Bajo El Yugo Del Amor
Soy Salomé Lizárraga, y esta es mi historia
Actualmente estoy embarazada y he decidido tener a mi hijo lejos de mis seres queridos. Me encuentro en un lugar apartado de la ciudad, y lo que debería ser el momento más feliz de mi vida se ha convertido en una pesadilla. Deseo que mi hijo nazca en un entorno libre de odio y rodeado del amor que solo yo puedo ofrecerle.
Soy abogada y provengo de una familia adinerada, con sólidos principios y una moral intachable. Tengo una hermana, Ernestina, que fue adoptada por mis padres cuando creyeron que no podrían tener hijos. Según cuentan, ella era la hija del ama de llaves, quien quedó embarazada y decidió entregarla a mis padres poco después de su nacimiento. Tras recuperarse del parto, se marchó y nunca más se supo de ella. Para sorpresa de mis padres, dos años después nací yo. A pesar de nuestras diferencias físicas —ella tiene piel oscura y ojos color café, mientras que yo soy de tez clara y ojos azules—, hemos crecido como verdaderas hermanas y somos muy unidas.
Sin embargo, hace dos años, Ernestina se trasladó a la ciudad de México y se casó con un hombre de clase media, lo que generó descontento en mis padres, quienes esperaban un candidato de nuestro nivel social. Ella evitó comunicarse con la familia por temor a los reproches. Recientemente, decidió regresar a Caracas, aprovechando que su esposo tenía un congreso de medicina en la Isla de Margarita. Era la ocasión perfecta para compartir con mis padres y presentarles a su esposo.
Por coincidencia, yo también había planeado celebrar mi cumpleaños en Margarita con un grupo de amigas, antes de regresar a la fiesta que mis padres organizaban para conmemorar tanto mi cumpleaños como el regreso de Ernestina. Todos estábamos emocionados por conocer, por fin, al hombre con el que se había casado.
Todo transcurría con normalidad hasta que, por una desafortunada jugarreta del destino, conocí accidentalmente a mi cuñado, el doctor Alberto Medina, un hombre que cambiaría el rumbo de mi vida.
Durante ese fin de semana, disfrutaba de mi estancia en la Isla con mis amigas. Todo iba bien hasta que decidí salir a caminar sola por la playa al caer la tarde. Siempre me ha gustado sentir la arena en mis pies. Estaba distraída, disfrutando de la brisa y el aroma del mar, cuando pisé un vidrio afilado y sentí un dolor intenso que me hizo gritar.
— ¡Ay! ¡Qué dolor!
Mis gritos llamaron la atención de un hombre que estaba sentado en una roca cercana. Se acercó rápidamente y, al verme llorar, preguntó:
— ¿Qué le pasa, señorita? ¿Se lastimó?
— Sí, creo que pisé un vidrio. Me duele muchísimo. ¡Ay!
— Siéntate aquí sobre este tronco y déjame ver tu pie.
— Pero con cuidado, me duele mucho.
— Tranquila, esto va a ser rápido.
Cuando dijo eso, un dolor aún más agudo me hizo llorar.
— ¡Ayyy! ¿Qué ha hecho que me duele tanto?
— Solo saqué el vidrio de la planta del pie. El dolor es normal, pero creo que necesitarás algunos puntos para evitar que siga sangrando.
— ¿Es médico para saber eso?
Le respondí con lágrimas en los ojos, mientras el dolor se volvía insoportable. Para mi sorpresa, él sonrió, lo que lo hizo aún más atractivo.
— Sí, soy médico. Mucho gusto, mi nombre es Alberto Medina.
Mis ojos se abrieron de par en par. En ese momento comprendí la facilidad con la que había extraído el vidrio de mi pie.
— ¿En serio es médico? ¡Perdón! Nunca me lo hubiera imaginado. Entonces, ¿eso significa que realmente necesito suturas?
— Así es, pero aún no me has dicho tu nombre.
— ¡Cierto! Soy Salomé.
— Bonito nombre, Salomé. Debemos curar esa herida pronto o podría infectarse.
Alberto tomó mi pie, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo colocó en la herida, presionando con fuerza para detener la hemorragia.
— Listo, esto te ayudará un poco. Debes venir conmigo; me hospedo en el hotel Margarita Suite, que está a solo unos metros de aquí. Tengo un maletín de primeros auxilios en mi habitación.
— Qué casualidad, yo también estoy en ese hotel, pero...
No sabía cómo expresar que no quería ir con un desconocido a su habitación, aunque él adivinó mis pensamientos.
— No te preocupes, no soy un psicópata. Te mostraré mis credenciales. Estoy aquí por un congreso de médicos de diferentes países. Puedes preguntar en el hotel si quieres. Pero no deberías esperar para curarte; de lo contrario, puede empeorar.
— Está bien. La verdad es que no soporto el dolor y no deja de sangrar.
— Muy bien, apóyate en mí y caminaremos despacio.
No tuve más opción que aceptar su ayuda; era eso o quedarme en medio de la playa con el pie sangrando. Alberto era alto, rubio y de tez bronceada, se veía como un galán de película.
A pesar de mis esfuerzos por apoyarme en él y caminar con un solo pie, el dolor aumentó y la herida comenzó a sangrar más. Como resultado, Alberto tuvo que cargarme el resto del camino.
Al llegar a su habitación, aún me mantenía en sus brazos. Me sentía un poco incómoda, a pesar de que su atractivo era innegable y el perfume que llevaba era embriagador.
Me colocó sobre la cama y buscó rápidamente su maletín de médico. A pesar del dolor, no podía evitar pensar: “¿Qué guapo está este hombre? ¿Estará casado? Pero no lleva un anillo”.
(…)
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Updated 27 Episodes
Comments
Yandisita Perea Maturana
nueva historia a leer se dijo
2024-12-19
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