Cap. 5 Quiero saber

Los guardias se miraron y retrocedieron un poco, sin embargo, un soldado de elite se acercó a los confundidos guardias y dio un par de instrucciones.

Al entender la situación asintieron y como enseñados, trotaron para otro lado, dejando a las cocineras y sus ayudantes solas y desprotegidas. El momento mágico en el que la gente se da cuenta de que ha dicho o hecho una estupidez les había pasado a esas mujeres y lo tenían claro.

Hace 10 minutos.

Tamara decidió hacer la pregunta que más la atormenta.

—Quiero saber, ¿por qué mi comida es tan poca?, ¿acaso creen que soy un gato? —dijo mirando ala mujeres que aparecen ser superior a ella.

La cocinera principal se limpió las manos torpemente y se acercó amenazante a Tamara, no podía creer que se haga la digna, ella siempre bajaba la cabeza, solo el pensar que le contarían a las otras concubinas su mal comportamiento, la haría llorar a mares.

—Novena concubina, parece que la última paliza te ha dejado más tonta de lo que eres, darte de comer ya es de por sí una perdida de recursos, ni siquiera el emperador te ha aceptado en su cama, eres realmente inservible ¿realmente crees que te mereces que te sirvamos?

—Mira, mejor largarte a tu habitación o le contaré a la segunda concubina que andas por la cocina mendigando comida, ya sabes como te va a castigar, ¿no? —dijo mientras le da unas palmaditas en el rostro a Tamara, como menospreciando su estatus, su persona, absolutamente todo.

Tamara dio un paso atrás y le dio una patada en el estómago a esa atrevida, la tumbó en el suelo y en cuanto vio el cucharón de metal macizo, inmediatamente lo tomó y golpeo a la cocinera con todas sus fuerzas, haciéndola gritar.

Todas se quedaron anonadadas, Tamara sabía donde y como golpear. Una de ellas intentó detenerla, por último, Tamara es una y ellas son cinco, como podrían perder.

En cuanto Tamara sitió las manos de la ayudante, se soltó con fuerza y agilidad, tomó un sartén que aún estaba caliente amenazando.

Con el pie levanto la falda de la cocinera y con el sartén caliente le quemo la nalga haciéndola crepitar de dolor.

Todas gritaron y trataron de detenerla, pero no podía, ese cucharón se movía para todo lado, había golpeado, cabezas, narices, el Sartén que ya se enfriaba, también golpeaba cabezas y caras.

Fue cuando todas decidieron la retirada, el oponente era fiero y no temía a la muerte.

En el presente.

Las mujeres vieron a los guardias retirarse y ellas quedaron indefensas. La cocinera principal no tuvo otra opción más que arrodillarse y pedir clemencia, la novena concubina parecía un pequeño demonio y ese sería su denominación en el futuro.

La cocinera principal se arrodilló y bajó la cabeza, la novena concubina parecía muy débil y atemorizada cuando llegó, parecía que esos días de confinamiento habían servido para darle fuerzas, sin embargo, ella no va a dejar las cosas, así, cuando la primera y segunda concubina regresen la hará pagar.

—Novena concubina, lo sentimos mucho, estaba equivocada, por favor, discúlpeme y a las otras cocineras, le prometo que, de ahora en adelante, tendrá una comida como se debe —dijo la cocinera con una cara halagadora, trataba a toda costa de calmar a ese hermoso demonio.

Tamara bajó el sartén, las miró altiva, parecía que habían entendido un par de cosas, pero ella no es una jovencita ingenua, esa mujer se va a quejar con alguna de las concubinas que mandan en el lugar, así que tal vez le espere una paliza, sin embargo, espera que valga la pena.

Mientras tanto Nelly entra furtivamente al dormitorio de la primera concubina, busco sigilosa tratando de no mover nada de su lugar original, y fue cuando encontró en un baúl muy bien guardado en uno de los roperos, había hermosos vestidos y joyas, a juego, pero obviamente ese pequeño talle no le quedaría a la primera concubina aunque vuelva a nacer, era obvio que estaba hecho para una jovencita delgada.

Tomó todo lo que pudo en la sabana que había llevado, prácticamente vacío el baúl, y salió de ahí como una ladrona con su botín en la espalda.

Corrió entre tropezones a la habitación de Tamara, ahí se fijó bien todo lo que había conseguido, incluso encontró algunos atados de dinero, seguramente lo está ahorrando y lo dejó ahí por si la descubren también.

Tamara, quien había regresado triunfante de su lucha sartén a cuerpo, vio lo que Nelly había conseguido y se quedó atónita.

Había vestidos muy hermosos, tenían zapatos y joyas que combinaban exquisitamente. Nelly armaba los conjuntos con tanta alegría que parecía que lloraría de felicidad.

—Mi señorita, mire, mire, qué bellos vestidos, todo esto lo tenía esa mujer escondido, estoy segura de que la segunda concubina también debe tener otra aparte, hay algunos vestidos sin sus joyas, pero no importa, lo esencial está aquí —dijo sonriente mientras Tamara asiente y la mira con cariño.

Más tarde, una doncella tocó la puerta, cuando Nelly abrió, tenía la bandeja con el almuerzo de Tamara, ambas se miraron y parpadearon varias veces, era la primera vez que Nelly no tenía que ir a rogar comida para su señorita.

Nelly tomó la bandeja y cerró la puerta, ambas sacaron las tapas de los platos y el almuerzo es de lo más delicioso. Ambas gritaron de emoción, hace tiempo que no comían semejantes manjares, en el caso de Nelly era la primera vez que veía esa comida suculenta tan de cerca.

—Nel, van, siéntate, almorcemos, esto se ve sublime —dijo Tamara sonriente, mientras que Nelly dio un paso atrás, esa comida se la había ganado su señorita a pulso, incluso podrían darle un duro castigo más tarde.

—Mi señorita, no es correcto, este no es uno de nuestros inventos en la cocina, es su almuerzo oficial, yo…, no podría —dijo tímida mientras Tamara niega con la cabeza, no puede permitir semejante injusticia.

—Nel, ven, come, cuando escapemos de aquí, pasaremos hambre juntas y comeremos el mismo pan viejo hasta que pongamos nuestro negocio y tengamos más dinero, disfrutemos ahora que teneros —dijo sonriente mientras que Nelly se anima y se sienta, su señorita tiene razón, cuando salgan del palacio, pasarán por muchas dificultades.

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