capitulo 14

La penumbra dentro del templo era casi absoluta. Solo los destellos de las armas y el tenue resplandor de las antorchas que llevaban iluminaban los contornos de las paredes antiguas, cubiertas de runas talladas en piedra negra. La sensación de opresión crecía a cada paso que daban, como si las sombras mismas intentaran tragarlos.

–Este lugar no es natural –susurró Ivar, mirando nervioso a su alrededor. Su voz reverberó ligeramente, devorada por el silencio.

Nix caminaba al frente, su daga firmemente sujeta en una mano, y la otra lista para desenvainar su espada en cualquier momento. Cada paso era calculado, cada músculo preparado para la batalla que sabía era inevitable. El aire en el templo era denso, como si algo antiguo y maligno respirara junto a ellos.

–Manténganse juntos –ordenó Nix en voz baja–. Lo que sea que proteja este lugar, no nos dejará salir con la Corona sin luchar.

–¿Crees que es la criatura que se menciona en las leyendas? –preguntó Reinar, que caminaba justo detrás de ella–. La Guardiana de Sombras. Se dice que devora las almas de los intrusos.

–Si lo es –respondió Drystan, con una sonrisa desafiante–, será interesante conocerla.

Nix lo miró de reojo. El semidiós mantenía la calma en situaciones en las que otros habrían temblado. Pero bajo esa fachada despreocupada, ella notaba la misma tensión que sentía en su propia piel. Algo estaba observándolos, esperándolos.

Finalmente, llegaron a la cámara central del templo. La sala era enorme, el techo apenas visible en las alturas. En el centro, sobre un pedestal de piedra negra tallada con símbolos arcanos, reposaba la Corona del Cuervo. Su forma era intrincada, hecha de ónix y obsidiana, con pequeñas plumas metálicas que parecían palpitar como si fueran reales. Una luz tenue emanaba de ella, casi como si la corona respirara.

–Ahí está –susurró Ivar, el asombro temblando en su voz.

Pero antes de que alguno pudiera acercarse, la sala comenzó a estremecerse. Desde las sombras que rodeaban las paredes, una forma comenzó a materializarse. Primero fueron los ojos: dos orbes de un rojo intenso que ardían con un odio antiguo. Luego, una figura gigantesca emergió de las tinieblas.

La Guardiana de Sombras era una criatura de pura oscuridad, con forma vagamente humanoide. Su cuerpo parecía compuesto de humo y llamas negras, y en sus manos llevaba una guadaña tan afilada que cortaba el aire a su alrededor. Su voz retumbó en la sala, profunda y gutural:

–¿Quién osa perturbar mi descanso? ¿Quién busca robar lo que no le pertenece?

Nix dio un paso adelante, alzando su mirada firme hacia la criatura.

–Yo soy Nix, Reina de los Reinos Unidos –dijo, con voz firme y clara–. Vengo a reclamar la Corona del Cuervo, símbolo de mi linaje y mi derecho al trono.

La criatura soltó un rugido ensordecedor, y la sala tembló con su furia.

–Tu sangre no te protege aquí, mortal. La Corona solo pertenece a quien demuestre ser digno de portarla. ¿Estás preparada para pagar el precio?

–Si es necesario –respondió Nix, desenvainando su espada con un movimiento preciso–. No me detendrás.

La Guardiana de Sombras no esperó más. Con un rugido, se abalanzó sobre el grupo, moviendo su guadaña con velocidad letal. Nix esquivó el primer golpe por puro instinto, rodando hacia un lado mientras la hoja impactaba el suelo con tal fuerza que rompió la piedra.

–¡A los flancos! –gritó Nix.

Reinar comenzó a conjurar hechizos, murmurando palabras en un idioma antiguo mientras símbolos dorados comenzaban a brillar alrededor de sus manos. Ivar lanzó una daga hacia la criatura, pero pasó a través de su cuerpo oscuro sin causar daño.

–¡No podemos herirla! –exclamó Ivar.

–Claro que podemos –respondió Drystan, avanzando hacia la Guardiana con una sonrisa feroz. Su espada, envuelta en un brillo oscuro, cortó el aire y, al impactar la figura, esta rugió de dolor y retrocedió.

–Su oscuridad puede ser cortada –gritó Drystan–. ¡Ataquen con fuerza!

Nix aprovechó la distracción y se lanzó hacia la criatura, su espada resonando al impactar contra la guadaña de la Guardiana. El choque envió una onda de energía oscura por toda la sala, derribando a Ivar y Reinar.

La criatura giró hacia Nix, sus ojos rojos clavados en ella.

–Tu espíritu es fuerte… pero no lo suficiente.

Antes de que Nix pudiera reaccionar, la Guardiana la golpeó con la parte plana de su guadaña, lanzándola contra una columna. El impacto le quitó el aire y sintió un dolor agudo en las costillas.

–¡Nix! –gritó Drystan, corriendo hacia ella.

Nix intentó levantarse, el mundo tambaleándose a su alrededor. La voz de la criatura resonó en su mente, como un veneno.

"No eres digna. No eres digna."

–¡Basta! –gritó Nix, incorporándose con un esfuerzo brutal. La sangre le goteaba por la frente, pero su mirada estaba llena de ira y determinación–. No me importa si soy digna a tus ojos. Voy a tomar lo que es mío.

La Guardiana retrocedió ligeramente, sorprendida por la voluntad inquebrantable de Nix. Drystan llegó a su lado y le ofreció la mano para ayudarla a ponerse de pie.

–Bien dicho, reina –murmuró él, con una sonrisa–. Vamos a terminar con esto.

–Juntos –respondió Nix, estrechando su empuñadura con fuerza.

Mientras Reinar conjuraba un círculo de luz alrededor de la Guardiana para limitar sus movimientos, Nix y Drystan cargaron al unísono. Drystan atacó por la izquierda, y Nix por la derecha, sincronizados como si hubieran luchado juntos toda una vida.

La criatura intentó defenderse, pero cada corte, cada golpe, la hacía retroceder más. Finalmente, Nix vio su oportunidad. Con un rugido de batalla, saltó hacia la criatura y hundió su espada en lo que parecía ser su corazón.

La Guardiana de Sombras soltó un alarido desgarrador. Su cuerpo comenzó a disiparse, como humo llevado por el viento, hasta que solo quedaron sus ojos rojos, que se desvanecieron lentamente.

En el centro de la sala, la Corona del Cuervo brillaba con una intensidad renovada. Nix avanzó hacia ella, respirando con dificultad. Tomó la corona con ambas manos y sintió un pulso de poder recorrer su cuerpo. Era fría al tacto, pero su peso era familiar, como si siempre hubiera pertenecido a ella.

–Lo logramos –dijo Reinar, exhausto pero con alivio.

–Esto es solo el comienzo –respondió Nix, mirando la corona en sus manos–. Ahora, todos sabrán que he regresado… y que no me detendré hasta recuperar mi trono.

Drystan la observó, una chispa de admiración en sus ojos oscuros.

–Elara no sabe lo que se avecina –murmuró él–. Pero pronto lo descubrirá.

Nix asintió, con la

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Omaira Taborda Gómez

Omaira Taborda Gómez

muchas emociones

2024-12-21

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8 capitulo 8 el fuego de la sombra
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10 capitulo 10 la alianza
11 capitulo 11
12 capitulo 12 en las profundidades
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22 capitulo 22
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24 Capítulo 24: Las Voces del Olvido
25 capitulo 25la maldición de las sombras
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27 capitulo 27
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29 capitulo 29
30 capitulo 30 la marca del abismo
31 capitulo 31
32 capitulo 32 la conquista de la guerrera
33 capitulo 33 los eco del pasado
34 capitulo 34
35 capitulo 35
36 capitulo 36
37 capitulo 37 juegos de poder
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61 tormenta y celos
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68 la reconstrucción
69 la sombra del pasado
70 capitulo final: el amanecer de una nueva era
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