Sargento Soto: —¿Están listas las mujeres para divertirnos esta noche Soldado Alarcón?
Soldado Alarcón: —Sí, casi todas menos la nueva.
Sargento Soto: —¡Quiero a la nueva lista, dentro de una hora! ¡He dicho soldado!
Soldado: —A su orden Sargento
El soldado nuevamente fue a buscar a Yasí
Soldado: —Ha dicho el Sargento que te quiere lista en una hora.
Yasí: —¡No iré, he dicho! ¡No soy una ramera y tampoco soy su esclava! Dijo a los gritos
Sargento Soto: —¡¿Qué es este escándalo?! Ah, así que no eres mi esclava, entonces dime ¿de quién eres esclava? Preguntó mientras la rodeada como a una presa.
Yasí: —...
Sargento Soto: —Ah, ya veo... ¿No respondes porque ese niño blanco que tienes en los brazos es el hijo de tu Señor?... A ver... Déjame adivinar, ¿quizás seas esclava de un noble de la realeza? ¿Y si ese noble traicionó a su majestad el rey? Esto se está poniendo interesante
Yasí se puso pálida y comenzó a temblarle las piernas, que no se veían por el vestido largo.
Sargento Soto: —Te pusiste pálida de repente ¿por qué? ¿Acaso estoy acertando? Esto se está poniendo divertido, me encanta jugar a las adivinanzas jajajaja más si el perdedor pierde la vida en mis manos y entrego su cabeza en bandeja de plata a su majestad el rey jajajaja. Bueno, veo que no me vas a responder. —¡Soldado Alarcón llévela al calabozo!
A las yeguas salvajes hay que domarlas primero antes de ser montadas jajajaja dijo con sarcasmo y la malicia se notaba en sus ojos y risa.
Luego, se acercó y mirándola fíjamente a los ojos y agarrándola fuértemente del cabello le dijo: —Yegua vas al calabozo, no me hagas sacar el rebenque.
El soldado encerró a Yasí con su bebé en el calabozo.
Sargento Soto: —Déjala allí hasta mañana, por la mañana sácala. Si a la noche vuelve a rebelarse, vuelve a encerrarla y así hasta que se amanse la yegua jajajaja Cuando se empiece a fastidiar su pequeño bastardo por el encierro va a cambiar de parecer, ya verás...
Pasó una semana Yasí con su bebé en el calabozo todas las noches y el pequeño Felipe comenzó a molestarse. Yasí lo mecía en su brazos, lo amamantaba y arrullaba.
Yasí: —Por favor mi pequeño Felipe resiste un par de días más, ya mami te sacará de aquí, le decía a su bebé.
El pequeño Felipe comenzó a llorar cada vez más y el sargento comenzó a presionar más a Yasí:
Sargento: —Yegua has que se calme tu bastardo o sino lo calmaré yo de un tiro para siempre
Yasí logró que el niño se calmara esa noche y otra noche más. Al siguiente día, habló con las mujeres en la habitación con cuidado para que no las escucharan, y organizó todo para llevar a cabo su plan.
Yasí: —Chicas es el momento de actuar... Necesito el apoyo de todas ¿me van a ayudar? Levanten una mano las que están de acuerdo, y todas levantaron su mano.
Las mujeres le dijeron: —No te preocupes Yasí cuenta con nosotras
Yasí: —Prometo chicas que saldremos de aquí, y si falla el plan yo pagaré. No se preocupen.
Yasí: —Soldado Alarcón necesito hablar con el general
Soldado: —Le diré al General
Soldado: —General la esclava madre del niño quiere hablar con usted.
General Soto: —¿Ves soldado? Te dije, así se doma una yegua salvaje jajajaja aprende. Hazla pasar.
Yasí entró a la habitación del sargento donde había un escritorio con una silla donde estaba sentado. En el escritorio había papeles. Al costado una cama grande con sábanas bastante elegantes.
Yasí: —General voy a servirle como le plazca a usted mi Señor. Dijo con reverencia.
General Soto: —¡Cómo has cambiado yegua salvaje! Ahora vienes mansa junto a tu dueño ja, ja, ja me siento orgulloso al haberte domado tan bien. Así me gusta que seas tranquila y obediente, le dijo con una sonrisa malvada.
Yasí: — Sí mi Señor, esta noche le serviré, pero quiero compensarle por el mal comportamiento que tuve con usted. Si usted nos permite, esta noche las mujeres haremos un espectáculo especial para ustedes en el cual bailaremos al ritmo de tambores y usaremos una vestimenta muy sensual que tienen que ver con las raíces de nuestras tribus indígenas y africanas.
General: —Me parece espléndido, esclava. Dijo con satisfacción.
Yasí y las demás mujeres prepararon todo como lo planearon. Llegó la noche, los hombres comían y bebían alcohol sentados en sillas alrededor de una sentado lugar no era lujoso para nada y generaba cierta repulsión por el comportamiento desagradable de borrachos.
Las mujeres entraron al salón con unos trajes maravillosos hechos con plumas y piedras brillosas, como la que Yasí lució alguna vez para Felipe, una noche de luna a la orilla del río.
Una gran corona de plumas de llamativos colores se pusieron en la cabeza, un diminuto sostén hecho de piedras brillantes cubría solamente los pezones de sus pechos, y algunas prefirieron adornarlos con plumas que los cubrían de manera atractiva, una especie de taparrabos, muy pequeño, también de piedras brillantes o plumas de colores cubrían casi escasamente su feminidad, collares grandes de piedras hermosas rodeaban sus cuellos, grandes aretes en sus orejas, pulseras adornaban sus brazos y tobilleras sus piernas, sus pies descalzos también adornados con anillos de piedras, al igual que sus manos, y sus rostros pintados con colores llamativos. Pero, esta vez a diferencia de aquella noche, fue imponente.
Ellas bailaron con sensualidad y alegría al ritmo de los tambores que ellas mismas tocaban.
Yasí: —¿General es de su agrado el espectáculo?
General: Es extraordinario, se ven muy sensuales y atractivas.
Yasí: —Me alegra que le guste... ¿General qué le parece si servimos el vino?
General: —Trae el vino esclava y sirvan a todos hasta la última gota.
Yasí fue en busca del vino, y les puso un veneno preparado con hierbas venenosas que había encontrado en el bosque y las había guardado ante la eventualidad de tener que usarlas contra el enemigo.
Yasí: —General aquí traigo el vino
General: —Sírvanlo
Yasí: —Chicas ya saben lo que tienen que hacer... complazcan a los señores y que beban el vino todo lo que quieran...
Los hombres bebieron el vino que las mujeres les sirvieron y cayeron muertos al piso casi inmediatamente. Yasí había planeado con las chicas envenenarlos con las hierbas que había recogido en el bosque, justamente para usarlas con el enemigo. Así, preparó el veneno, lo colocó en el vino y les dio de beber.
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Melisuga
La sabiduría ancestral trasciende precisamente por eso, porque se basa en la naturaleza y en el conocimiento de las propiedades de cada elemento que la compone, ya sea mineral, vegetal o animal.
2025-02-07
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