Fue entonces que se desató la lluvia de meteoritos. Eso ocurrió cuando, al fin, y después de muchas peripecias, pude mandar mis pesquisas de la capa de ozono. Al principio pensé que se trataba de desechos o polvillo espacial cuando, de repente ¡pum! primero sonó como un cañonazo que sacudió al Navigator. De inmediato apunté las pantallas para seguir los meteoritos que pasaban raudo cerca de nosotros y luego se multiplicaron los golpes en la coraza de nuestra estación espacial. ¡Pum! ¡pum! ¡pum! . Mike llegó apurado a la consola de mando. -¿Quién nos está disparando? ¿qué es lo que está ocurriendo? ¿nos atacan los aliens?-, estaba él perplejo y desconcertado.
-Meteoritos-, abaniqué mis ojos preocupada revisando en la consola de mando los daños sufridos por nuestra nave.
Dimitar se comunicó también. -Esas cosas también están golpeando al Investigator, lo van a demoler en un millón de pedazos-, nos informó. Él podía ver la estampida de meteoritos llegando a tropel sobre la orbita de la Tierra.
-El Investigator está abandonado, no es importante, da igual si lo hacen trizas-, les dije a Mike y a Dimitar.
-¿Por qué truenos esa cosa inservible sigue en la órbita de la Tierra y no se ha ido al sin fin del espacio? ¿No se supone que debía apagar sus consolas e iniciar su viaje por el infinito?-, rascó sus pelos Mike, desconcertado. Nadie nos había dicho nada de lo que ocurría con el Investigator. Hacía mucho tiempo que sabíamos que su vida de funcionamiento había terminado, que estaba caduco, inservible y que debía ser remolcado a los confines del espacio, empero el armatoste seguía allí, como un gran gigante, un elefante blanco, encima de la Tierra y que, obviamente representaba un gran peligro no solo para nosotros y las otras estaciones espaciales, sino también para la propia humanidad. Los meteoritos no dejaban de golpearlo, en forma insistente, y la nave parecía desmoronarse como un castillo de arena,
-Pensarán reactivarla, a lo mejor-, opinó Dimitar.
-¿Qué pasará con todos esos meteoritos? ¿Golpearán la Tierra? ¿Son un peligro para nosotros?-, busqué de inmediato información en los ordenadores.
-Pasarán de largo-, intentó minimizar las cosas Mike.
-Algo se ha desprendido del Investigator-, se alarmó Dimitar.
¡¡¡Rayos!!! empecé a perder la calma. No había información sobre los meteoritos y por lo que veía en la pantalla era un mar de ellos que se desplazaban a gran velocidad, eran objetos de todo tamaño y envergadura, amenazantes y peligrosos. -Es un planeta que ha estallado hace poco-, al fin encontré la información que buscaba.
-¿Un planeta?-, se sorprendió Mike.
-Sí del tamaño de Mercurio-, le dije arrugando la boca.
-Tardarán muchos años para que dejen de pasar los desechos cerca a la Tierra-, adivinó Dimitar.
-Lo bueno que no tocarán la órbita terrícola-, sentí alivio.
Mike, sin embargo, enfocó al Investigator. -No creo que sea una buena noticia para esa nave en desuso-, dijo mascando su desconcierto. En la pantalla vi, entonces, que la estación espacial en desuso era golpeado una y otra vez por los meteoritos. El Investigator estaba, justo, en el camino que seguían los restos del planeta que había reventado en un millón de pedazos y que continuaban de largo, extraviándose en el sin fin del espacio.
Entonces pensé en lo peor.
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