Capítulo 3

La estación Navigator está suspendida en el espacio ya desde hace diez años, cumpliendo labores científicas, y se han turnado en sus instalaciones diferentes científicos y astronautas. Ya cumplía cinco años de estar allí Michael Robsinson ayudado ahora de Wolgfanf Kaltz el piloto que me reemplazó cuando volví a la Tierra. Michael se quedó porque él es un obsesionado de las estrellas. A veces creo que tiene complejo de meteorito porque nada más quiere estar en el espacio sideral. Grand ha querido revelarlo muchas veces, pero Mike no quiere y se opone en forma rotunda. -Aquí soy feliz-, le dice resoluto, convencido que su vida le pertenece a los luceros y a la vía láctea.

  Tampoco voy a mentir. Esos cien días a su lado de Mike me parecieron maravillosos. Yo me enamoré demasiado de él. Me encantaba estar entre sus brazos, suspirando hundida en su pecho, viendo a las estrellas fugaces, admirada de la belleza del espacio, de aquel infinito manto oscuro de muchas luces y colores como millones de luciérnagas, rodeándonos, como una postal que solo habla de amor, romance y de versos rendidos.

  Yo sabía, además, de la fama de mujeriego de Mike. Tampoco lo culpaba. Él es demasiado guapo y por eso rendía, fácil, a las mujeres. A mí también, je. Entonces, acepté, encantada la misión. Ya llevaba un año trabajando, en forma febril, en torno a la capa de ozono y necesitaba ahondar mis investigaciones desde el espacio y era una ocasión única. Tenía el apoyo de Joe Grand que sabía de mi dedicación a tan delicado y sensible tema, y él había defendido a capa y espada mi designación frente a un centenar de candidatos. Y aparte estaba el incentivo del irresistible Mike. ¡¡¡Era la oportunidad de mi vida!!!

   La vida de un astronauta es emocionante. Llevé varios años de entrenamiento y alcancé el grado de teniente coronel. Fui reclutada de la fuerza aérea de Islandia ( yo nací en Reikiavik) porque además de piloto, era científica y era titulada en medicina, en la especialidad de cirugía. Para trasladarme al Navigator, abordé un transbordador que me dejó en medio del espacio. A Wolgfanf Kaltz, que estaba a cargo de la misión, le dio mucha risa. -Ahora te toca ir a pie-, me dijo divertido. ¿Caminar en el espacio? sí que él muy gracioso.

    Para llegar al Navigator usé cables. Es una estación pequeña destinada justamente para estudios de la órbita y la atmósfera. Su función es simplemente monitorear el espacio. Cuenta con cocina, dormitorio, desván, una consola de mando y un ambiente para las computadoras. Su periodo de vida es de veinte años, es decir ya estaba a la mitad de su existencia cuando lo abordé. Mike me esperaba sonriente.

  -¿A quién tenemos aquí?-, estaba él encandilado de mis ojos.  Yo no quería relacionarme con él, menos sentimentalmente, sin embargo Robinson era irresistible. Quedé eclipsada al momento. -Nancy  Guðmundsson-, le hice una venia coqueta. Esa también fue una gran equivocación porque él quedó prendado de mí, casi de inmediato.

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