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La Trampa de Alexander para Juan Rodríguez

Alexander Dy Galyz, conocido en las sombras del bajo mundo como un hombre frío, calculador y dominante, había comenzado a tejer una trampa para Juan Rodríguez que sería imposible de escapar. A los ojos del crimen organizado, Alexander no era solo el hijo de Violeta, la famosa Rosa Negra, sino también el heredero de un imperio de poder, respeto y miedo. Su nombre era temido y reverenciado en muchos círculos, desde las mafias europeas hasta las organizaciones criminales en Colombia y México.

Aunque joven, con apenas 24 años, Alexander había demostrado ser más astuto y peligroso que muchos de los hombres más viejos y experimentados en el mundo del crimen. El apellido Dy Galyz era sinónimo de autoridad y control. Como el hijo de la Rosa Negra, su madre Violeta le había enseñado las reglas del juego. Enzo Dy Galyz, su padre, había sido su sombra y su guía, enseñándole a usar el poder con maestría, a no confiar en nadie y a ser siempre el que toma la iniciativa.

En cuanto a Juan Rodríguez, la oportunidad de Alexander había llegado. Rodríguez, después de años en prisión y al sentirse impulsado por su venganza hacia Violeta, había caído en la trampa cuidadosamente diseñada por Alexander. El objetivo era claro: hacerle creer a Juan que estaba del lado de él, infiltrarse en su círculo y luego destruirlo desde adentro.

Alexander había sabido que Juan Rodríguez estaba obsesionado con la idea de recuperar lo que había perdido: el control sobre Violeta y, por supuesto, conocer a su nieto. Por lo tanto, el joven Dy Galyz ideó un plan que involucraba simulación y manipulación. Haciendo uso de sus recursos y contactos, Alexander se había infiltrado en los círculos de Rodríguez sin que este lo sospechara. Utilizó aliados cercanos para enviarle mensajes manipulados, haciéndole creer que Alexander compartía su deseo de venganza.

A través de comunicaciones discretas y encuentros aparentemente casuales, Alexander logró establecer una falsa alianza con Juan Rodríguez. En cada encuentro, Alex se mostró confiado, frío y calculador, proyectando la imagen de alguien que estaba dispuesto a unirse a Rodríguez y ayudarlo a destruir a Violeta. Le hizo creer que, de alguna manera, había sido un aliado oculto durante todos esos años, esperando el momento adecuado para actuar.

El mayor engaño fue cuando Alexander se mostró dispuesto a ser su mano derecha, incluso aceptando parte de los términos de la alianza que Juan Rodríguez deseaba establecer con los carteles del Golfo y Sinaloa. Juan pensaba que, con la ayuda de Alexander, podría finalmente derribar el imperio de los Dy Galyz y recuperar lo que sentía que le pertenecía por derecho.

Sin embargo, lo que Juan Rodríguez no sabía era que, mientras lo convencía de su lealtad, Alexander había estado preparando la trampa que lo destruiría. Sabía que Rodríguez era un hombre cegado por su sed de venganza, dispuesto a hacer cualquier cosa para obtener lo que quería. Alexander aprovechó este punto débil para ganar su confianza, mientras tanto, reunía información crucial sobre los movimientos y conexiones de Rodríguez.

Cada paso que daba Juan Rodríguez era observado, cada palabra que decía era registrada. Alexander había aprendido a mover los hilos de manera silenciosa, sin dejar rastro, pero con una determinación fría que solo alguien como él podría tener. La farsa estaba tan bien montada que Rodríguez jamás sospechó que estaba siendo manipulado.

En sus ojos, Alexander Dy Galyz era simplemente un joven ambicioso que quería vengar a su madre y ganarse el respeto en el bajo mundo. Pero lo que Rodríguez no comprendió es que Alexander ya era el rey del inframundo. Bajo esa fachada de joven que parecía estar buscando su lugar, Alexander ya era un líder indiscutible, y su verdadero poder residía en su mente estratégica, su capacidad para leer a las personas y anticiparse a sus movimientos.

La trampa se cerró cuando Alexander hizo creer a Juan Rodríguez que tenía acceso a información valiosa sobre el paradero de Violeta y Valentina, su hermana. Todo fue parte de un plan para atraer a Rodríguez hacia una confrontación que, al final, sería su perdición. En el fondo, Alexander ya sabía que Juan nunca tendría acceso a lo que realmente deseaba: el control sobre su madre, el imperio Dy Galyz.

Juan Rodríguez había caído en la trampa. Y, cuando finalmente se diera cuenta de que todo era parte de un juego mucho más grande, sería demasiado tarde. Alexander y su familia, Violeta y Enzo, estaban listos para hacerle pagar por todo el sufrimiento que había causado.