En la penumbra de su hogar, Orlando estaba sentado en el sofá, rodeado de botellas vacías de licor. El hombre que alguna vez había sido orgulloso y autoritario, ahora no era más que una sombra de lo que solía ser. Desde que enterraron a Rashel y Lara salió de su vida, todo dejó de tener sentido para él. Apenas comía, mucho menos dormía, y el trabajo que antes lo definía se había convertido en algo irrelevante.
El timbre de la puerta sonó, pero Orlando no se movió. Después de unos segundos, el sonido de una llave en la cerradura le hizo darse cuenta de quién era. Era su madre, Doña Gloria, quien no había venido desde el entierro de Rashel.
Cuando Gloria entró, lo primero que notó fue el desorden. El lugar estaba en un completo caos: botellas, ropa tirada, platos sin lavar. En el centro de todo, su hijo, su orgullo, parecía más un despojo humano que el hombre fuerte y exitoso que siempre admiró.
—¡Orlando! exclamó Gloria, acercándose con rapidez. ¿Qué es esto? ¿Qué te has hecho?
Orlando apenas levantó la mirada, sus ojos hinchados por el alcohol y las noches sin dormir.
—¿Qué quieres, mamá? murmuró con voz ronca, casi inaudible.
Gloria se cruzó de brazos, mirándolo con desaprobación.
—¡Qué pregunta más absurda! Vine a verte porque no sé nada de ti desde el funeral. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?
Orlando soltó una risa amarga, casi sarcástica.
—¿Por qué estoy así? Perdí a mi hija, mamá. Perdí a Rashel. Y perdí a Lara...
Gloria bufó con desdén.
—¿Y por qué te importa esa mujer, Orlando? ¡Lara no era más que una ingrata, una mala esposa que nunca te mereció! Estoy segura de que ahora debe estar feliz con otro hombre, viviendo su vida mientras tú te estás matando con alcohol.
Orlando apretó los puños, sintiendo una mezcla de ira y desesperación.
—¡Cállate, mamá! gritó, levantándose de golpe. Su voz resonó en la sala, llenándola de una intensidad que incluso a Gloria le costó enfrentar. Deja de hablar mal de Lara. Ella no tiene la culpa de lo que pasó. ¡La culpa es mía!
Gloria lo miró, incrédula. Otra vez su hijo le había levantado la voz.
—¿Cómo que no tiene la culpa? ¡Por supuesto que la tiene! Si ella no hubiera sido una esposa tan débil, si hubiera sabido cómo mantener a su familia unida, nada de esto habría pasado.
Orlando negó con la cabeza, sus ojos llenándose de lágrimas.
—No entiendes nada, mamá. Yo fui el que falló. La maltraté, la humillé, permití que tú la insultaras una y otra vez. Y ahora, después de todo, me doy cuenta de que la única persona que intentó mantener esta familia unida fue ella. Pero era demasiado tarde.
Gloria abrió la boca para replicar, pero Orlando continuó, sin darle oportunidad de hablar.
—¿Y sabes qué? Rashel murió por nuestra culpa. Por mi culpa y por la de Lara. Porque estábamos tan ocupados peleando, tan cegados por nuestras diferencias, que no nos dimos cuenta de lo que realmente importaba.
Gloria se quedó en silencio, sorprendida por la confesión de su hijo. Nunca lo había visto tan vulnerable, tan dispuesto a aceptar sus errores.
Después de unos momentos, Orlando se dejó caer nuevamente en el sofá, hundiendo el rostro en sus manos.
—El hombre que atropelló a Rashel, lo declararon culpable de un crimen no culposo y le dieron diez años de prisión, pero eso no me trae a mi hija de vuelta. Nada lo hará.
Gloria dio un paso hacia él, tratando de encontrar las palabras adecuadas, pero no podía entender el dolor que consumía a su hijo. Para ella, la vida era simple: siempre había culpables y siempre había un camino para seguir adelante, pero Orlando estaba demasiado perdido en su remordimiento para aceptar eso.
—Orlando, escucha... comenzó a decir, pero él la interrumpió.
—¡No quiero escucharte, mamá! exclamó, con la voz quebrada. Todo este tiempo me manipulaste, me hiciste creer que siempre tenías la razón. Pero tú fuiste una de las razones por las que Lara se fue. Le hiciste la vida imposible, y yo te dejé.
Gloria, sorprendida por el reproche, levantó la barbilla con orgullo.
—¿Ahora me echas la culpa a mí? ¡Yo solo hice lo mejor para ti, hijo!
—¿Lo mejor para mí? replicó Orlando, riendo amargamente. ¿Crees que esto es lo mejor para mí? Perdí a mi hija, perdí a mi esposa, y todo porque fui lo suficientemente cobarde como para no poner un alto.
El silencio que siguió fue pesado, casi insoportable. Gloria sabía que su hijo estaba dolido, pero no podía aceptar completamente que ella había tenido un papel en todo aquello.
Finalmente, Orlando rompió el silencio, con la voz mucho más tranquila, aunque llena de tristeza.
—Mamá, vete. No quiero verte no quiero decirte más. Necesito estar solo.
Gloria lo miró, sorprendida, pero supo que insistir no cambiaría nada. Sin decir una palabra más, tomó su bolso y salió de la casa, dejando a Orlando con su dolor.
Cuando se quedó solo, Orlando se permitió llorar. Las lágrimas caían sin control mientras repetía una y otra vez en su mente las palabras que no pudo decirle a Lara: "Perdóname". Pero sabía que ya era demasiado tarde para cambiar las cosas. Lara estaba lejos, y Rashel... Rashel nunca volvería.
Con un suspiro tembloroso, tomó la última botella de licor que quedaba en la mesa. Mientras servía un trago, no pudo evitar pensar en todo lo que había perdido, y en lo vacío que se sentía sin las dos personas que más amaba en el mundo. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, sabía que este era el precio de sus errores. Un precio demasiado alto, pero que tendría que pagar hasta el final de sus días.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 60 Episodes
Comments
Gloria Alvarez
EN NINGUN LADO METERIAN PRESO A UNA PERSONA POR ESE ACCIDENTE,LA NENA SALIÓ DE REPENTE, IMPOSIBLE FRENAR, Y MUCHO MENOS VER DE LEJOS A UNA NENA CHIKITA.
2025-04-15
0
Francy Eliana Castillo Gallon
q vieja tan fastidiosa no siquiera viendo a su propio hijo unido en el dolor recapacita q ella es la culpable de su desgracia
2025-03-06
6
Nereida Hernández montes
x De que vale arrepentirse después de de perder a tu preciosa hija y a tu esposa , todo fue tu culpa se la hubiera soltado ella huera salvado a su hija
2025-03-28
0