Lara empacó sus cosas en una pequeña maleta. Cada objeto que guardaba era un recordatorio de los años que había vivido en esa casa, años llenos de dolor y humillación. Aún así, había algo liberador en ese acto. Era como si cada prenda que doblaba simbolizara el cierre de un ciclo.
Habían pasado semanas desde que presentó la demanda de divorcio, y ahora el momento por fin había llegado. El abogado le había llamado temprano esa mañana para informarle que todo estaba listo, que oficialmente era libre de Orlando. La noticia le arrancó un suspiro profundo, y a la vez alivio y tristeza. Rashel siempre había sido el lazo que la mantenía atada a ese matrimonio. Sin ella, no había razón para seguir soportando la carga de un amor que se había vuelto insostenible.
Con los ahorros que había guardado durante años, Lara había contratado al abogado y comprado un boleto de avión a Toluca. Sabía que Rafael, su hermano mayor, sería su único refugio. Recordó con amargura la última vez que lo había visto. Fue el día que le confesó que se casaría con Orlando. Rafael, con su carácter protector, se opuso firmemente a esa unión. “Ese hombre no es para ti, Lara. Lo veo en su mirada, no va a hacerte feliz”. Pero ella, cegada por lo que en ese momento creía amor, había ignorado sus palabras y le había dicho palabras muy crueles a su hermano.
—Por amor a Orlando, me alejé de mi hermano murmuró Lara mientras cerraba la maleta, sus ojos llenos de arrepentimiento.
Esa tarde, Orlando apareció en la puerta, su rostro marcado por la desesperación.
—Lara, por favor... escúchame una vez más.
Ella lo miró desde el umbral, sosteniendo la maleta como si fuera su escudo.
—¿Qué más tienes que decir, Orlando? Ya te lo dije todo. Esto se acabó.
Él se pasó las manos por el cabello, frustrado.
—Sé que cometí errores, Lara. Lo sé. Pero quiero cambiar. Voy a ir a terapia, lo prometo. Quiero ser un mejor hombre, no solo por ti, sino por mí mismo.
Lara lo miró fijamente, intentando encontrar sinceridad en sus palabras. Y sí, quizás Orlando estaba siendo honesto, pero ella ya no tenía fuerzas para esperar ese cambio.
—No dudo que puedas mejorar, Orlando, pero ya no quiero estar aquí para verlo. Te di años de mi vida, años que pasé aguantando humillaciones tuyas y de tu madre. Sé que ella siempre estará presente, y no pienso volver a soportar eso.
Orlando trató de acercarse, pero Lara dio un paso atrás, manteniendo la distancia.
—Por favor, Lara... suplicó, su voz quebrándose.
—No, Orlando respondió ella, firme pero serena. Esto no es un castigo, es una liberación. Para ti y para mí. Espero que de verdad cambies, pero hazlo por ti mismo, no por mí.
Orlando bajó la mirada, derrotado. Sabía que no había nada más que pudiera decir para hacerla cambiar de opinión.
Al día siguiente, Lara tomó un taxi al aeropuerto. Al mirar por la ventana del auto, observó la ciudad que había sido su hogar por tantos años. Aunque en algún momento había soñado con construir una vida aquí, ahora sabía que este lugar solo le traía dolor.
Cuando el avión despegó, una mezcla de emociones la invadió. Dolor por todo lo perdido, pero también esperanza por lo que vendría. Sabía que no sería fácil empezar de nuevo, pero al menos ahora tenía la oportunidad de hacerlo.
El vuelo hacia Toluca fue tranquilo, aunque sus emociones que tenia Lara en su alma hacía que cada minuto pareciera eterno. No podía evitar pensar en cómo sería reencontrarse con Rafael después de tantos años. ¿La recibiría con los brazos abiertos, o todavía guardaría rencor por las decisiones que tomó?
Al aterrizar, Lara tomó su maleta y salió al área de llegada. Allí estaba Rafael, esperando con su característica postura erguida y su impecable traje. Era un hombre que imponía respeto, pero que también transmitía calidez con su mirada. Antes de su llegada, Lara había llamado a su hermano para que la recibiera en el aeropuerto.
—Rafael... dijo Lara, con la voz temblorosa.
Él se giró al escuchar su voz y, por un momento, pareció contenerse. Pero entonces, dio unos pasos hacia ella y la envolvió en un abrazo fuerte y protector.
—Lara, hermanita... susurró, con la voz cargada de emoción. Pensé que nunca volvería a verte, por tu orgullo.
Lara no pudo contener las lágrimas. Todo el dolor que había acumulado durante años se desbordó en ese instante. Rafael la sostuvo con fuerza, como si con su abrazo quisiera borrar todos los años de distancia entre ellos.
—Perdóname, Rafael dijo ella, sollozando. Me alejé por una decisión estúpida. Te fallé como hermana.
Rafael se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos, sacudiendo la cabeza.
—No me fallaste, Lara. Tú creíste que estabas haciendo lo correcto en ese momento. Lo importante es que estás aquí ahora.
Lara asintió, limpiándose las lágrimas.
—Necesito empezar de nuevo, Rafael. Lo he perdido todo... su voz se quebró al recordar a Rashel.
Rafael la tomó de la mano y la llevó hacia el auto.
—No has perdido todo, Lara. Me tienes a mí, y estoy aquí para ayudarte a reconstruir tu vida.
Esa noche, Lara se quedó en la casa de Rafael. Él le mostró la habitación que había preparado para ella, un espacio acogedor que reflejaba cuánto la había extrañado.
Mientras se acostaba en la cama, Lara pensó en todo lo que había pasado en los últimas semanas. Aunque el dolor todavía estaba fresco, sintió un atisbo de esperanza. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo, pero con el apoyo de Rafael, estaba dispuesta a intentarlo.
Y así, con el recuerdo de Rashel en su corazón y con la idea de mejorar su vida, Lara cerró los ojos, lista para enfrentar el nuevo capítulo que le esperaba.
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Comments
Linsol
en toda la narración me hizo sentir el dolor de Lara, como si yo misma lo estuviera pasando, lloré mucho😭😭😭😭😭😭
2025-03-04
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Luna Verde
Y pensar que esto es una realidad, gracias escritora solo estas plasmando el diario vivir de muchas mujeres que han callado su voz, por creer que el silencio cambia al opresor y muchas veces sé puede evitar una tragedia, pero nos damos cuenta demasiado tarde del error.Gracias por enviar un mensaje tan real y profundo y sí,la pérdida de un hijo es un dolor que ni con las palabras se puede explicar 🥺 Dios Continúe dándole mucha imaginación y sabiduría.
2025-03-14
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Rebeca Navarro
en el fallecimiento de mi esposo no lloré no saque mi dolor y todo paso como borroso hay cosas que no recuerdo y una vez que hubo un convivió tomé y lloré como no creía que podía saque un poco el dolor de mi alma es muy duro perder una persona amada y el dolor no termina cada que leo historias y hay perdidas revivo mi dolor y lloro me sirve de catarsis y descanso un pokito
2025-03-24
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