Capítulo 11

EMBER

Veo a las parejas bailar frente a mí, y mi mente no puede evitar a las fiestas a las que acudí cuando aún todo parecía estar bien, en cada una de esas fiestas, Cole siempre fue mi pareja, y disfrutábamos de bailar juntos, cuando nos confesamos nuestros sentimientos, esos momentos se hicieron aún más especiales, pero ahora solo eran un recuerdo lejano.

Estoy sumida en mis pensamientos, que no noto que alguien se me acerca hasta que me habla.

- Debo decir que ese estilo te queda muy bien – me dice una voz femenina\, y al ver de quién se trata\, puedo ver que es Coral\, una pros****ta amiga del príncipe Kai\, quien fue invitada por la pareja para que asistiera a la fiesta.

Por lo que entendí, muchos en el reino, creen que Coral es la amante del príncipe, algo estúpido, yo solo los vi interactuar una vez, por como unos 5 minutos, y si bien allí hay amor, es amor fraternal, es obvio que ella lo ve como a un hermano, me arriesgaría a decir que también como un hijo, al contrario de Zaira, quien de nota que ama mucho Kai, un amor romántico, un amor de pareja. También se nota lo mucho que Kai ama a Zaira, hasta un ciego se daría cuenta, por lo que esos rumores están totalmente infunda mentados.

- Gracias – le dijo mientras toco mi cabello, este es de color azul, y mis ojos de un verde azulado, cortesía del espejo del reflejo distorsionado, un objeto mágico que te permite cambiar de apariencia.

Debía de pasar desapercibida, puesto que al tratarse del compromiso del príncipe heredero del reino, es obvio que la invitación se extendió a los otros reinos, por lo que un representante del reino del fuego está aquí, y si me llegara a ver todos nuestros planes se irían a la basura, es por eso que debía de ocultarme.

- Eres demasiado joven y hermosa para estar toda la velada sola en una esquina del salón, ven a la pista, diviértete – me dice Coral, a lo que yo niego con la cabeza, solo Cole es y será mi pareja de baile.

- No, gracias, estoy comprometida – le contestó, a lo que ella voltea los ojos.

- Que todos los príncipes y princesas son aburridos – me dice, mientras toma mi mano y me lleva hacia un grupo de personas – ya que no quieres bailar, hay otras maneras de divertirse - me dice.

Llegamos hasta un grupo de cuatro hombres quienes al vernos acercarnos, nos miran de manera descarada, bueno a Coral, puesto que a su lado soy invisible al ojo de cualquier hombre, y ¿cómo no serlo?, con su voluptuoso cuerpo, que no oculta para nada con un vestido ajustado y un escote demasiado pronunciado para ser decente, cualquier mujer a su lado sería invisible.

- Buenas noches, caballeros – los saluda Coral, mientras hace una reverencia que deja a la vista sus atributos antes los hombres quienes están embobados por las vistas, que no notan que un mesero se acerca, por lo que en un mal movimiento tropiezan con él derramándose encima todo tipo de bebidas, lo que causo la risa de los presentes, incluyendo la mía, fue algo verdaderamente que me causo gracia, y mientras me reía solo podía pensar que hacía mucho que no la hacía.

Como excelente actriz, Coral los auxilia, quienes, al tenerla tan cerca, solo causan que se dejen más en ridículo, dándole la oportunidad al mesero de escapar de allí.

- ¿Qué fue eso? – le pregunté cuando al fin nos alejamos.

- Mi intento por sacarte una sonrisa, y lo logré, parecías una niña riéndote de ellos – me dice, y una nueva sonrisa se asoma en mi cara.

- Eres mala, esos hombres no te habían hecho nada – le digo, y me siento un poco mal por esos pobres hombres, quienes quedaron en ridículo solo para hacerme sonreír.

- Esos hombres no son unas blancas palomas, la razón por la que se pusieron tan nerviosos, no solo fue por mi belleza, sino pro que yo ya estado con todos ellos, son clientes muy habituales, algo que sus esposas no saben y créeme en la cama no son tan torpes – me dice, y yo me atraganto con mi saliva, a lo que Coral me auxilia, por el dios Kaayo, que esta mujer no tiene filtro.

- Yo no necesitaba saber eso – le digo roja de vergüenza.

- Lo sé, pero al menos te hice olvidar tus problemas un rato – me dice, y bueno tiene razón, estaba tan avergonzada al oír lo que me decía, que olvide mis problemas por un momento – querida, no te digo que te olvides de tus problemas, o que dejes de buscar soluciones, sé que por lo que estás pasando y por lo que has pasado y no es nada fácil, pero dándole vueltas solo te dañaras a ti misma y para cuando logres tu objetivo, ya no habrá nada dentro de ti que lo pueda disfrutar, así que su tienes la oportunidad de celebrar, de reír, de ser feliz, hazlo, nadie que te aprecie de verdad te culparía por eso, y usa esos momentos como impulso, usa esos momentos como un recordatorio de por qué estás peleando – me dice Coral, a la vez que me pone una mano sobre el hombro – además, preocupándote solo te vas a arrugar, y no creo que quieras verte vieja y arrugada para tu prometido.

Con esa última frase, no solo rompió el momento, sino que también evitó que comenzara a llorar, y es que sus palabras tocaron temas sensibles para mí.

- Gracias por el consejo – le digo, y tomándola por sorpresa la abrazo, ella tiene razón, desde que paso lo de mi hermana no me he permitido ser feliz, siento que de hacerlo estaría traicionando a los míos, pero al hacer eso, me estoy traicionando a mí misma, y debo de dejar de hacerlo o me destruiré a mí misma.

- Si quieres más consejos, mis puertas están abiertas para ti, y si lo deseas, también te puedo dar consejos de cómo complacer a tu hombre una vez estén juntos. Tengo muchos trucos que seguramente te servirán – me dice, mientras me guiña un ojo y se va dejándome sola, y nuevamente avergonzada.

Aun con las palabras de Coral en mi cabeza, decido, ahora sí, unirme a la fiesta, y conocer mejor a quienes son los hermanos de mi pareja, porque esos son los cuatro grandes magos, hermanos.

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