Se llama Josefina

Yolanda se quedó preocupada, no tenía planeado tener un bebé.

Cuando llegó a su casa, encontró a Mireya bañada y con la comida hecha.

Mireya, ya hiciste la comida, qué eficiente eres.

Pensé que tendrías hambre.

Eso quiere decir que te sientes mejor.

Sí, la pastilla me hizo efecto. Me siento mucho mejor.

¿Qué te dijo el médico?

No es nada, solo fue un mareo.

¿Estás segura?, ¿no te has puesto a pensar que tal vez estés embarazada?

Yolanda se asustó por las palabras de Mireya, al parecer, sabía mucho.

No creo, al rato se me quita.

Xavier no había encontrado a Mireya la policía la buscaba hasta por debajo de las piedras, pero ella no aparecía por ningún lado.

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¿Y dice que su esposa está embarazada?, preguntó el oficial a Xavier.

Sí, tiene dos meses. No tiene a dónde ir.

Ella no quiere ser encontrada. Tal vez debería esperar a que regrese sola.

Oficial, ella no estaba a gusto con su vida, no quería tener un bebé, temo que le haga daño al bebé.

En ese caso no descansaremos hasta encontrarla.

La policía se dividió, pero no había resultados favorecedores.

Xavier sabía que en un arrebato Mireya puede ser capaz de matar a su bebé.

Era una búsqueda incesante, pero Mireya no daba señales de vida.

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Mientras en la casa de Yolanda, dos mujeres luchaban por sus embarazos, una con dos meses y la otra con un mes.

Yolanda estaba preparando todo para que Mireya se fuera a vivir a un refugio para señoras solas y con bebés.

La verdad es que le estaba saliendo muy caro mantenerla en su casa.

Y ella no tenía tanto dinero, lo que ganaba apenas si le alcanzaba para lo más indispensable.

Por eso, en cuanto llegó a los cuatro meses de embarazo, le propuso visitar ese lugar.

Creo que tienes razón, te estoy causando muchos problemas.

No es eso, lo que pasa es que necesito dinero. Cuidar dos embarazos es muy duro.

Y, ¿el padre de tu hijo?, ¿dónde está?

Prefiero no hablar de él, fue un amor imposible, dijo Yolanda, el rostro se le oscureció al hablar de su amor.

De seguro está casado, ¿verdad?

Es hora de que nos vayamos a dormir, mañana te llevaré al refugio.

Está bien, gracias por ayudarme, espero que nos sigamos viendo.

Claro que sí, en este tiempo que vives conmigo, he aprendido a apreciarte.

y yo a ti, dijo Mireya.

Al día siguiente, Yolanda llevó a Mireya al refugio.

Las encargadas la recibieron muy bien. Ven por aquí, Mireya, ¿verdad?

Sí.

Aquí tendrás techo y comida, hasta que tu bebé nazca. ¿Te puedo preguntar por el padre de tu hijo?

Él y yo estamos separados, me voy a divorciar.

¿Por qué?, ¿ya no lo quieres?, le preguntó la encargada.

Hay veces que aunque uno no quiera hacer las cosas, no nos queda más remedio.

Bueno, mientras vivas aquí tendrás que acatar ciertas reglas, que te iré diciendo poco a poco.

Por ahora, báñate, y cuando estés lista hablamos.

Varios meses después el bebé de Mireya estaba por nacer. Ella ya estaba en trabajo de parto.

Xavier no había dado con ella, pero sabía que podría estar por dar a luz, así que la buscaron por todos los hospitales, pero no pudieron dar con ella, no había ni rastro de Mireya.

Yolanda estaba presente, esperaba afuera, en la pequeña salita.

La partera que la atendió le habló a Yolanda.

Felicidades, es una niña.

Gracias, ¿puedo pasar a verla?

Claro que sí.

Yolanda le dio un ramo de flores.

Poco después le llevaron a la niña...

Ay, es preciosa, dijo Yolanda cargando a la pequeña. ¿Cómo le pondrás?

No sé, no he pensado en eso. Le devolvió la niña a la enfermera porque se la iban a llevar.

Pero de pronto, la enfermera gritó, ¡la niña no está respirando!

Rápidamente, la trasladaron a una cuna, después de varios estudios los doctores dijeron que debía estar internada, para practicarle más estudios.

¿Por cuánto tiempo, doctor?, dijo Yolanda.

Solo será por una semana, no se preocupe.

Yolanda se volvió a Mireya, ¿qué planes tienes para cuando salgas de aquí?

No sé, creo que la voy a meter a una guardería para ponerme a trabajar.

Bueno, creo que es lo mejor. ¿Por qué no la llamas Josefina?, es un nombre muy bonito.

Mireya la vio, y luego asintió, está bien, se llamará Josefina.

Y tú, ¿qué nombre le pondrás a tu hijo?

Si es niña, se llamará Esperanza, y si es niño se llamará Franco.

¡Oh!, qué bien.

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Una semana después Mireya salió con su bebé en brazos. Afortunadamente, solo fue una falsa alarma, la niña estaba bien.

Mireya salió y se perdió en la inmensidad de la ciudad de Monterrey. Sentía que su cabeza daba vueltas.

"¿Qué voy a hacer con esta niña?", pensó. Ella no estaba en sus cinco sentidos.

Vio a una mujer pasar por ahí, se veía elegante. Tropezó con ella deliberadamente, perdón.

No se preocupe, dijo la mujer. ¿Es su hija?

Sí, dijo Mireya.

Es muy linda, ¿cómo se llama?

Josefina.

¿Me la puede cuidar para ir al baño?

Claro, aquí la espero.

Mireya entró al centro comercial, pero lejos de ir al baño, salió por la puerta trasera de la tienda.

Al ver que Mireya no regresaba, la señora entró a la tienda.

Disculpe, ¿no vio a una señora joven como de unos 25 años pasar por aquí?

No.

A todos los que le preguntaba le decían que no.

No sabía qué hacer, la señora había huido, y le había dejado a Josefina.

En la delegación...

¿De manera que la mamá de esta niña le pidió que la cuidara para ir al baño, y luego desapareció?, preguntó el oficial de policía.

Sí, y quisiera adoptarla.

Primero vamos a ver si regresa la madre o algún familiar, tal vez el padre. Pero no se preocupe, le daremos prioridad a ud., en caso de que nadie la reclame.

Desgraciadamente, nadie la reclamó, Xavier no veía televisión, así que no se dio cuenta de nada.

Por más que buscaron a Mireya, nunca dieron con ella.

Isabel fue llamada por la casa cuna donde había ido a parar Josefina...

En vista de que nadie reclamó a la niña, el estado ha decidido darla en adopción. Usted será su madre de hoy en adelante, espero que la sepa educar bien. En unos días iremos a ver como va todo. En caso de que la madre aparezca un día, tenga este papel que los acredita a usted y a su esposo como padres adoptivos.

El esposo llegó poco después, justo a tiempo para oír lo que decía la encargada de la casa cuna.

Cargó a la niña, "es hermosa", dijo.

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