La mañana es fría y los suburbios de la ciudad lucen cubiertos de nieve y el sol parece que no se dignará a asomar sus rayos durante el día.
Pero el clima no fue impedimento para que Carlos llegase temprano a la oficina, las vacaciones de fin de año están cerca y ha prometido pasar estás fiestas con su familia en Berlín, por lo que debe terminar con todos sus pendientes antes de la fecha de su viaje.
Por su parte Sara se encuentra aún en cama, al ser sábado no tiene que asistir a la escuela, y aunque sabe que debe ponerse en pie porque tiene otros pendientes, parece que aquella caída cobro con dolor su factura, su cuerpo está muy adolorido y no tiene deseo de levantarse, se supone que debe cubrir horas extras en la cafetería; sin embargo, no piensa presentarse hasta que sea inevitable hacerlo. Solo cubrirá su turno normal y espera que no sea muy fuerte el regaño de su jefe. Nunca ha faltado a su trabajo, pero hoy especialmente no se siente con la fuerza para hacerlo.
Ella prefiere recostar su cabeza sobre la almohada y recordar a aquel galante hombre que le ayudo el día anterior. Piensa en el cómo un príncipe azul, de esos que solo existen en los cuentos de hadas, y es consciente de que solo será así, un hermoso sueño como de cuento, sabe que ese caballero se encuentra en una posición muy por encima de la suya, pero eso no le impide imaginar que vuelve a llegar a su rescate, no puede evitar recordar su aroma exquisito y su cuerpo fuerte apretando el suyo, si quizá es un sueño, pero para ella es como volver a vivirlo y es que no es difícil idealizar a un hombre como aquel que además de amable, es guapo y educado, quizá por ello no sintió la repulsión que generalmente le provoca el que los hombres se acerquen demasiado a ella, sigue esa idea dando vueltas en su cabeza y sigue sin poder explicarlo... Que tiene él que no me dio miedo ni asco su contacto con mi piel? Se preguntó una y otra vez hasta quedarse nuevamente dormida.
Mientras en la oficina de Carlos están sonando las doce del medio día, y puntualmente como si fuera manecilla de reloj, Damián toca a la puerta.
_ Señor, puedo pasar? Traigo el informe que me solicitó el día de ayer. Dice con gusto en su voz, y es que para el, entregar de manera puntual los encargos de su jefe, son un logro y un orgullo.
Damián aunque también muy joven, tiene mucho tiempo trabajando al lado de Carlos, es por eso que conoce sus exigencias, sus malos ratos y las cosas que más le desagradan, es por ello que siempre trata de complacerlo y cumplir con sus tareas de la mejor manera, por ello Carlos le tiene ciertas consideraciones y le ha otorgado un rango más alto al de todos los empleados que le rodean, es un empleado fiel y capaz que ha ganado la confianza del CEO.
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