
Una vez en la seguridad de su hogar, encendió la computadora, siendo recibido por unos ojos negros que parecían examinar hasta lo más profundo de su alma. Kilian Blackwood lo miraba desde la pantalla, su aspecto frío y elegante entonaba a la perfección con el fondo negro.
Abrió el archivo del libro una vez más, decidiendo hacer un último intento antes de ponerse a cocinar. De todas formas, aún era temprano y si quería terminar ese libro lo antes posible debía darse prisa.
Cuando volvió a mirar la hora ya era de noche y su estómago, para ese punto, no dejaba de sonar exigiendo comida. Había logrado avanzar un poco más de lo esperado, al parecer, aquella salida corta había sido suficiente para hacer que su mente se despeje.
Dejo la computadora a un lado, ignorando aquel leve parpadeo que hicieron los ojos de Kilian Blackwood a través de la pantalla.
La habitación pareció oscurecerse ligeramente, y el aire se tornó más pesado.
Arthur fue a la cocina, tarareando una canción que no dejaba de sonar en su cabeza. Su aspecto relajado contrastaba con las ojeras que comenzaban a marcarse bajo sus ojos.
Se frotó el rostro con una mano y abrió la heladera, sacando los ingredientes para la cena. Un escalofrío recorrió su espalda una vez más, seguido de una ventisca de aire helada que le puso los pelos de punta.
—¿Qué no había cerrado la ventana? —se quejó en voz baja.
Frunció el ceño, centrando su atención en la ventana, pero esta estaba cerrada. Ladeo la cabeza con confusión, pero pronto lo descarto por completo. No era nada de que preocuparse.
Volviendo a tararear la canción que seguía sonando en su mente, empezó a cocinar.
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Comments
Lee Ji Bin
mi hombre 🫦🙂↕️
2025-08-12
1
Lee Ji Bin
suele pasar :(
2025-08-12
1