Al cabo de un mes, la servidumbre ya se había ido, estaban descontentos por las actitudes de los patrones.
Josefina se quedó sola. A sus 10 años, tuvo que aprender a cocinar porque su papá y su mamá no le prestaban atención.
Un día Josefina los escuchó discutir en su cuarto.
Mira lo que haces, por tu culpa se fue la servidumbre, Juan estaba muy enojado.
¿Por mi culpa? Pero tú fuiste el que los fue corriendo poco a poco. Ellos se asustaron por tu actitud y se fueron, dijo Isabel en calidad de defensa.
Yo no he hecho nada, y por eso te pido que me des el divorcio.
¿Divorcio?, pero, ¿es que te has vuelto loco?
Por supuesto que no, estoy más cuerdo que nunca.
¿Y qué va a pasar con Josefina?, preguntó Isabel, que hasta ese momento se acordó que tenía una hija.
Pues te la quedas tú, yo no estoy para andar cuidando niños.
Pero si yo la adopté por ti, porque tú querías un hijo.
Tú lo has dicho, yo quería un hijo no una hija. Me voy de esta casa, te dejo todas las cosas, la casa, el coche, todo; también te dejo a tu hija. Ya no soporto ni un día más aquí.
Juan si sales por esa puerta ya no vas a regresar.
Te mandaré a mi abogado.
Isabel se portaba muy bien con la niña porque ella le traía felicidad de su matrimonio, pero, últimamente ya nada la hacía feliz.
Media hora después de que saliera Juan ella también salió sin importarle que la niña se quedara sola en la casa sin alimento.
Josefina tenía hambre, fue a la cocina a ver qué podía hacerse. Buscó en la alacena, no había nada de despensa, y el refri estaba vacío.
Dos días después, Josefina estaba al borde de la desnutrición porque no había podido comer bien, ya que Isabel no regresaba y no había nada que comer.
Una de las vecinas que nunca faltan por chismosas, vio a la niña por la ventana y la vio que estaba tirada en el suelo, rápidamente se apresuró a auxiliarla.
Josefina, ¿qué te pasa, por qué estás tirada en el suelo?
Josefina muy apenas pudo contestar, se sentía terriblemente mal.
Ven, te llevaré a mi casa y como pudo la cargó y la llevó a su casa.
Después de ayudarla a darse un baño le dio un caldito de pollo.
Josefina comió con mucha avidez, tenía mucha hambre.
Una vez que estuvo saciada, la vecina le preguntó: ¿qué te pasa niña, por qué estabas tirada en el suelo de tu casa?
Es que ya no podía más, me desmayé de hambre.
¿Y dónde están tus padres, criatura?
No lo sé, ellos estaban discutiendo y después se fueron, y no supe más, no han venido en dos días. Ellos se van a divorciar. Josefina no pudo detener las lágrimas que empezaron a caer por su rostro.
No llores, Josefina, trataremos de encontrar a tu madre para que venga a hacerse cargo de ti.
Señora, ellos no son mis padres biológicos, ellos me adoptaron cuando yo era una bebé.
La vecina no pudo contener el asombro, ¿eres adoptada?
Josefina bajó la cabeza, sí.
Bueno, no te preocupes, ya veremos qué hacer.
Dígame una cosa, señora, ¿me ayudaría a encontrar a mi verdadera madre?
¿Por qué no?, siempre me ha gustado ayudar a los más necesitados.
Encontré un papel en un cajón, ¿quiere venir conmigo?
Josefina le dio el papel a la vecina.
¿Sabes que, Josefina?, aquí dice que tu madre te dejó encargada con una señora, pero que nunca regresó por ti, entonces va a ser más difícil porque no te dejaron en un orfanato. Yo creo que la señora Isabel es la misma con la que te dejó tu verdadera madre.
¿Entonces mi mamá Isabel me tiene con ella desde que yo era recién nacida?
Al parecer, sí, y te voy a decir una cosa, yo no tengo a nadie en la vida, tengo mucho dinero y no sé cómo gastarlo, me iré contigo y juntas buscaremos a tu madre. ¿Te parece bien?
¿De verdad haría eso, señora?
Sí y no me digas señora, dime Marlene.
Gracias, Marlene.
Bueno, ahora vamos a tu casa para prepararte una maleta con todas tus cosas, y nos iremos juntas, te prometo que encontraremos a tu madre.
Gracias, Marlene.
Poco tiempo después Josefina salía con dos maletas de su casa, dejó todo bien cerrado y salió.
Adiós, casa. Adiós mamá. Ya que tú no me quieres, me voy.
Marlene dejó encargada su casa a una de las vecinas, le dio las llaves, por favor, amiga, te encargo mucho mi casa, no sé cuándo regrese.
Está bien, vete sin pendiente. Yo cuidaré tu casa.
Josefina y Marlene subieron al auto de ella y partieron con rumbo desconocido.
Lo primero que hicieron fue ir a la delegación de policía.
Buenas tardes, oficial, hace 10 años una señora vino aquí con una bebé en brazos.
Sí me acuerdo de eso, dígame, ¿qué se le ofrece?
Esta niña que usted ve aquí es esa niña de hace 10 años, ella anda buscando a su madre biológica.
Señora, siento decirle que ese caso ya está cerrado, nunca logramos dar con la verdadera madre de esta niña, ya la hemos dado por muerta.
¿Usted cree de verdad que esté muerta? ¿No hay ninguna posibilidad de que esté viva?
Qué más quisiera yo que darle esperanza, señora, pero lo más probable es que esté muerta.
Gracias, oficial, pero quiero que sepa que no me daré por vencida, buscaremos a esa señora por mar y tierra.
Como quiera, pero yo le aseguro que no va a encontrar nada nuevo de lo que ya le hemos dicho.
Ya a solas en una casa que rentaron...
Josefina, yo creo que lo mejor es que regreses a la escuela y en cuanto salgas, seguiremos con la búsqueda, ¿te parece?
Está bien, dijo Josefina sin muchas ganas.
Cuando Marlene fue por Josefina a la escuela vio unos pasquines que antes no había visto.
Estos pasquines ya son viejos, casi no se nota lo que dice ahí.
Se acercó a leer.
El pasquín de una señora desaparecida.
"¿La conoces?, se dará gratificación a la persona que ayude a dar con el paradero de esta mujer su nombre es Mireya, seguramente tiene un bebé recién nacido".
¡Mireya!, la mamá de Josefina se llama Mireya. Bueno, al menos ya tenemos una pista.
Marlene cortó el pasquín y lo guardó en su bolsa.
Josefina vio a Marlene y corrió hacia ella, súbete, tengo algo que decirte, vamos a casa.
¿De qué se trata, Marlene?
Tengo una pista, tu madre se llama Mireya.
!Oh! Qué bello nombre.
Josefina, debo decirte algo. Tienes que prepararte para todo, si Mireya te abandonó es porque no te quiere, entonces, prepárate por si la llegamos a encontrar y ella no te acepta.
O tal vez me abandonó porque no estaba bien de la cabeza o porque no podía cuidarme, cualquier cosa puede ser. Tal vez sí me quería, pero la adversidad la obligó a cometer eso.
Está bien, de todos modos prepárate para lo peor.
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