León caminó por el pasillo con paso firme, su gata Emperatriz en brazos, como si fuera una extensión de su propio ser. La gata, siempre elegante y altiva, no parecía incomodarse por estar cargada, más bien parecía disfrutar de la atención que recibía. Sus ojos grandes y penetrantes observaban todo con una calma distante, como si estuviera por encima de todo lo que sucedía a su alrededor.
Sophia, por su parte, caminaba a su lado, sosteniendo su café con ambas manos, sintiendo el calor reconfortante que le recorría las venas. Había algo en el ambiente que la hacía sentirse como si estuviera en una película, y no solo por la apariencia de León, sino por la atmósfera que él mismo creaba. Su vida, pensó Sophia, debía ser como un escenario donde todo tenía que ser perfecto, cada detalle cuidadosamente pensado.
Llegaron al estudio, un espacio amplio y lleno de luz natural, con paredes blancas que reflejaban la pureza del ambiente. En el centro, varias mesas de trabajo estaban cubiertas con telas, patrones y bocetos de la nueva colección. El sonido de las máquinas de coser y el murmullo de los diseñadores trabajando en silencio creaban una armonía que parecía casi ensayada.
León caminó hasta el centro de la sala, y Emperatriz se acomodó sobre una mesa, mirando a todos con esa mirada de reina que nunca pasaba desapercibida. León, con su porte de hombre elegante y meticuloso, observaba el trabajo de su equipo, y Sophia no pudo evitar notar cuán preciso y delicado era en cada movimiento. No había nada de tosco en él, todo era un juego de gestos suaves, como si todo lo que tocara tuviera que ser tratado con la misma reverencia que a su gata.
—¿Cómo va todo? —preguntó León, su voz suave pero autoritaria, como si esperara una respuesta rápida y precisa. El tono de su voz tenía algo dramático, casi teatral, como si estuviera interpretando un papel que solo él conocía.
Uno de los diseñadores se acercó rápidamente, entregándole un patrón con una sonrisa nerviosa. León lo observó detenidamente, su mirada fija en el trabajo, mientras acariciaba distraídamente el pelaje de Emperatriz. La gata parecía complacida con la atención, pero también con la atmósfera que se respiraba allí: una mezcla de perfección, arte y, quizás, un poco de tensión.
Sophia observaba todo desde un rincón, tomando pequeños sorbos de su café mientras se daba cuenta de lo fascinante que era León. No solo su estilo, sino su presencia, su forma de moverse. Era tan delicado, tan meticuloso, que cada uno de sus gestos parecía una coreografía cuidadosamente ensayada. Su ropa, siempre impecable, su porte elegante, sus ojos, intensos pero suaves… Todo en él era una mezcla de perfección y misterio.
Pero, al mismo tiempo, había algo más en su presencia, algo que no podía dejar de notar. Su forma de hablar, de moverse, su aire de estar siempre en control, le recordaba a los personajes que veía en las películas antiguas, esos hombres sofisticados y dramáticos que sabían exactamente lo que querían y cómo conseguirlo.
Y entonces, mientras León daba instrucciones con su voz suave pero firme, Sophia recordó lo que siempre se decía de él. Que era un hombre extremadamente atractivo, sí, pero que, debido a su amor por la moda y su delicadeza, muchos asumían que era gay. Sophia, aunque no lo conocía bien, no podía evitar pensar que debía ser cierto. Todo en él parecía gritar que era un hombre al que le gustaban los hombres. La forma en que se cuidaba, su elegancia, su aire de no necesitar a una mujer a su lado… Todo apuntaba a eso.
Pero al mirarlo más de cerca, Sophia no pudo evitar sentir una extraña contradicción. Había algo en él que la hacía pensar que no todo era tan simple. Tal vez no lo sabía todo sobre León, y tal vez nunca lo sabría. Pero algo en su mirada, en su forma de ser, le decía que había más de lo que los rumores dejaban entrever.
León, por su parte, no se dio cuenta de que Sophia lo observaba con tanta atención. Estaba demasiado concentrado en su trabajo, en la perfección de su colección, y en la necesidad de que todo estuviera en su lugar. Sin embargo, había algo en la forma en que Sophia lo miraba, algo en su inocencia y su curiosidad, que lo hacía sentirse… intrigado.
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Comments
Mar Sol
Se puede decir que Sophia sin querer fue a parar en el mundo del glamour, la elegancia y con la belleza de ella todo encaja para ser de ese ambiente.
2025-01-23
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Albalu HS
Qué capítulo de esta historia tan bonito , me encantó la narración y descripción de cada cosa, y esa gata ya me enamoré de ella 😘
2025-01-01
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Isis Vargas
Estoy fascinada con la perfección de la historia, su narración es excelente, te sumerge en la trama como si estuvieras dentro, muchas felicidades otra vez a la gran escritora de ésta maravillosa obra... me recuerda a la Serie turca "El Sastre"... Me encantaría y la hicieran serie o película. 👏👏👏
2025-01-06
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