Marlene seguirá buscando a Mireya

En cuanto Isabel supo que su hija estaba en la delegación, acudió de inmediato acompañada de su esposo.

Hija mía, dijo al verla. Y usted pagará caro por esto.

Pero, si no hice nada malo. Yo solo evité que Josefina muriera por inanición.

Usted está loca, dijo Isabel, mi hija tenía suficiente comida.

Yo la encontré tirada en el suelo, estaba muy desnutrida y sin fuerzas. Además, Josefina me dijo que sus padres estaban discutiendo por su culpa, y también dijo que se iban a divorciar, dijo Marlene en su defensa.

Eso no es verdad, mi esposo y yo estamos mejor que nunca y estamos dispuestos a que lleves una vida sana a nuestro lado, dijo Isabel abrazándola.

Mamá, yo me quiero quedar con Marlene, ella me ha cuidado bastante bien, es muy buena conmigo y me está ayudando a buscar a mi verdadera madre.

Pero, ¿qué dices?, yo soy tu verdadera madre.

Una madre no abandona a sus hijos como lo hiciste tú conmigo, dijo Josefina, ella ya se sentía a gusto con Marlene.

Hija, no te abandoné, solo tuve unos asuntos que arreglar.

Señor policía, ¿será posible que me pueda quedar con Marlene?, mi mamá y mi papá no me quieren, solo les estorbo, quieren llevarme con ellos para acallar su mente de los remordimientos.

El oficial de policía, observó a las dos mujeres mayores...

Señora Isabel, si Josefina no quiere estar con usted no es culpa de ella. Y, señora Marlene, la justicia no le hará nada porque hizo lo que tenía que hacer, lo que le dictó su conciencia. Y eso no es censurable.

Así que cada quien se va por su lado, y tú, pequeña, tu lugar está con tus padres, adoptivos o no, pero son tus padres puedes venir si nos necesitas, siempre estaremos aquí.

Está bien, gracias, oficial. Luego, dirigiéndose a Marlene dijo: gracias, Marlene, siempre estarás en mi corazón.

Siempre estaré aquí para ti. La abrazó y le dijo al oído, yo seguiré buscando a tu madre.

Una sonrisa iluminó su cara. Gracias.

Isabel y Juan, salieron con su hija rumbo a su casa.

Puede irse usted también, señora, pero tenga cuidado con lo que hace. No haga cosas buenas que parezcan malas.

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Xavier, por su parte también estaba buscando a su hijo (a), en 10 años no había logrado saber nada de él (ella), pero algo le decía que no estaba tan lejos.

"¿A dónde se habrá metido Mireya?", como apenas se estaba levantando no había podido contratar a un investigador privado.

Varios días después, Xavier decidió vender el rancho y regresarse a Monterrey.

Deseaba con el alma encontrar a su hijo (a). Él no sabía el sexo de su hijo porque Mireya se fue sin decir nada y nunca la pudo encontrar.

Esa mujer no daba señales de vida.

La foto de Mireya estaba en todas partes, pero como ya tenía muchos años en los postes se habían puesto casi ilegibles.

Pero no solamente Xavier estaba buscando a Mireya, Marlene también andaba en eso.

Afortunadamente, pudo sacar los dos coches del corralón.

Y también seguía buscando a Mireya, aunque no la conocía sabía que podría dar con ella, porque veía las fotos de ella por todas partes aunque un poco difuminadas alcanzaba a distinguir ese rostro tan bonito.

No le importaba gastar el dinero que fuera, después de todo, el dinero era lo que le sobraba y para ella era lo de menos, lo que quería era encontrar a Mireya para poder darle esa alegría a Josefina.

Aunque no sabía si Mireya la fuera a recibir bien o mal.

Tengo que encontrarla, aunque sea para desengañar a Josefina.

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En una colonia alejada de Monterrey como si fueras a Cadereyta...

Una pareja disfrutaba de las mieles del amor.

Ay mujer, eres excepcional, me encantas. En 8 años que llevamos juntos aún no dejo de amarte.

Yo también te amo. Nunca se me va a olvidar aquel día en que me rescataste de la calle.

Bueno, yo solamente hice lo que tenía que hacer, pero el amor surgió entre los dos.

Ya sé, mi amor, pero lo único que nubla mi felicidad es no poder encontrar a mi hija. Cometí un error garrafal al haber regalado a mi hija a esa mujer desconocida, pero en ese momento no estaba en mis cinco sentidos.

Si la volvieras a ver, ¿la reconocerías?, le preguntó Manuel.

No sé, ha pasado tanto tiempo que no creo reconocerla, después de todo nomás la vi una vez.

¿Y dónde se la entregaste a la señora?

En una tienda de autoservicio.

Ahí está la clave, mi amor, podemos checar las cámaras de esa fecha.

Pero, ¿qué ganamos con eso, mi vida? De todos modos ya pasó mucho tiempo, la señora debe estar cambiada.

Tienes razón, pero no perdemos nada con checar.

¿Sabes qué, amor?, ayer que fui a comprar las cosas que ocupo vi unos pasquines que ya tienen muchos años ahí porque la foto está borrada, pero sí alcancé a distinguir tu rostro, creo que también te andan buscando.

Debe de ser mi esposo el que me está buscando. Como sea para pedirme el divorcio porque para otra cosa no lo quiero.

Yo creo que sí deberías buscar a tu esposo para que de una vez te firme el divorcio y podamos casarnos tú y yo.

Creo que tienes razón, amor, pero primero terminemos lo que estamos haciendo.

Y continuaron con su ritual del amor. A ninguno de los dos se les veían las manos, porque volaban por todo el cuerpo de cada uno.

Los gemidos se escuchaban hasta afuera.

Pero eso no le importó a Mireya.

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