Una verdad difícil

El amanecer llegó temprano, con el cielo teñido de un gris pálido que se reflejaba en las olas. El barco estaba anclado cerca de una pequeña isla desierta, donde la tripulación se había detenido temporalmente para reabastecerse. En el camarote principal, Daniel y Josh trabajaban en silencio, empacando comida y suministros en un viejo bolso de lona.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó Josh mientras enrollaba cuidadosamente una cuerda para incluirla en la maleta.

Daniel asintió, colocando unas raciones de pescado seco dentro del bolso.

—No hay otra opción. Si esa leyenda es real, si la Gran Ruta realmente tiene las respuestas, tenemos que intentarlo.

Josh suspiró, inclinándose contra la pared.

—Solo espero que estemos haciendo lo correcto. No sé si estoy listo para enfrentar lo que pueda haber ahí fuera.

Daniel lo miró por un momento, comprendiendo el peso de sus palabras. Ambos eran extraños en ese mundo, atrapados en cuerpos que no eran suyos, enfrentándose a problemas que nunca imaginaron.

—No creo que ninguno de los dos esté listo —respondió finalmente—, pero tenemos que hacerlo.

En ese instante, la puerta del camarote se abrió sin previo aviso. Doria entró apresuradamente, con el rostro iluminado por una mezcla de preocupación y alivio.

—¡Steven! —exclamó, corriendo hacia Daniel antes de abrazarlo con fuerza.

Daniel se tensó al sentir los brazos de Doria rodeándolo, su mente cayendo en un torbellino de emociones. Doria lo miró a los ojos, sus labios temblando mientras trataba de contener las lágrimas.

— ayer tuve un sueño Pensé que te había perdido... pero estás aquí, a salvo.

Josh, que observaba la escena desde un rincón, intercambió una mirada incómoda con Daniel. Sabían que no podían seguir escondiendo la verdad, no cuando Doria estaba tan involucrada emocionalmente. Daniel respiró hondo, separándose suavemente del abrazo de Doria.

—Doria, necesito decirte algo... algo importante.

La expresión de Doria cambió a una de preocupación.

—¿Qué sucede?

Daniel le hizo un gesto para que se sentara en el borde de la cama. Josh permaneció en silencio, cruzado de brazos, como si quisiera mantenerse al margen.

—Escucha... —comenzó Daniel, buscando las palabras adecuadas—. No soy quien crees que soy.

Doria frunció el ceño, claramente confundida.

—¿Qué quieres decir?

Daniel se pasó una mano por el cabello, nervioso.

—Josh y yo... no somos los verdaderos Steven y Naou. De alguna manera, nuestras almas fueron traídas a este mundo y colocadas en sus cuerpos. No sé cómo sucedió ni por qué, pero esa es la verdad.

El rostro de Doria se tornó pálido, sus ojos abiertos de par en par mientras procesaba lo que acababa de escuchar.

—¿Qué...? —balbuceó, incapaz de formar una oración completa.

—Sé que es difícil de creer —continuó Daniel rápidamente—, pero tienes que confiar en mí. No estamos aquí por elección. Lo único que queremos es encontrar la manera de regresar a nuestro mundo y devolver estos cuerpos a sus verdaderos dueños.

Doria se quedó en silencio por un momento, mirando fijamente a Daniel como si intentara descifrar si estaba diciendo la verdad. Finalmente, se levantó lentamente, cruzando los brazos.

—¿Y cómo planean hacer eso?

Josh intervino, su tono algo más brusco.

—Vamos a la Gran Ruta. Según la leyenda, ahí están las respuestas.

Doria entrecerró los ojos, mirándolos con incredulidad.

—¿La Gran Ruta? ¿Están locos? Ni siquiera saben usar el aura de Steven y Naou. ¿Cómo piensan cruzar el límite sin ser destruidos?

Daniel intercambió una mirada con Josh antes de responder.

—Lo sabemos. Por eso vamos a intentarlo. No tenemos otra opción.

Doria suspiró, llevando una mano a su frente.

—La leyenda es real —admitió finalmente—. Pero si no son los verdaderos Steven y Naou, jamás llegarán a ningún lado. La Gran Ruta no es un simple lugar. Es una prueba. Una prueba que no pueden pasar sin el poder del aura.

El silencio llenó la habitación mientras las palabras de Doria se asentaban. Daniel y Josh se miraron, ambos sintiendo el peso de la realidad.

—Entonces… —murmuró Daniel—. ¿Qué hacemos?

Doria lo miró directamente, su determinación evidente.

—Voy con ustedes.

Daniel abrió la boca para protestar, pero Doria levantó una mano, deteniéndolo.

—No hay discusión. Si ustedes no son los verdaderos Steven y Naou, alguien tiene que cuidar de sus cuerpos. Además, conozco la leyenda mejor que ustedes. Si quieren tener alguna posibilidad, me necesitan.

Josh bufó, claramente escéptico.

—¿Y qué pasa con los demás? ¿Qué les diremos?

Doria lo miró con una expresión fría.

—Nada. No necesitan saberlo.

Daniel asintió lentamente, sabiendo que no tenían otra opción.

—Está bien. Pero tienes que prometerme algo, Doria.

—¿Qué cosa?

—Que guardarás nuestro secreto. Nadie más puede saberlo.

Doria lo miró fijamente antes de asentir.

—Lo prometo.

Preparativos para el Viaje

Pasaron el resto del día preparando el barco para su partida. Mientras Daniel y Josh se encargaban de los suministros, Doria revisaba los mapas y las rutas. Su conocimiento sobre la Gran Ruta resultaba invaluable, y su presencia traía una sensación de esperanza que ambos necesitaban desesperadamente.

Cuando finalmente el sol comenzó a ponerse, el barco estaba listo para zarpar. Doria se paró en la cubierta, mirando el horizonte con una expresión solemne.

—La Gran Ruta no es solo un lugar —dijo en voz baja, como si hablara consigo misma—. Es una prueba del espíritu. Si no tienen lo que se necesita, no sobrevivirán.

Daniel y Josh la observaron en silencio, comprendiendo la gravedad de lo que estaba diciendo.

—Entonces tendremos que asegurarnos de que lo tenemos —dijo Daniel finalmente, su voz firme.

Doria lo miró y, por primera vez desde que había descubierto la verdad, sonrió levemente.

—Espero que sí, Steven... o quienquiera que seas.

El barco zarpó bajo el manto de la noche, sus velas ondeando al viento. Aunque el camino que tenían por delante estaba lleno de incertidumbre, todos sabían que no podían dar marcha atrás. El destino los esperaba en la Gran Ruta, y con él, las respuestas que tanto ansiaban

--¿Estás segura que si dejamos a esos tres solos allí, podrán llegar de vuelta a Marine?-- preguntó Daniel

--Si, ellos siempre logran volver, aunque se van a enojar con nosotros-- dijo Doria con una risa

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