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ELENA COEN

Me dolía la cabeza. Me desperté en mi cuarto.

¿Cómo llegué aquí? Mi papá llegó a la tienda y me llevó a la fuerza. Loren me puso algo en el cuello. Llevé mi mano izquierda al cuello. Me duele mi mano, estaba canalizada.

— Buenos días Elena — era la casera.

La miré.

— ¿Cómo llegué aquí? — le pregunté.

— Usted estaba desmayada en el piso frente a su cuarto. Yo la llevé a su cama. Hacías cosas extrañas y llamé al médico. El vino y te puso suero y un medicamento.

Loren me llevó a mi cuarto. ¿Era el chofer de la casa de los Mondragón? ¿Lo imaginé? Me dolía mi parte íntima, sentía náuseas y un poco de fiebre.

La casera (sra. Ana) se acercó a la cama, tenía un poco de caldo de pollo. Me tomé el caldo.

Me sentía confundida, vi a Dustin aquí, Pero eso es imposible, no sé si es que recuerdo o fue un sueño.

— Doña Ana. Cuando me encontró, ¿estaba sola o había alguien más?. Es que tengo algo en mi mente Pero me siento confundida y me duele mi — la miré y me sentí avergonzada— me duele mi cuerpo.

— El doctor dijo que fuiste drogada. Estabas delirando y tuviste fiebre. Mi número lo puse en la mesita para que me llames si necesitas algo. No te preocupes por nada, estaré al pendiente de todo.

— Gracias— Ana salió del cuarto.

Estoy segura hasta el punto que estuve con mi padre y dónde Loren me clavó en el cuello una inyección. Después de eso tengo lagunas en la memoria y una sensación que hice algo con... No quiero pensar en eso.

Debo llamar al señor Anthony, él seguro se preocupó. Y si me despide por causar un alboroto y no presentarme a trabajar. Me quité la aguja de la mano. Me fui a bañar y me puse la ropa de trabajo. Fui a la tienda.

Anthony en cuanto me vio se acercó a darme un abrazo.

— Gracias a Dios estás bien. ¿Quién era ese señor?

— Mi papá. Pido disculpas por eso que pasó. He pensado un poco y ahora él sabe que trabajo acá y seguro estará viniendo. Voy a renunciar— Me puse a llorar.

— No hay necesidad de eso. Me siento culpable porque no pude evitar detenerlo. Con 30 años y me ganó un señor.

— Y yo siempre diciéndote señor y aún eres joven.

— Para ti soy un señor. Son 12 años más. Deberías irte a descansar, te ves fatal. Tómate la semana libre. Regresa el día lunes

— No estoy segura de continuar. Me voy.

Ya no estoy segura aquí, ni en ningún lugar. Regresé a mi cuarto. Empaqué mi poca ropa y bajé donde la casera.

— ¿A dónde vas?

— Gracias por todo. Puede quedarse con el depósito como pago por toda su ayuda.

— ¿Por qué te vas?

— Siento que debo irme. Ya no estoy segura aquí. No quiero regresar a la casa de mi papá.

Salí de la casa. Caminé a la iglesia. El sacerdote dijo que le dijera cuando necesitara ayuda. Me senté en una banca y me puse a rezar.

Recordé a mi mamá, también aquella pesadilla que tuve con Dustin que su piel se caía y ese sabor de boca que tenía, ¿Tuve sexo con él? Mi cerebro me va a explotar de tanto pensar. Hice lo que mejor podía hacer, llorar.

Hablé con el sacerdote, le conté como me sentía.

— Hay una casa de retiro espiritual en la ciudad vecina. La casa la cuidan dos monjas. Si quieres ir y aclarar tus pensamientos y tener una conexión con Dios, yo te puedo llevar. Y puedes quedarte el tiempo que necesites. Cuando te sientas perdida busca a Dios.

— Voy a aceptarlo. Llévame por favor.

El sacerdote me llevó a la casa de retiro. Las dos monjitas me dieron la bienvenida. Me indicaron cuál iba a ser mi cuarto. Por primera vez en mi vida, siento paz.

DUSTIN MONDRAGÓN

— Joven, la señorita Elena se fue de la casa. Se despidió.

— ¿A dónde fue?

— No me dijo. Solo que se siente insegura y mencionó a su papá.

— Está bien. Voy a llamar a Anthony, tal vez esté en la tienda.

Llamé a Anthony y me dijo que ella no quería regresar al trabajo y que estaba considerando renunciar.

¿A dónde fuiste Elena? ¿Recordó todo?

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