Capítulo XIX Primera vida

"Eso estuvo muy raro", comentó Sergio una vez estuvimos en el auto.

"¿Crees en la reencarnación?", pregunté nerviosa.

"La verdad es que no, desde mi punto de vista esa mujer es una charlatana y no quiero que te hagas ideas con respecto a lo que dijo". Sergio dio su opinión acabando con mi esperanza de confiar en el este secreto.

"Tienes razón, mejor volvamos a casa y olvidemos esta conversación", dirigí la mirada hacia el paisaje sintiéndome más sola que nunca, necesitaba poder contar con alguien para que me ayudara a descubrir mis otras vidas, después de dos horas llegamos al apartamento, no tenía ganas de nada, así que me disculpe con él y me fui a la habitación, no tenía ganas de nada, lo que si necesitaba era un baño relajante.

Entre en la regadera e intenté relajarme, quería poder entrar en lo más profundo de mi mente y recordar mis vidas pasadas, sabía que en ellas estaba la clave para poder romper con este karma que me estaba atormentado, además las palabras de la adivinadora me dejaron más preocupadas, pues yo sabía que esta era mi última oportunidad de no morir de manera tan trágica, pero no entendía si mi alma se perdería para siempre.

Cerré los ojos y trate de no pensar, entre en un estado de relajación sin igual, sentía como mi cuerpo iba perdiendo fuerzas, estaba sintiendo como mi alma se desprendía de mí haciendo que cayera en un sueño profundo.

Abrí los ojos lentamente encontrándome en una habitación desconocida para mí, mire a mi alrededor y pude visualizar un gran ventanal por donde entraba la luz del sol, me puse de pie mirando a mi alrededor: la habitación donde me encontraba era de forma ovalada, con paredes blancas y una cama al estilo princesa. La ropa que llevaba puesta empezaba a molestar, la parte de arriba me quedaba muy ajustada, mire lo que llevaba puesto asombrándome del vestido; este era de una época antigua. No terminaba de salir de mi asombro cuando escuché la puerta debla habitación abrirse y por ella entrar una muchacha casi de mi misma edad, pero con ropa menos ostentosa.

"Mi señorita, su padre viene en camino y está furioso", dijo la joven asustada.

"¿Mi padre?", pregunté confundida.

"Esta vez las cosas no son tan simples, al parecer la obligarán a casarse para que su hermana pueda ser feliz con el joven Manuel", no entendía lo que estaba pasando, solo sé que un hombre que suponía era mi padre había entrado a la habitación.

"Eres una mentirosa manipuladora, pensaste que no me enteraría de que andas de amante del duque del Castillo aun sabiendo que Irene lo ama. Pero sé que lo haces solo para molestarme y dejar en ridículo a esta familia", Esta escena se me hizo tan familiar que solo pude sonreír. "Crees que estoy bromeando, piensas que todo es un juego. Pues déjame decirte que esto se acaba hoy, en un par de horas vendrá el príncipe y te entregaré a él, tus días de promiscua acaban hoy".

Vi en la expresión de la joven a mi lado el terror absoluto, yo no conocía el contexto de esta situación, así que no sabía la gravedad del asunto, el hombre que decía ser mi padre salió de la habitación furioso dejándome a solas con la muchacha.

"Señorita debe escapar, si la casan con ese hombre su destino será muy cruel", advirtió la joven llorando.

"Mi destino siempre ha sido cruel, pero ahora que estoy aquí debo saber que paso, para que en mis siguientes vidas tuviera el mismo trágico final". Dije para mí. "Cuéntame la historia, tengo una laguna mental y no recuerdo nada", le dije a la joven quien puso cara de confusión.

"¿Está hablando enserió señorita?", pregunto la muchacha con los ojos bien abiertos.

"Sí, es en serio. Dime todo lo que está pasando", cuando Alicia; así se llamaba la muchacha, quiso contarme lo que estaba pasando, la puerta de la habitación se volvió a abrir dando paso a otra joven muy hermosa, pero con un aura aterradora.

"Te dije que te ibas a arrepentir de haberte metido entre el duque y yo", dijo con sarcasmo la rubia oxigenada.

"Mi señorita no tiene nada que ver con el duque, ella ni siquiera lo conoce", intervino Alicia con valentía.

"Cállate mxxxxxx sirvienta, tú no eres nadie para meterte en la conversación de la dueña de esta casa", gritó Camila; mi supuesta hermana.

"Mira, estúpida mejor vete de aquí. No tengo tiempo para perderlo contigo", dije con firmeza.

"Claro que no tienes tiempo, tienes que planificar una boda", comentó la tal Camila en un tono burlón.

Tome del brazo a esa desagradable mujer y la saque de la habitación a empujones, ella seguía gritando estupideces, pero en realidad no me importaba lo que decía. "No sabes lo que disfrutaré que el príncipe descargue contigo el odio que siente por el duque", fue lo último que dijo antes de que le cerrara la puerta en la cara. Tenía que actuar rápido, ya que no me quedaba mucho tiempo.

Alicia empezó a contarme la historia de mi vida en este tiempo, según ella yo no conocía al duque, pero el rumor que se corrió fue que este me vio un día en el pueblo y desde entonces quedo prendado de mí, pero Camila ya le había puesto el ojo y lo quería para ella. Así que invento que era yo quien me le metí por los ojos convirtiéndome en su amante.

Camila fue donde nuestro padre y le contó ese rumor y por eso mi padre había decidido casarme con el príncipe, así pagaría por la traición a mi hermana y por mi desfachatez.

Según Alicia el príncipe era un desalmado que gozaba atormentando a las mujeres y denigrándolas hasta lo más bajo que se podía caer.

Una vez más nuestra conversación fue interrumpida, pero esta vez había sido mi madre. "Tienes que apurarte. Es hora de huir, el príncipe está por llegar y no quiero que te encuentre aquí".

Entre mi madre y Alicia me estaban ayudando a escapar; sin embargo, todo el esfuerzo fue en vano, ya que el príncipe me atrapo obligándome a casarme con él; este hombre no era otro que Lissandro en mi otra vida, así que deduje que el duque era Sergio.

Despues de la boda fui llevaba al castillo como si fuera una criada, donde fui torturada hasta la muerte. Desperté en la habitacion que compartía con Sergio después de morir en mi otra vida bañada en sudor y temblando de miedo.

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