capitulo 8 medidas desesperadas

Los Maslov regresaron satisfechos con su hija .

Durante la semana prepararon un asado e invitaron algunos amigos para festejar el compromiso .

Hasta sus amigas, ahora casadas llegaron con sus esposos.

Se asombró de ver a Ana ,la chica que era golpeada por su marido embarazada y toda feliz.

Mientras estaban ocupados en otros quehaceres se coló a la habitación de sus padres, quitó algo de dinero del colchón que venía descociendo de a poco cada vez que ordenaba la cama .

Con pena Raquel guardaba entre sus prendas algo de dinero y cocia nuevamente el colchón para retirarse de allí como si saliera del baño.

Después la llamaron para recibir la alianza de bodas, pidió un momento, mientras escondía la plata debajo de la cama y fingía que se arreglaba el cabello.

Entre los pastos del galpón de las raciones había dejado un bolso con algo de ropa que Tolentino había llevado hasta donde vivía, esperando la decisión de su dueña.

Le agradó ver su actitud de serenidad,ante la tormenta que desataria.

Recibía la alianza de manos del pastor Luis y también debió colocarle una.

Entre sus padres y el pastor ya habían fijado la fecha de la boda .

Se estaba convirtiendo en una excelente actriz .

Todo terminó , podía sentir nuevamente cariño y entusiasmo de sus padres,organizando su boda y aliviados por no hacerlos pasar vergüenza frente a sus amigos.

Finalmente se estaba comportando como la hija obediente que querían.

La cena no fue necesaria habían comido demasiado en el almuerzo.

— Tolentino,¿cambiaste las herraduras de la yegua??.— preguntaba Maslov.

—Aún no,estaba fazendo u asado,pero mañana se la traigo pra charrete.— afirmaba , mirando a su amiga.

— Está bien,así le doy descanso al colorado.— era la señal que Raquel debía irse o tendría que abandonar la Colonia a pie.

Le hizo señas a Tolentino indicandole que se iría mientras guardaba los platos y las demás cosas que estaban por todos lados en el patio.

— Bueno,yo me voy.

Vengo mas tarde mañana,si no tem problema don Maslov.

Así que a ferradura a da yegua ficar pronta .— se despidió con un saludo,tocando su sombrero en señal de respeto.

Tenía también que pensar a donde irse ,si lo descubrían colaborando con la huida de la hija de los dos.

La casa estaba en silencio pero Raquel no se dormía,las manos le temblaban .

Tenía miedo de lo que enfrentaría,pero no le estaban dejando alternativas.

Al sentir el ronquido de su papá,entendía que dormía profundamente.

Se levantó en forma sigilosa y colocó bultos en la cama simulando su silueta.

Después de tomar su bolso de mano ,se escapó por la puerta que daba al fondo de la casa.

Corría hasta la portera como si la persiguieran,la luna estaba clara como un farol que alumbraba su camino y la noche serena ,no tan fría como en invierno.

Tolentino la esperaba con el caballo ensillado.

— Guria vai com meu moro.

Depois sueltalo,el vendrá sosinho para aqui,que e a sua *querencia .— sabia de que hablaba.

— Gracias por la ayuda, muchas gracias .—le dio un abrazo sincero,lleno de miedos y a la vez de alivio.

— No e muito mais aqui tienes dinero.—le pasaba sus ahorros.

— Don Tolentino no es necesario, ya tengo un poco.— no quería tomar el dinero que seguramente era de sus trabajos extras.

— Nada é suficiente cuando tem que fugir.— insistió entregándole nuevamente la plata.

Subió al caballo y le alcanzó el bolsito que tenía guardado.

Sería una noche larga de insomnio y preocupación.

Encendió el farol y le cambio las herraduras a la yegua esperando que amaneciera.

No podía conciliar el sueño, que lo agarró recién amaneciendo, se despertó aturdido y con el sol en la cara.

Seguramente eran como las nueve de la mañana y su caballo aparecía nuevamente allí ,sin nadie encima .

Eso había sido demasiado rápido.

Ojalá no le hubiera pasado nada a Raquel.

Le dio algo de maíz y se fue hasta lo de los rusos con los dos animales.

Todo estaba tranquilo, como si aún no supieran que la hija había huido, le daba una ventaja para hacerse también el sorprendido.

Se limitó a dejar el moro en la soga comiendo y la yegua suelta en los pastizales .

Por mientras buscaba la llave de alambrar para reparar los alambres del potrero que llevaba al embarcadero que Maslov le había pedido.

—Buen día Tolentino,deje por ahora lo del alambre.

Preciso que me ayudes a desparramar el agua que hay emposada en el fondo del campo. Toma unas azadas y unas palas,voy por el tractor.— casi respiraba aliviado de irse algo más lejos cuando la bomba explotara.

—Si no passa nada.— lo siguió y ensillo la yegua.

—¿No vas en tu moro??.— casi se delataba ,no queria cansar más al animal.

Pero enseguida se le ocurrió una idea.

— E pra provar si ficaron bem as ferraduras.— respondió convenciendo al ruso.

Doña Sara pasaba por la habitación de su hija,y la veía dormida.

Mejor dejarla quieta ,aunque fuera algo tarde,habían sido días extenuantes para ella y llenas de presiones.

Por otro lado Raquel se despertaba en la antigua casa de Alice.

Todo estaba desordenado por allí,con la luz del día podía ver ropas algo quemadas, entre ellas la del bebé no nacido que seguramente su amiga había tejido con tanto amor.

Muchos papeles tirados por el suelo y muebles rotos ,además de vidrios de los adornos de cristal y porcelana que había visto en la sala.

Podía escuchar a los vecinos conversando alrededor.

No era una buena idea salir de allí y que la vieran,debía al menos esperar la siesta.

Las maestras del centro poblado pasaban conversando en frente a la casa y una idea cruzó su mente.

Se iría con ellas cuando el día de clases terminase.

Sabía que se marchaban los fines de semana en un ómnibus que cruzaba al finalizar el turno,con destino directo a la capital del estado.

Después pensaría mejor que rumbo tomar.

Entró al baño a intentar asearse un poco y cambiarse la ropa.

Vio ropas de Alice algo sucias pero nada que no se pudiera solucionar con un paño mojado y si se secaba por la banderola del baño.

Daba a un baldío y nadie notaría nada.

También buscó accesorios,algunas pulseras armadas con cuentas que siempre usaba Alice y ella encontraba atractivo.

Aretes nunca usaba, a menos que su madre le diera unas perlas, pero ahí habían varios ,con plumas y piedras de diferentes colores.

Por primera vez, se probó unos jeans y le agradó.

Era consciente que quizás la buscarían y cambiar la vestimenta dificultaria su reconocimiento.

Empezó a jugar con su aspecto y mirarse en un espejo que estaba roto en el suelo.

En la cocina busco algo de comer,no había demasiado y lo demás estaba en mal estado.

Pero había café, y se lo preparó frío para tomarlo con algunas galletas que cargaba en su bolsa.

De repente encontró el bolso de Alice entre los vidrios.

Lo sacó con cuidado ,no había nada dentro,ni documentos, ni nada ,solo una vieja foto de la familia con Doña Dominga que prefirió guardar entre las cosas que cargaba.

Tal vez pudiera encontrarla en algún momento y devolverle algo de lo que habia quedado atrás.

Recordó revisar el fondo de la bolsa y lo abrió, había algo de dinero dentro.

No sabía si tomarlo o no,quería dejarlo pero lo necesitaba y se lo guardó.

Su amiga no se enfadaria y no era demasiado lo que ella mismo cargaba.

Se durmió un poco más, pero se despertó asustada y su barriga reclamaba por alimentos.

Por primera vez se sintió asustada con miedo de haber perdido a las maestras,no tenía noción de tiempo o de la hora.

Sacó la ropa de la banderola , aún estaba un poco húmeda pero se la colocó y guardó la suya, recogiendo otras prendas mas.

Salió por la puerta que había entrado ,tomando el descampado hasta salir más adelante en la entrada del centro poblado.

Se sentó a la sombra ,ya podía ver a las maestras regresando.

Empezó a seguirlas hasta la parada del ómnibus.

Solo cuando estuviera dentro se sentiría más segura.

En su casa todo era un caos.

La colonia entera buscaba por ella y su padre había salido hasta el pueblo para dar parte de su desaparición con su yerno, preocupado con que dirían ahora que fue abandonado.

Para cuando la policía empezó a revisar los medios de transporte en su búsqueda, ella ya estaba en la terminal departamental pensando a donde iría a continuación.

No conocía a nadie allí, no conocía a nadie en ningún lado fuera de la Colonia.

Sintió un poco de arrepentimiento ,pero ahora era tarde para eso y solo de verse libre del compromiso con el pastor ya era suficiente.

Repasó en su mente los planes que había preparado y en nada se encajaban con su improvisación.

En un vidrio miraba su reflejo, vestida con ropas que nunca había usado ,ni usaría si su madre no se lo permitiera.

No se reconocía en su propio reflejo.

Parecía que veía a Alice allí fundida con ella,esbozando una sonrisa sincera y entregándole un libro que ahora yacía entre las cenizas de la estufa de sus padres.

Se armó nuevamente de coraje, ahora era libre ,pero algunos policías merodeaban la terminal.

No queria regresar, no podía,se estaba arriesgando demasiado quedándose allí.

Se sentía una fugitiva,una ladrona,y muchas cosas mas.

Recordaba las palabras de la Biblia que su madre le recitaba de la obediencia y después las comparaba con él sermón de las malezas.

La obediencia no tenía cabida cuando la querían casar a la fuerza con una persona que en vez de proteger a los hermanos,los entregaba a quien sabe quien, como ganado al matadero como había sucedido con Alice y su marido.

Aún no comprendía quienes eran esos hombres que hablaban con el pastor y se los llevaron en arresto.

Las miradas de sorpresa ante su presencia, habían quedado grabadas en su mente cuando los vio en el templo.

Si los tuviera en frente los reconocería inmediatamente de eso estaba segura.

Pero lo que más le dolía, era sentirse una maleza y por su propia voluntad se estaba extirpando de la vida de sus padres ,de la Colonia y de todo lo que le daba seguridad.

(*Querencia: un lugar íntimo y especial, marcado por el sentido de pertenencia.

Es la inclinación natural de las personas, y de algunos animales, a regresar al sitio donde nacieron, crecieron o donde han establecido un lazo .)

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