Cuidado con lo que deseas

Las palabras de Diana golpearon directamente el corazón de William, y no sabe por qué le duele tanto… ellos no son absolutamente nada… y una relación con Susana… Sí, es todo lo que él ha deseado. Pero, ¿por qué se siente que algo no está bien?

William: (Como autómata) Sí, es una relación que desde hace tiempo he deseado tener con ella…

Diana: (Con una tierna sonrisa) Felicidades... entonce, con permiso Alteza.

Se dio media vuelta y se fue, seguida por su doncella y guardaespaldas.

Pero William no entiende ¿por qué se va? ¿No le importa que él tenga una relación con Susana? ¿No va a gritarle, a reclamar o a molestar a su amada? ¿Por qué siente como si hubiera perdido mucho más de lo que ganó?

Varias semanas después, el Príncipe seguía pensando lo mismo, pero hoy no puede distraerse, pues debe recibir en el Palacio al nuevo emperador del Imperio Killian Draccor quien, tras su coronación, acude a revisar algunos acuerdos de cooperación.

A la ceremonia deben acudir todos los miembros de la corte y por la tarde se ofrecerá un baile al que deben asistir los altos círculos sociales, por lo tanto, Diana estará presente y William espera aprovechar la oportunidad para demostrarle a sus padres que ahora trata con respeto a la muchacha.

En el ducado Donnelly

Duque: Princesa hermosa ¿Estas segura de que quieres ir?

Diana: Nop, no quiero ir… debo ir… tú me lo advertiste hace tiempo, que hay cosas a las que no podemos faltar… sólo me gustaría que fuera lo más breve posible…

Duque: Perfecto, entonces sólo nos quedaremos al primer baile y nos despedimos, afortunadamente aun no haces tu debut social y por eso no es correcto que te quedes mucho tiempo, podemos poner eso como excusa ante el Rey y la Reina… sólo espero que el emperador no arme ningún problema, tiene fama de ser un viejo ogro y con muy mal carácter…

Diana: Jajajaja (no pudo evitar reírse de lo dicho por su padre) Hay papacito, no creo que el Emperador tenga tiempo, sólo estaremos un momento y ya… no le daremos tiempo de reaccionar, jajajaja.

Momentos después, en el Palacio

Cuando fueron anunciados, todos quedaron maravillados por la belleza creciente de la pequeña duquesa, luce realmente hermosa con el traje que lleva, su vestido del color de sus ojos es sencillo pero muy elegante y hace resaltar su figura, aunque este es un evento social extraordinario, ella ya bien podría hacer su debut social, pero para eso falta todavía.

Luego de ellos, llegó la familia Real y en cuanto la vio William quedó asombrado porque parece un hada a la que sólo le faltan las alas para volar. Esto fue notado inmediatamente por su madre, quien le dijo en un susurro que cerrara la boca o se le caería la baba, a lo que él sólo volteó la mirada apenado.

En seguida, fue anunciada la llegada del Emperador Killian Draccor, y todos hicieron una reverencia, incluyendo a los reyes, quienes le dieron espacio para estar con ellos en el lugar de honor.

Killian Draccor: Gracias. Es para mí muy grato reunirme con ustedes para seguir fortaleciendo los lazos de amistad en el Imperio. Ares es un pueblo de gran interés para todos y espero que esta visita sea lo más productiva posible.

Ambrosio Ares: Majestad, sería un honor si usted pudiera abrir el baile de esta noche. Ante usted, están las jóvenes más hermosas y dignas del reino.

Cuando escuchó esto, William agradeció mentalmente que la invitación fuera sólo para nobles de alto rango, así Susana no sería molestada por el Emperador pues está seguro de que, si la viera, se enamoraría inmediatamente de ella… pero cuando estaba ya celebrando en su mente esta buena ventura, su corazón quedó helado…

Killian Draccor: Normalmente no acostumbro a bailar… pero como usted menciona, hay chicas excepcionalmente bellas en este reino (caminó directamente hacia Diana y extendió su mano). ¿Me haría el honor de concederme este baile?

Diana abrió los ojos de par en par… no lo podía creer, este es su hombre ideal. Muy parecido físicamente a su padre, alto, cabello negro, ojos azules claros similares al cielo, facciones masculinas, espalda ancha, una presencia imponente, no podía apartar su mirada de él. Temblando tomó su mano y, literalmente, se dejó llevar.

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