Amor a la vista

En cuanto todos se fueron Isabel salió...

Hola, hija, veo que disfrutaste mucho de tu fiesta. Se nota que me has extrañado mucho, ¿verdad?

¿Mamá?

Vaya, por lo menos te acuerdas de mí.

Claro que me acuerdo de ti, pero ¿cuándo saliste del hospital?, ¿por que no avisaste?, hubiéramos ido por ti.

¡Qué falsa eres!, nunca fuiste a verme.

Ya te dije que no nos dejaron entrar.

Esos so puros pretextos, ya sé que te estorbo, y yo que te cuidé cuando tu verdadera madre te abandonó en mis brazos.

No te molestes en decirme eso, sé muy bien que no eres mi madre biológica.

Hija, por favor, quiero que volvamos a empezar tú y yo, aunque no te tuve, siempre te amé.

Mamá, puedes quedarte aquí el tiempo que necesites para empezar de nuevo, pero yo no puedo quedarme contigo. Es obvio que nunca me has querido, aunque digas lo contrario.

Te daré algo de dinero para que puedas poner un negocio. Además de un pequeño departamento donde puedas vivir cómoda.

Te equivocas, todo ese dinero es mío, Juan era mi esposo, tú ni siquiera llevas nuestra sangre.

La casa que vendiste era mía, así que te voy a demandar por robo de inmueble.

Mamá, no hagas esto más difícil, fue la voluntad de mi padre, él tampoco me quiso, y ahí lo tienes, ¿para qué le sirvió el dinero si no pudo comprar su vida?

Eso que dices es de muy mal gusto.

Pero es la verdad, puedes vivir bien en tu depa, y con el dinero que te dé para tu negocio.

Mala hija, pero no creas que esto se va a quedar así, impugnaré ese testamento. Tú no tienes derecho a nada.

Mamá, después de los malos tratos que me dieron, tanto tú como mi padre, es lo menos que merezco, y agradece que no te deje en la calle.

La vida te va a cobrar todo lo que me haces.

Al día siguiente, Marlene, Josefina e Isabel fueron a buscar un departamento para Isabel.

¿Qué lugar es este?, huele a muerte.

Es un lugar exclusivo, muy decente y cómodo.

Será el sereno, pero yo no viviré aquí ni loca.

Pues es lo que hay, lo tomas o lo dejas.

Isabel miró a Josefina con desprecio y luego dijo:

Está bien, si no hay otro remedio, pero quiero que sepas que me arrepiento de haberte recogido, te hubiera dejado en un orfanato. Espero no volverte a ver en lo que resta de mi vida.

Gracias, mamá, yo también te deseo lo mejor, puedes ir a mi casa cuando quieras.

Marlene y Josefina dejaron instalada a Isabel. Ten en esta tarjeta está el dinero que te doy para que emprendas un negocio o lo que quieras, cuídalo porque ya no habrá más.

Ambas mujeres se fueron.

Cuando llegaron a casa Josefina se sorprendió porque a la puerta de la casa estaba un coche con un gran moño rojo.

¿Y esto?

Es tu regalo de cumpleaños, llegó tarde pero seguro.

Ah, gracias, mamá, es hermoso.

Y aquí tienes tu inscripción para que aprendas a manejar. Después veremos lo de tu licencia.

Waw, eres maravillosa.

Lo que tú te mereces, mi niña.

Josefina fue aceptada en la universidad.

Pronto se hizo de nuevas amistades.

Los días pasaron rápido, después los meses, los años...

Josefina por fin se graduó de abogada.

Estaba feliz festejando con sus amigas, cuando de pronto un hombre conocido se le acercó.

Hola, felicidades, ¿te acuerdas de mí?

¡Franco!, ¡qué alegría me da volver a verte!

Estudié en Sonora, tengo una semana que regresé. ¿Cómo has estado?

De maravilla, ahora soy abogada, pondré mi propio bufete, tal vez al principio sea difícil, pero estoy segura de que triunfaré.

Me da gusto que seas tan optimista, yo también estoy seguro que triunfarás. Y dime una cosa, ¿te casaste, tienes novio?

No y no, jaja. No he tenido tiempo de enamorarme. ¿Y tú?

Tampoco, tuve una novia pero nada formal, me dejó por otro, jajaj.

¿Y eso te causa gracia?

Me río de mí mismo, jamás he podido hacerme de amigos, menos de una novia. Te invito a comer, ¿aceptas?

Bueno. Solo deja ir a cambiarme de ropa.

Dame tu dirección y paso por ti.

Está bien. ¿Tienes en dónde anotar?

Sí. Listo paso por ti en una hora.

Órale pues.

Josefina llegó y se cambió de ropa, se maquilló un poco y esperó a que Franco pasara por ella.

Uy, ¿esperas a alguien?, dijo Marlene.

Sí, ¿te acuerdas de Franco?

¿El chico que estaba contigo en la escuela?

Sí, va a venir por mí.

¿Ya son novios?

Solo somos amigos, no te adelantes.

Perdón.

No te preocupes, no pasa nada.

Franco llegó poco después...

Tocó a la puerta como todo un caballero.

Ahí está mamá, me voy, regreso más tarde.

Diviértete.

Gracias, mamá, dijo Josefina y salió.

Franco la abrazó y le dio un beso en la mejilla.

Estás muy hermosa.

Y tú ni se diga, estás muy guapo.

Frsnco la ayudó a subir al auto.

Después enfilaron hacia un lugar tranquilo para comer.

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