Capitulo 2: El Honor De Un Guardia Sombra

Seguí al hombre durante un tiempo hasta que al fin llegamos a un gran patio.

—Muevete, e traído una arma enviada por su señoria, —Le dijo el hombre a un soldado vestido de negro que vigilaba la entrada.

El soldado me miró brevemente y se hizo a un lado para dejar pasar al desconocido. Esta era la primera vez que miraba a un soldado de alto nivel aparte de mi maestro.

Caminamos brevemente hasta que estuvimos frente a una habitación brillante.

—Joven Maestro, soy yo, el ama de llaves Kang, e traído un regalo de su señoría, —Dijo el hombre pareciendo gritar, y poco después de que dijo eso, una sirvienta abrió la puerta haciendo una señal.

Al entrar, seguí las ordenes del hombre y me arrodille detras de él.

—Tú, levanta la cabeza, —Dijo un niño parado frente a mi, el cual vestía el mismo color de ropa que su señoría. Aunque este parecía más bien... una cría.

No parece ser como yo o los demás que esperamos en esa pequeña cueva.

Su cabello era tan negro como las pupilas de un demonio, con ojos como el oro y piel tan pálida como la de un muerto.

—¡Tú! Eres tan horrible, ¿Realmente te envío mi madre? No quiero un arma como esta, —Dijo el niño mientras cruzaba los brazos con una extraña cara.

—Joven Maestro, esta arma utilizara una máscara, así que no verá su rostro, —Respondió el hombre con una cara indescriptible.

El Joven Maestro al ver esto resoplo y dijo, —¡Alguien! ¡Llévese a esta cosa y c0rtenle la lengua, arranquen le los ojos y qu¡tenle la piel! Tch, es tan fea.

¿¢ortarme la lengua? ¿Sac@rme los ojos?, ambos eran castigos de segundo nivel, seguro por que cometí un error. El maestro dijo que si cometiamos un error estos sucedería, pero no creí que sería tan inútil.

En ese momento un guardia llego sosteniendo un cuchillo. En su cara mire una expresión que no conocía, mientras parecía curvar sus labios.

—Gracias joven maestro, ya extrañaba la carne fresca, —Dijo mirando al niño que no mostrar ninguna expresión.

Después de decir esas palabras, el hombre camino hacia mi con esa mirada. El agarre de las sirvientas se volvió mas fuerte, impidiendo que pudiera siquiera moverme ligeramente.

No lo entiendo, no es como si quisiera escapar, ¿Acaso sucede algo en sus cabezas?

Las sirvientas me sacaron de ese lugar y me llevaron afuera, colocando frente a mi una cosa llena de carbón, junto con diferentes armas de tortura.

“Supongo que este es el camino de una arma inútil como yo”.

“No se que hará primero, ¿Me sa¢ara los ojos? ¿Me c0rtara la lengua? ¿Será como hacen con las bestias?”, Inconscientemente miro al hombre frente a mi, el cual parece mas aterrador que las bestias en los entrenamientos.

Era la mis sensación de querer huir, como cuando estaba de pie frente a esa serpiente gigante.

Las asperas manos del hombre tomaron mi barbilla mientras otro que lo seguía habría mi boca con fuerza,

—¡Ugh!, —Las pinzas de hierro que antes habían sido calentadas al fuego fueron puestas en mi boca tratando de agarrar mi lengua.

“No puedo respirar, ¿Por que todos me miran así? ¿Que son esas caras? ¡¿Por que curvan sus labios?! No lo entiendo, tal vez por que no lo entiendo es que estoy aquí.”

De pronto líquido cálido desciende por mis mejillas, “¿Es agua? Pero el cielo esta soleado. Al parecer están saliendo de mis ojos, es la primera vez que sucede esto, nunca había sucedido esto”.

—¡Vaya! ¡Parece que esta pequeña realmente tiene buen aguante!, —Hablo el hombre curvando los labios, empujando las pinzas mas adentro de mi boca.

De pronto algo causado por el hierro caliente dentro de mi boca hace que inconscientemente libere un sonido, el cual no sabía que podía hacer como el chillido de una cría cuando esta punto de ser asesinada.

—¡AAAAAAH!

—JA, JA, JA. Esto es tan divertido, ¡Niña realmente eres alguien dura de roer! —Dijo el hombre apretando el agarre y tomando el cuchillo que le fue entregado.

—¡AAAAAAAH!

“No lo puedo evitar, quiero parar, pero el sonido no deja de salir de mi boca”.

Mis ojos qué antes habían dejado caer gotas de agua, se llenaron de agua que rueda fuera de ellos después de acumularse.

“¿Asi que a esto se referían con morir por él bien del maestro? ¿Esto es un acto de lealtad a mi maestro? Si es así no tengo que seguir resistiendome”.

De pronto la fuerza en mis brazos desapareció, lo que hizo que las sirvientas que miraron estos se miraran unas a otras con miradas incomprensibles para mi.

“Este es mi honor, debo aceptarlo con alegría, eso dijo el maestro”.

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