5. Hermosos ojos

Margarita camina por la playa, hace un par de días firmó el contrato que la convertía en scort de lujo, apenas puede creer que haya aceptado serlo, esperaba que el momento de estar con un hombre sería por amor; pero cuatro sujetos le arruinaron todo. En su vida pasada fue violada salvajemente, y en esta vida su primera vez será por dinero y por ir construyendo su venganza; ruega que sus recuerdos no la paralicen.

- "¡Malditos hijos de put@, les voy a cobrar caro lo que hicieron, aunque muera otra vez, se las cobró imbéciles de mierd@, puercos, bestias...!", exclamó Margarita con furia y frustración, con dolor y pena, rasgando su garganta, apretando los puños, para luego respirar y sentir la brisa marina, mientras sus lágrimas caen por sus mejillas, aunque se ha dicho que debe ser fuerte, frente al mar, puede ser sincera, ahí con las olas con quienes solo habla de lo ocurrido; para después limpiar con cuidado sus lágrimas, su venganza es su prioridad.

James Thompson la observa varios metros atrás, le era extraño ver a una mujer tan joven gritándole al mar, pero era inevitable verle la figura que se le forma debajo del vestido de lino que lleva puesto. En algo su hermano tenía razón, las costeñitas eran muy bonitas, esa piel bronceada y brillante parecen atraer a cualquiera, además aquella muchacha estaba perfecta, deseosa, el tipo que le gusta desear, poseer y desechar. Así que inevitablemente se va acercando despacio.

Margarita Linares respira profundo, quiere grabar el olor del mar y la sensación de la brisa marina, antes de lo que pueda ocurrir esta noche. Se acomoda el bolso, y da media vuelta. Se encuentra frente a frente con la imponente presencia de James Thompson, se siente tan pequeña frente a un hombre que le lleva casi treinta centímetros de altura. Aún así, lo ha reconocido, es el hombre por quien va a ir esta noche a ese club, e inesperadamente se ha topado con él, ha estudiado cada cosa que hay en el internet sobre el empresario, sus actividades, sus negocios y hasta sus citas. En su vida pasada, no estuvo en la playa ese día, las circunstancias están cambiando; si su objetivo era conquistarlo para que la ayude en su venganza, sus tácticas para seducirlo deberían ser ejecutadas milimétricamente desde ese momento.

James sonríe de lado, aquella expresión sorprendida de la muchacha resulta agradable a sus ojos, la mirada verde de Margarita parece invitarlo a un juego fantástico, la brisa hace que el hermoso sombrero de la joven salga volando y ella corra por el, se lo ha prestado Regina, desde ese momento debe ingresar impecable al llegar al club; por eso ahora luce, sofisticada y atractiva, algo que habitualmente no haría.

El exitoso empresario fue más rápido que ella, alcanzando el lujoso sombrero, aprovechando en rozar las manos de la joven al entregárselo. Pero, la muchacha no muestra nada, él está acostumbrado a que le sonrían y le coqueteen, alguna reacción física, en cambio Margarita parece querer desafiarlo con su hermosa mirada; no parece interesada de alguna manera; activando su gen de cazador, no sabe que la presa lo tiene estudiado, y para ella solo será una pieza, necesita un verdugo para su venganza.

- "Gracias", dijo Margarita y pretendió irse.

- "No soy de este lugar, si hay un buen restaurante que me recomiende la bella dama, se lo agradecería", expresó James con la voz grave que ha derretido a muchas, pero que no hace cambiar la expresión fría de la muchacha.

- "No suelo ir a restaurantes, podría recomendarle el equivocado, e irse con una mala impresión de esta ciudad porteña, a unos metros se encuentra el centro de información al turista, creo que le van a dar mejor información, señor", comentó la muchacha, sin darle mucha importancia. No era el momento, se dijo así misma, su amiga Regina siempre le dijo, que era mejor sacar provecho, a que te lo saquen a ti; primera regla.

- "¿No te gustaría acompañarme?", preguntó James, mostrando su reloj de marca, parecía interesado y creía que podría impresionarla. A Margarita eso le parecía bueno, que muestre interés es una pequeña victoria, en otro tiempo se hubiese ilusionado con un apuesto hombre interesado, claro no del tipo que tiene enfrente, ahora ya no ve las cosas así, ahora solo necesita razonar, no dejarse deslumbrar.

- "Lo siento señor apenas lo conozco. Tengo otros planes, disfrute la playa, es muy hermosa", expresó Margarita y se apresuró a retirarse.

"Una pena", se dijo a sí mismo James, la muchacha era hermosa, pero parecía que era del tipo que tienes que enamorar, y él no tenía ni tiempo por ahora para eso; aunque lo había dejado con esa sensación de intriga, la muchacha tenía un aura cautivadora, pero su expresión era fría. La joven se le quedó grabada, ojos hermosos que le evocaba viejos recuerdos, lindo rostro, cuerpo espectacular, una delicia para probar, disfrutar y desechar; tal vez debería venir más a menudo a ese lugar, quizás en otra ocasión tendría más tiempo para capturar a su presa.

Margarita se alejó rápido, pero de ahí caminaba despacio, en vivo y en directo el hombre que necesita para su venganza es realmente impresionante; es alto, es fuerte, y no hay que negar que tiene ese porte de seductor, que de seguro es lo que hace que tenga a tantas mujeres a su alrededor.

Regina le dijo algo que se le ha quedado grabado, a ese tipo de hombres le gusta la conquista, pero una vez que tienen a su presa se dan el gusto y la dejan; si quieres que regresen a ti, siempre deben de creer que no lo diste todo, que siempre hay algo más que descubrir, algo más que conquistar, y buscará darte lo que le pidas para obtenerlo, pero no debes enamorarte, porque si lo haces pierdes y él tomará el control y cuando menos lo esperes ya no habrá nada más que quiera de ti, porque ya lo tiene todo; y te desechará como si nada; debes obtener todo mientras tenga interés.

Margarita se dijo a sí misma, una y otra vez, James Thompson se convertirá en el instrumento de tu venganza, no olvides nunca el objetivo; y ese era acabar con cuatro sujetos despreciables, destruirlos sin compasión, esa que no le mostraron a ella esa horrible noche.

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