7. Sorpresas inesperadas

...TIFFANY:...

— El Señor Chester y la institutriz siempre se quedan hasta tarde, no entiendo por qué va tan atrasado — Dijo uno de los niños, afuera en el patio.

Había más niños de diferentes edades y también otras institutrices.

Llamó mi atención lo que comentó el niño.

Si Chester se quedaba después de las lecciones, debería saber mucho más. Al menos que las razones por la que se quedaba fueran otras o puede que su retraso en el aprendizaje fuese más grave.

— Parece que es muy burro — Rió el otro niño — O está muy enamorado de la institutriz y por eso no aprende.

¿Enamorado?

A decir verdad me percaté de las muchas miradas que le daba la institutriz.

El señor Chester despreció mi ayuda cuando me acerqué, pero si accedió a tomar la de Merida.

Eso tenía sentido.

Me estaba haciendo sentir muy enojada.

— Señorita Tiffany ¿No es su novio? — Preguntó una de las niñas y me sonrojé.

— No, claro que no, es solo un amigo, vayan a casa.

Se marcharon después de despedirse de mí, corriendo colina abajo hacia las casas arrendadas.

Giré mi atención hacia la escuela.

Estaba casi segura de que yo tenía mejor educación que esa tal Merida.

La nobleza siempre pagaba por los mejores tutores, pero claro, los amoríos tenían más relevancia.

La muy desgraciada solo me iba a permitir ayudarle a los niños cuando ella lo decidiera, del resto no podía interferir en sus lecciones, pensé que sería de mayor utilidad.

No me apetecía quedarme sentada sin hacer nada.

Iría a buscarlo, no iba a estar esperando afuera como una tonta mientras el señor Chester se dedicaba a endulzar el oído de la institutriz.

Caminé con rapidez hacia adentro y me detuve frente a la puerta.

La abrí de una vez.

Observé hacia adentro, pero me quedé pasmada ante lo que presencié.

La institutriz estaba besando al señor Chester y no solo eso.

Bajé mi mirada.

Él tenía los pantalones abiertos y la mujer le tenía agarrado el miembro.

Ambos me observaron.

— Ya veo que interés tiene por aprender — Gruñí, volviendo a cerrar la puerta.

Salí rápidamente hacia la carreta.

Volví a cubrirme la boca.

Creí que era diferente, que él no era un depravado, pero al parecer todos los hombres eran iguales.

Me sentía decepcionada y asqueada.

Recordé a esa mujer besándolo y tocando.

Sentí más rabia.

— ¡Señorita Tiffany!

El Señor Chester volvió, colocándose frente a mí y retrocedí. Al menos tenía el cinturón acomodado, pero nada podía borrar la imagen en mi cabeza.

Tenía el rostro sonrojado, me observó como si le avergonzara lo que hizo cuando claramente se veía que lo disfrutaba.

— ¡Lo siento, lo que vió allá no es lo que...

Elevé mi mano — ¡No quiero hablar de eso, no es mi problema, pero ya veo que usted no es diferente, es un degenerado sin vergüenza!

Se quedó desconcertado.

Subí a la carreta.

— Señorita...

— Quiero volver, vamos — Corté.

Él rodeó la carreta y subió a su lugar.

...****************...

Llegamos a la propiedad y me mantuve sin dirigirle la palabra, sentía su mirada en el camino, pero no le presté la mínima atención.

Bajé de la carreta al llegar y me metí directo a la casa.

Esa imagen seguía rondando en mi cabeza.

Entré en la sala y sentí un agarre en el brazo.

Rápidamente me zafé y retrocedí.

El Señor Chester me observó bastante impactado por mi reacción.

— Señorita Tiffany, no quiero que piense que soy un degenerado... Lo que sucede es que...

— No me importa sus amoríos — Gruñí y se estremeció — Lo que me enoja, es que creí que tenía el más mínimo interés en superar su limitación en la lectura y la escritura, pero solo usa sus lecciones como excusa para andar en las faldas de la institutriz.

— ¡No uso eso como excusa, yo si quiero aprender! — Gruñó, con expresión irritada — ¡Acepto que no debí involucrarme con Merida de esa forma, pero pensé que eso no sería un obstáculo para seguir con mis lecciones, la institutriz no a tenido interés en enseñarme... Solo piensa en... — Se sintió un poco incómodo y enterró una mano en su cabello — Entiendo que para una monja debe ser muy bochornoso lo que vió...

— ¡No me abochorna en lo absoluto! — Dije, muy enojada y me evaluó — ¡Los hombres son más débiles en cometer actos indecentes, pero usted debió ser honesto, decir que solo iba a la escuela para ver a su amor!

Chasqueó la lengua — ¡No es mi amor, solo es mi amante, pero le juro que eso se termina...

— ¡A mí no debe jurarme nada, si quiere, puede seguir en lo suyo, pero fuera de la escuela. Estoy segura de que a la duquesa no le gustará saber que en su escuela se cometen actos sucios, no seré parte de este enredo!

La nuez de su garganta se agitó.

— No soy un degenerado, soy un hombre decente, es primera vez que sucede algo así dentro del salón, nunca uso las instalaciones para hacer ese tipo de cosas...

Los malos recuerdos se empeñaron en querer rasguñar en mi mente.

— ¡Si esa institutriz no tiene la responsabilidad y la seriedad para cumplir bien con su trabajo, yo si lo haré! — Gruñí, señalando el suelo y se tensó — ¡A partir de hoy pondrá seriedad a sus lecciones, después de cena, todos los días, dedicaremos una o dos horas a su aprendizaje!

— Créame, lo único que quiero es aprender, dejar de ser un bruto, haremos eso.

Me marché a mi habitación, al cerrar la puerta me apoyé en ella.

Las lágrimas empezaron a salir de mis mejillas.

Esa mujer era bonita, tenía un cabello precioso y no estaba dañada como yo.

Recordé como lo tocaba.

No parecía estar aterrada por eso cosa enorme, era demasiado grande y largo, aún así estaba allí, provocando al señor Chester.

Jamás podría acercarme tanto a un hombre, tampoco tocarlo de esa manera y mucho menos sentirme segura en sus brazos.

Yo era fea y estaba tan rota, con una vida desgraciada. Ningún hombre iba a querer tocarme así, tan sucia y traumada.

Sentía celos de esa mujer, ella si podía disfrutar y no tener temor, no sufrir.

...****************...

El señor Chester tenía el cabello húmedo y despeinado, llevaba una camisa holgada que dejaba ver un poco del vello en su pecho.

Estaba sentado, apoyando los codos en la mesa de la sala.

Aún parecía apenado.

Abrí los libros, rebuscando en ellos mientras él mantenía su libreta abierta.

Había un candelabro iluminando sobre la mesa.

— ¿Qué se le dificulta más?

— La escritura y la pronunciación de algunas palabras. A veces las escribo al contrario, en una posición que no van — Se rascó la nuca.

— Solo hay que memorizar — Dije, observando su libreta, sentada a su lado, me tensé un poco ante la cercanía — Así como memorizó los números y aprendió a hacer cuentas, así debe hacer con la escritura y la lectura, sin una no puede existir la otra.

Empecé a explicarle y también a ponerle ejercicios.

Le enseñé como pronunciar mientras señalaba con la pluma en la libreta e imitó lo que dije.

— Con una sola lección he comprendido algunas cosas — Dijo, un poco más animado.

— Aún le falta, continuaremos mañana — Cerré el libro después de dos horas practicando.

— Gracias... Estoy sumamente apenado por lo que sucedió — Dijo, observandome, a la luz de las velas, sus ojos brillaban como el oro.

— No se preocupe, mejor olvidemos eso.

Si supiera que una noble era la que le estaba enseñando sobre escritura y lectura. No pensaba decirle, pero con lo que me confesó guardaría más mi secreto.

Solo hasta que me tocara marcharme.

Al pensar eso, me sentí un poco insegura, me estaba acostumbrando a ese lugar tranquilo y sencillo.

— Pensé en renunciar al trabajo — Confesé y frunció el ceño.

— ¿Por qué?

— No siento que pueda ser útil a esos niños.

— Usted es útil — Dijo, inclinándose sobre la mesa — Acaba de demostrarme que es muy buena institutriz y es muy dedicada.

— Espero que su amante me deje participar un poco más.

Inhaló profundamente — No quiero que piense que soy un libertino...

— Es su vida, no me debe explicaciones — Dije y apretó la mandíbula — Pero, le pido que en la escuela, solo piense en sus lecciones.

— Le diré a Merida que le dé más participación.

— No hace falta.

— No renuncie, necesita el dinero para marcharse — Dijo y me quedé callada.

Puede que estuviera cómoda, pero tenía un trato con el Señor Chester, mi estancia era pasajera y él no parecía olvidarlo.

Quería que me marchara pronto.

— Cierto — Me levanté — Buenas noches.

— Buenas noches, señorita Tiffany.

...****************...

Salí al patio a la mañana siguiente, soltando un suspiro ante la frescura de la mañana y el canto de las aves.

Caminé por los alrededores para buscar leña, no había en la cocina.

Los golpes del hacha se escuchaban y me acerqué al almacén.

Afuera estaba Chester, cortando leña sobre un tronco.

Bajaba el hacha a toda velocidad, haciendo un corte recto en la madera.

Observé como los músculos de los brazos se le tensaban, como sus hombros se movían.

— ¡Señor Chester, se acabó la madera!

Elevó su mirada, dejando el hacha colgando de su mano.

— Si, había olvidado cortarla.

Tenía la frente sudada y el cabello se le pegaba a la piel. Los pectorales se le marcaban por encima de la tela y también el abdomen tallado.

Mi corazón estaba acelerado sin razón y mis mejillas se sentían calientes.

Soltó el hacha — Hay que cortar otro tronco.

Caminó hacia el almacén y me metí bajo el chalé en el que estaba.

Observé el hacha y tomé el mango.

Intenté levantarla.

Estaba pesada.

El Señor Chester volvió, cargando con un enorme tronco en el hombro y me quedé con las cejas alzadas.

Lo soltó sin mucho esfuerzo sobre el otro tronco enraizado a la tierra.

El suelo se estremeció.

Elevé el hacha, pero perdí el equilibrio y caí al suelo, sobre mi trasero.

— Oiga, no debería levantar eso, no es trabajo para una señorita como usted — Dijo, agachándose, tomó el hacha que quedó en mi regazo, como si no pesara nada.

Elevé mi rostro, el suyo estaba cerca del mío.

Se quedó observando.

— ¿Soy demasiado flacucha?

— No, el hacha es pesada.

— Si tuviera su fuerza no me pareciera de ese modo — Dije, quedándome en el suelo, se quedó agachado.

— ¿Le parezco fuerte?

— Es obvio que lo es. En cambio yo, soy tan débil como una hoja.

— Difiero de ese argumento — Observé el movimiento del su pecho, al compás de sus respiración pesada.

— Usted lo dijo, tiene muy mala memoria.

— Puedo cambiar de opinión, es delgada, pero fuerte para sus labores y también dedicada — Reparó mi cabello y me incomodó.

— También tengo el cabello feo.

Resopló — Su cabello es precioso, es hermosa.

El corazón se me aceleró más y entre abrí mis labios ante su intensa mirada.

— Eso no es cierto, soy fea...

— No tiene idea de lo que dice — Me tocó la mejilla y me estremecí — Tiene muy mal concepto de usted misma.

Luché para apartarme de su toque, al presentir que mi temor iba a estallar.

Pero, su caricia era suave y no me desagradó.

— Chester — Dijo alguien y él se apartó, alejándose de mí, caminando hacia la persona que llegó.

— No esperaba una visita tempranera.

— ¿Estás cortando leña?

— Así es ¿Quieres ayudar?

— He estado practicando en la hacienda, mira mis músculos ¿Dime, crecieron un poco?

— Si, pero no sirven de nada si no hay fuerza.

— Dame esa hacha, te lo voy a demostrar.

Chester volvió y recogió una leña.

— Ya vuelvo — Dijo, elevando una comisura hacia mí.

Toqué mi mejilla y me levanté del suelo, caminé hacia él, pero me detuve al escuchar el hachazo y caer en cuenta que esa voz me era familiar.

Observé hacia atrás.

Había un hombre esbelto, de cuerpo atlético.

— Disculpe...

Dejó el hacha clavada en el tronco y me observó.

Era un hombre guapo, de cabellos dorados y ojos grises, tenía la mandíbula marcada.

Me evaluó y parpadeó varias veces, luego observó de pies a cabeza y hubo un gesto de impresión.

— ¿Tiffany? — Se sorprendió.

— ¿Quién eres tu? — Estrechó mis ojos, su voz me era familiar, pero su apariencia no me decía mucho.

— ¿No me reconoces? — Se impresionó — Eso significa que sí he cambiado — Celebró, colocando sus manos en sus caderas.

Lo evalué detenidamente y me sorprendí al percatarme.

— ¿Eres mi primo Leandro?

— Así es — Dijo, riendo.

La última vez que lo ví era un chico obeso, pero ahora era un hombre muy diferente, musculoso y guapo.

Los años encerrada no me habían golpeado tanto como ahora.

— Pero... ¿Qué haces aquí?

— Lo mismo puedo preguntar, hasta donde se estabas en un convento.

Solté un gemido de sorpresa.

— ¿Conoces a Chester?

— Claro que sí, es mi hermano.

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Comments

Alexandra Ortiz Posada

Alexandra Ortiz Posada

Cada día más buena está novela, admiro mucho está escritora, mis respetos para ella , todas sus novelas tiene un toque especial, gracias por compartir

2024-12-14

4

𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤

𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤

Omg!!!! Demasiado para mí corazón débil 😢contigo autora paso de 0 a 100 en segundos y luego bajan las revoluciones

2024-12-14

5

Orozco Beatriz

Orozco Beatriz

fuerte la historia, tengo las esperanzas que ese viejo degenerado d3l obispo tendrá el peor de los castigos, y sin piedad hacia él

2024-12-14

2

Total
Capítulos
1 1. Bajo los hábitos
2 2. Una monja furtiva
3 3. Sin cadenas
4 4. Montando hacia el palacio
5 5. Lucha interna
6 6. Las lecciones
7 7. Sorpresas inesperadas
8 8. Reencuentro familiar
9 9. Un sutil atrevimiento
10 10. Los besos robados
11 11. Intrigas
12 12. Evasiones
13 13. Entre mano
14 14. Las horribles mentiras tienen peso
15 15. La otra cara de la moneda
16 16. Un rencor que despierta
17 17. Sanando en cuerpo y alma
18 18. Sorpresa familiar
19 19. Aclarando mal entendidos
20 20. Plática de padre e hijo
21 21. Rienda suelta al deseo
22 22. A punto de ser descubiertos
23 23. Escape temporal
24 24..La víbora tras la puerta
25 25. Alejando a la harpía
26 26. Tarta de amor
27 27. Oferta sucia
28 28. Preparando la boda
29 29. Secretos de la nobleza
30 30. Conversación entre hermanos.
31 31. El casamiento
32 32. Celebrando el casamiento
33 33. Un nuevo comienzo
34 34. Luna de miel
35 35. Un padre desesperado
36 36. La madre que no debió ser
37 37. La impostora
38 38. Golpes de justicia
39 39. Los dos bárbaros
40 40. El plan
41 41. El plan II
42 42. Confesiones de una impostora
43 43. Una nueva misión
44 44. Camino al convento
45 45. Dentro de los muros
46 46. Disfrazados
47 47. Ardua búsqueda
48 48. Gato encerrado
49 49. El regreso
50 50. Esperanzas y sonrisas
51 51. La luz al final del túnel
52 52. Apresados
53 53. Libertad y paz
54 54. El destino favorece
55 55. Reencuentro materno
56 56. Bendiciones que se suman
57 57. Oro, el tesoro.
58 EPÍLOGO
Capítulos

Updated 58 Episodes

1
1. Bajo los hábitos
2
2. Una monja furtiva
3
3. Sin cadenas
4
4. Montando hacia el palacio
5
5. Lucha interna
6
6. Las lecciones
7
7. Sorpresas inesperadas
8
8. Reencuentro familiar
9
9. Un sutil atrevimiento
10
10. Los besos robados
11
11. Intrigas
12
12. Evasiones
13
13. Entre mano
14
14. Las horribles mentiras tienen peso
15
15. La otra cara de la moneda
16
16. Un rencor que despierta
17
17. Sanando en cuerpo y alma
18
18. Sorpresa familiar
19
19. Aclarando mal entendidos
20
20. Plática de padre e hijo
21
21. Rienda suelta al deseo
22
22. A punto de ser descubiertos
23
23. Escape temporal
24
24..La víbora tras la puerta
25
25. Alejando a la harpía
26
26. Tarta de amor
27
27. Oferta sucia
28
28. Preparando la boda
29
29. Secretos de la nobleza
30
30. Conversación entre hermanos.
31
31. El casamiento
32
32. Celebrando el casamiento
33
33. Un nuevo comienzo
34
34. Luna de miel
35
35. Un padre desesperado
36
36. La madre que no debió ser
37
37. La impostora
38
38. Golpes de justicia
39
39. Los dos bárbaros
40
40. El plan
41
41. El plan II
42
42. Confesiones de una impostora
43
43. Una nueva misión
44
44. Camino al convento
45
45. Dentro de los muros
46
46. Disfrazados
47
47. Ardua búsqueda
48
48. Gato encerrado
49
49. El regreso
50
50. Esperanzas y sonrisas
51
51. La luz al final del túnel
52
52. Apresados
53
53. Libertad y paz
54
54. El destino favorece
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55. Reencuentro materno
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