La conferencia tecnológica anual en Madrid era uno de los eventos más esperados en el sector. Innovadores, empresarios y mentes brillantes de todo el mundo se reunían para compartir ideas, mostrar sus proyectos y establecer conexiones estratégicas. Sara y Renata habían sido invitadas como ponentes para presentar el impacto de NeuroLink, ahora convertido en una promesa revolucionaria en la industria tecnológica.
Sara, vestida con un elegante traje negro que Renata le había ayudado a elegir, caminaba nerviosa por los pasillos del enorme centro de convenciones. A pesar de los logros que había acumulado en los últimos meses, aún sentía cierta inseguridad al enfrentarse a audiencias numerosas. Sin embargo, Renata, como siempre, estaba a su lado, animándola con su energía contagiosa.
—Relájate, Sara. Esto es pan comido. Solo recuerda que somos las estrellas aquí le susurró Renata mientras ajustaba su cabello.
Sara respiró profundamente y esbozó una pequeña sonrisa. Sabía que Renata tenía razón, pero la magnitud del evento la hacía sentir un poco abrumada.
La conferencia comenzó con ponencias de destacados líderes tecnológicos. Cuando llegó el turno de Sara y Renata, el auditorio estaba casi lleno. Sara tomó la palabra, hablando con pasión sobre cómo NeuroLink estaba transformando la interacción humano-tecnología.
Entre la multitud, Rodrigo López, un empresario de 40 años con cabello ligeramente canoso y mirada intensa, no podía apartar los ojos de Sara. Había asistido al evento con pocas expectativas, más interesado en evaluar posibles inversiones que en escuchar nuevas ideas. Sin embargo, algo en la forma en que Sara hablaba lo cautivó. No era solo su inteligencia o su conocimiento profundo del tema; era su humildad, la forma en que conectaba con la audiencia, como si estuviera contando una historia más que dando una conferencia.
Cuando Sara terminó su exposición, los aplausos se escucharon en todo el salón. Rodrigo, impresionado, decidió que tenía que hablar con ella.
Horas después, durante un descanso, Sara y Renata estaban revisando sus notas en un rincón tranquilo del área de networking. Fue entonces cuando Rodrigo se acercó.
—Disculpen la interrupción. Mi nombre es Rodrigo López. Quería felicitarlas por su presentación. Ha sido una de las más interesantes que he escuchado en mucho tiempo.
Sara levantó la vista, sorprendida por la amabilidad del hombre que tenía frente a ella. Rodrigo proyectaba una presencia imponente, pero su tono era cálido y cortés.
—Muchas gracias, señor López respondió Sara, un poco tímida. Nos alegra que le haya gustado.
—Por favor, llámame Rodrigo. Sonrió, mirando a ambas. Me intriga mucho el proyecto. Me dedico a la inversión tecnológica, y no puedo evitar sentir que NeuroLink tiene un potencial gigantesco.
Renata, siempre rápida para captar oportunidades, tomó la iniciativa.
—Estamos abiertas a colaboraciones, Sr. Rodrigo. ¿Le gustaría que le contáramos más sobre el proyecto?
—Sería un honor. Pero antes de hablar de negocios, me gustaría invitarles un café, si tienen tiempo.
Sara dudó por un momento, pero la sonrisa alentadora de Renata la convenció.
Sentados en una mesa cerca de los ventanales del centro de convenciones, la conversación fluyó con naturalidad. Rodrigo demostró ser un hombre no solo inteligente, sino también atento y genuino. Habló de su experiencia como empresario y de cómo había perdido a su esposa años atrás, lo que lo había llevado a enfocarse en proyectos que realmente marcaran una diferencia.
—Admiro mucho lo que están haciendo, Sara dijo Rodrigo, con un destello de admiración en sus ojos. No solo por la tecnología en sí, sino por la pasión y la visión que transmiten.
Sara se sonrojó levemente, sorprendida por el cumplido.
—Gracias, Rodrigo. La verdad es que todo esto ha sido un sueño hecho realidad. Pero no lo habría logrado sin Renata. Ella es el corazón de este proyecto tanto como yo.
Renata sonrió ampliamente, pero no pudo resistirse a bromear.
—Oh, no seas modesta, Sara. Eres tú quien pone el cerebro en esta operación.
Los tres rieron, y por primera vez en mucho tiempo, Sara sintió que estaba siendo vista no solo como una inventora, sino como una persona valiosa. Rodrigo, por su parte, no podía evitar sentirse intrigado por ella. Había conocido a muchas personas brillantes en su vida, pero ninguna como Sara, cuya inteligencia iba de la mano con una humildad y una calidez que la hacían única.
Al final del día, Rodrigo pidió intercambiar contactos con Sara y Renata, asegurándoles que estaría en contacto para discutir posibles colaboraciones. Pero había algo en su mirada, una conexión sutil pero innegable con Sara, que hacía que el encuentro fuera más que un simple acercamiento profesional.
Mientras caminaban de regreso al hotel, Renata no pudo evitar molestar a su amiga.
—¿Te diste cuenta de cómo te miraba ese hombre? Estoy segura de que no solo está interesado en NeuroLink.
Sara rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír.
—No digas tonterías, Renata. Rodrigo es un hombre amable, pero seguramente solo está interesado en el proyecto.
—Claro, claro respondió Renata, guiñándole un ojo. Ya veremos.
A pesar de sus palabras, Sara no pudo dejar de pensar en Rodrigo durante el resto de la noche. Había algo en él que la había hecho sentir diferente, como si su presencia hubiera despertado una parte de ella que había estado dormida durante mucho tiempo. ¿Podría este encuentro marcar el inicio de algo más, tanto para el proyecto como para su vida personal?
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Comments
Sandy Vergara
y la dichosa familia de sara no se a dado cuenta de todo lo que ella hace por lo que tengo entendido sigue viviendo en la casa de ellos deberia de salirse de esa casa y hacer como que no tiene familia
2025-02-17
7
Elvia Crespo
Hummm, pero me parece mayorcito para Sara, y además con una historia amorosa antes, creo que ella nunca tubo ninguna experiencia con el amor/Heart//Brokenheart/
2025-02-17
0
mi vida y razón ser
tengo dos opciones se enamora de ella o es su hija tal vez de una leve aventura de la mamá de Sara no se
2025-03-15
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