2. Una monja furtiva

...CHESTER:...

Revisé mi libreta mientras conducía la carreta por el camino hacia las montañas más altas cerca del territorio de Slindar.

Tenía que aprender otra lección, pero era un asco en hacerlo, todavía no comprendía como escribir o pronunciar unas palabras, era un completo lío. Era obvio, un loro viejo no podría aprender a hablar y mucho menos uno que no tenía tiempo.

Intenté leer nuevamente, después de dos años asistiendo a las lecciones había avanzado apenas un poco.

Era el único adulto de los campesinos que se había interesado en aprender a leer y el que no lo conseguía aún.

Los niños iban más adelantados que yo, por eso prefería lecciones privadas con la institutriz.

Me apenaba ser tan bruto, sobre todo ahora, tenía un hermano marqués y un hermanastro lord, no podía quedarme como el más burro de la familia.

Observé los enormes árboles altos a ambos lados.

Quería moverme con la entrega, de noche, esos caminos se pagaban de rufianes y animales salvajes. Me preguntaba a quien se le había ocurrido construir un convento en lo alto de aquellas montañas.

Ese lugar estaba aislado del resto del reino, no me sorprendía si las monjas no se enteraban si llegaba una guerra.

Era como un fuerte al que no podían ingresar hombres.

Solo los campesinos que hacían las entregas se arriesgaban a llegar tan lejos.

Mi padre tenía por clientes a aquel convento y ahora yo debía hacer la ruta por él.

No me quejaba, trabajar era lo que más disfrutaba, pero mi padre me había hecho las cosas complicadas con sus viajes constantes a la costa, donde vivía su hijo mayor y sus nietos.

Me molestaba saber que eso lo hacía más feliz que cuando me tenía a mi solamente.

Yo ya no era un niño y no podía quejarme por eso. Mi padre debía descansar un poco de sus obligaciones.

Aventé la libreta sobre el asiento, con frustración.

Después de unas dos horas estuve ante las puertas, por suerte había otras carretas con cargas esperando a hacer atendidas.

Elevé mi mirada hacia los muros, eran tan altos y ni hablar de las torres.

Llevaba tiempo haciendo entregas, pero siempre me impresionaba la estructura.

Se sentía sombrío.

— Vieras las monjas que hay aquí — Dijo un campesino a otro que estaba detenido junto a él — La mayoría son preciosas, deben estar locas para asumir una vida tan aburrida.

— No les interesan los hombres, así de simple, prefieren la compañía de otras féminas — Comentó el otro, que tenía un sombrero.

Yo solo llevaba una capa, mi camisa mangas largas holgada y pantalones con botas de cuero con cordones. No podían faltar los guantes para sostener las riendas de forma cómoda.

— Me encantaría mostrarle los placeres.

El otro se rió — ¿Qué placeres? Si se ve a leguas que ya no se te levanta.

Hice un gesto.

Se giraron y me divisaron, volvieron a su seriedad, tornándose erguidos.

— Viste, un golpe de ese te deja como cucaracha aplastada — Los escuché susurrar — Mejor ni le hables. Capaz es un matón.

Todos los hombres tenían la misma impresión. Nadie se atrevía a decirme algo a la cara por mi aspecto fornido y alto.

Yo no era como pintaba mi apariencia, podía dar golpes si me provocaban, pero no era un matón, no como las amistades del duque de Slindar.

La puertas fueron abiertas y entraron al patio, fuí el último, deteniéndome al lado de esos dos bufones.

Bajé de un salto y la abadesa se aproximó.

Una anciana con un velo negro cubriéndole el rostro.

Firmé el recibo de entrega, al menos aprendí a escribir mi nombre.

Empecé a descargar sin mucho esfuerzo.

Otras monjas se aproximaron a llevar las cestas mientras la abadesa las contaba y anotaba en la lista.

Las Sor me evaluaron sorprendida mientras cargaba de hasta seis cestas.

Después de terminar volví con la abadesa para recibir mi pago.

Necesitaba comprobar que no faltara nada y subí a la carreta.

Revisé las cestas vacías.

Hubo un extraño ruido y una cesta con manzanas cayó.

Fruncí el ceño y me asomé hasta el fondo.

Había una monja sentada detrás de las cestas vacías.

Me empezó a hacer señas extrañas y no comprendí en lo absoluto que hacía ocultándose en mi carreta ¿Por qué rayos se había escondido allí?

— Abadesa...

Intenté hablar, se levantó tan rápido y me colocó una manzana a la boca.

A parte estaba loca.

Eso me hizo enojar.

Susurró, suplicando, diciendo que necesitaba salir. ¿Qué rayos le ocurría? Lucía muy alterada, demasiado asustada.

Quité la manzana de mi boca y la solté.

Me giré para salir a delatar a la mujer.

— ¿Qué rayos está ocurriendo aquí? — Gruñó una monja mayor y de rasgos fríos a las otras que estaban ayudando — ¿Tienen aceite en las manos? ¡Cada cosa que dañen lo pagarán con servicio y penitencia! — Las monjas agacharon la cabeza.

— ¡Lo sentimos madre superiora! — Dijeron, muy atemorizadas.

— ¡Les advertí que fueran más cuidadosas con las cestas! — Dijo la abadesa.

— ¡Un castigo es lo que merecen! — Gruñó la madre superiora, acercándose y colocándose detrás de la fila, encajó sus manos en sus hombros y las hizo arrodillarse a todas sobre los adoquines del patio — ¡Estarán arrodilladas ahí hasta que el sol se ponga, eso les enseñará a no desperdiciar lo que nos brinda la creación de dios!

Las monjas no protestaron y se quedaron arrodilladas.

Si eso les tocaba por una pila de cestas caídas al suelo, no me quería imaginar lo que le sucedería a la que estaba escondida en mi carreta.

La madre superiora giró su rostro hacia mí.

— ¿Y a usted qué se le perdió?

Vaya humor de perros.

Me sobresalté — Nada, señoría.

— ¡Si ya terminó de hacer la entrega y recibir su pago debería marcharse!

— Claro, con permiso — Caminé hacia la carreta y me subí al asiento, tomé las riendas y por unos segundos me quedé pensativo.

Si la delataba...

Observé hacia las monjas arrodilladas, me percaté de que una de ellas estaba soltando lágrimas.

Ese lugar no parecía un convento, sino una guarnición.

Agité y el caballo avanzó hacia la salida.

Atravesé las puertas y me alejé de ese lugar.

Esperaba que la monja hubiese cambiado de opinión después de que la descubriera y se hubiese bajado por su cuenta de la carreta, pero lo dudaba, parecía muy decidida a escapar de ese lugar.

El camino se bifurco y giré hacia la izquierda, tomando la ruta para volver a la propiedad.

Todavía había mucho camino por recorrer, así que detuve los caballos y bajé nuevamente.

Caminé hacia la parte trasera.

— ¡Salga! — Grité, corroborando mi sospecha — ¡Salga ya!

Hubo un movimiento adentro y me crucé de brazos.

La monja apareció, se quedó parada al borde.

La observé.

Sus hábitos eran completamente negros, uns túnica larga y de mangas hasta las muñecas, cubriendo hasta su cuello.

Había un cordón atado a su cintura y un crucifijo que colgaba de su cuello.

El traje terminaba con un manto blanco cuyas puntas se elevaban hacia arriba, como una especie de sombrero.

Su rostro era el único que quedaba a la vista.

Era joven, con rasgos puritanos o tal vez eran los hábitos, pero parecía un ángel, de ojos grises redondos, labios semi gruesos, nariz respingona y unas cejas finas color caramelo.

— Señor, gracias por no delatarme...

— Baje de la carreta — Le ordené.

Se estremeció y creí ver algún ligero temblor en su cuerpo. ¿Estaba asustada? ¿Tan temerario lucía yo?

Intentó bajar poco a poco.

Resbaló y la tomé de la cintura.

Era tan ligera.

Se zafó de mi agarre y retrocedió rápidamente.

— La dejaré aquí.

Su expresión cambió y observó a todas partes, solo había árboles y maleza.

Empecé a caminar hacia la parte delantera de la carreta.

— ¡Un momento! — Alzó la voz y subí al asiento — ¡Señor, no puede dejarme aquí!

— No quiero problemas, señorita.

— ¿Problemas? — Arqueó las cejas, elevando su rostro para poder observarme — ¡No conozco este lugar, no sé que camino tomar, aquí no parece haber más que monte y víboras!

— Lo siento, pero no se las razones por las que decidió escapar, no me apetece, que me pillen con una monja furtiva.

Resopló — ¡Si me está tratando de llamar ladrona...

— No, pero sus hábitos llaman muchas atenciones y eso es una muy mala combinación con mi apariencia de bárbaro. Cualquiera podía pensar que la rapté.

— Me esconderé en la carreta, no puede dejarme aquí, sería muy insensible de su parte dejarme tirada en este camino solitario, puede ser peligroso, los rufianes suelen ocultarse en los bosques — Se desesperó, secándose el sudor de la frente — Sea buen samaritano.

Me reí — No creo que usted sea el mejor ejemplo en estos momentos, acaba de huir como criminal.

— ¡Mis razones no son de su incumbencia! — Gruñó, enojada por mi comentario — ¡Le pido por favor que tenga la cortesía de dejarme en un lugar más apropiado para una mujer!

Puse los ojos en blanco — La dejaré en el pueblo.

— No, no sería apropiado, es cierto que con estos hábitos atraigo muchas miradas — Dijo, observando su ropa — Consiga algún vestido primero.

— ¿También quiere unas piezas, un poco de comida y una cama cómoda? — Pregunté con sarcasmo.

— Si es tan amable, sí — Dijo y resoplé — Déjeme que le explique, todo lo que tiene una monja es prestado, mientras estaba en el convento tenía comida, techo y ropas, pero ahora que huí no tengo nada.

— Entonces se hubiese quedado.

Frunció el ceño — Señor, no me apetece contarle mi vida a un extraño...

— Y a mí no me apetece escuchar.

Sus fosas nasales se abrieron y sus mejillas se sonrojaron.

— Debería estar más dispuesto a ayudarme, mientras más rápido me tienda una mano, mejor para usted.

— ¿Por qué lo dice?

— Porque así tomaré mi camino y ya no tendrá que cargar conmigo — Se cruzó de brazos — Tengo hambre, necesito ropa, piezas y un techo donde dormir.

— Está mal acostumbrada a la caridad, aquí afuera las cosas son diferentes...

— Entonces, deme trabajo, así ya no será caridad.

— No tengo trabajo para una monja.

Soltó una respiración frustrada.

— Usted no parece tener sentido de la caballerosidad.

Inhale profundamente.

— De acuerdo.

— Gracias, dios le pagará su ayuda.

Volví a poner los ojos en blanco.

— Suba a atrás antes de que me arrepienta.

Escuché sus pasos en la tierra y luego esperé a que subiera.

— ¡Ya estoy adentro! — Gritó desde atrás.

Agité la rienda y continué la marcha.

...****************...

Después de unas cuantas horas, llegué a la propiedad al atardecer.

Los perros me saludaron cuando bajé de la carreta y me aproximé al patio.

Había olvidado por completo a la monja.

Me devolví.

— ¡Hemos llegado! — Grité, sin mucho tacto.

La mujer bajó y esta vez si logró hacerlo sin resbalar.

Observó a todas partes.

Los perros se acercaron y me desconcerté cuando solo la olieron.

No estaban acostumbrados a gente extraña, solían atacar sin ni siquiera tomarse la molestia de olfatear.

Caminé hacia el patio y observó la casa.

— ¿Usted vive aquí?

— Si le parece poco, entonces vaya a buscar algo más elevado a su estatus — Inserté la llave en la puerta y la abrí.

Se quedó parada, sin moverse y me evaluó con desconfianza.

— ¿Vive solo?

— ¿Hay algún problema? — Estreché mis ojos — Si tuvo las agallas de meterse a la carreta de un extraño, de exigirle comida y techo...

— No hay problema — Dijo, pero la noté un tanto nerviosa.

— Soy un hombre decente y honrado, aunque le cueste creerlo.

Entró a la casa con lentitud y cerré la puerta después de hacer lo mismo.

Se estremeció al escuchar el sonido del cerrojo.

— En el campo, los rufianes abundan.

— No solo en el campo — Susurró, más para sí misma.

Señor Chester Clark:

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Comments

Katsof Muri

Katsof Muri

Maravillosa obra de gran escrito igual que las anteriores de la saga colores .
Mi querida escritora tiene la capacidad de transportarme a esos lugares mágicos que te hacen sentirte parte de la historia.

2024-12-11

1

Alexandra Ortiz Posada

Alexandra Ortiz Posada

Lindo , te pasa con esos protagonistas, jajaja yo creo que este si le baja el ego a mi Dorian, si los enfrentas en una pelea ,no permitas que me lo maltrate mucho jajaja

2024-12-11

1

Yorleni Velasquez Villamizar

Yorleni Velasquez Villamizar

autora me he leído toda la saga espero 🙏 que termine pronto esta .termino una y la otra es más interesante .no me gusta leer novelas incompletas pero sus novelas me atrapan .por fis

2025-02-05

0

Total
Capítulos
1 1. Bajo los hábitos
2 2. Una monja furtiva
3 3. Sin cadenas
4 4. Montando hacia el palacio
5 5. Lucha interna
6 6. Las lecciones
7 7. Sorpresas inesperadas
8 8. Reencuentro familiar
9 9. Un sutil atrevimiento
10 10. Los besos robados
11 11. Intrigas
12 12. Evasiones
13 13. Entre mano
14 14. Las horribles mentiras tienen peso
15 15. La otra cara de la moneda
16 16. Un rencor que despierta
17 17. Sanando en cuerpo y alma
18 18. Sorpresa familiar
19 19. Aclarando mal entendidos
20 20. Plática de padre e hijo
21 21. Rienda suelta al deseo
22 22. A punto de ser descubiertos
23 23. Escape temporal
24 24..La víbora tras la puerta
25 25. Alejando a la harpía
26 26. Tarta de amor
27 27. Oferta sucia
28 28. Preparando la boda
29 29. Secretos de la nobleza
30 30. Conversación entre hermanos.
31 31. El casamiento
32 32. Celebrando el casamiento
33 33. Un nuevo comienzo
34 34. Luna de miel
35 35. Un padre desesperado
36 36. La madre que no debió ser
37 37. La impostora
38 38. Golpes de justicia
39 39. Los dos bárbaros
40 40. El plan
41 41. El plan II
42 42. Confesiones de una impostora
43 43. Una nueva misión
44 44. Camino al convento
45 45. Dentro de los muros
46 46. Disfrazados
47 47. Ardua búsqueda
48 48. Gato encerrado
49 49. El regreso
50 50. Esperanzas y sonrisas
51 51. La luz al final del túnel
52 52. Apresados
53 53. Libertad y paz
54 54. El destino favorece
55 55. Reencuentro materno
56 56. Bendiciones que se suman
57 57. Oro, el tesoro.
58 EPÍLOGO
Capítulos

Updated 58 Episodes

1
1. Bajo los hábitos
2
2. Una monja furtiva
3
3. Sin cadenas
4
4. Montando hacia el palacio
5
5. Lucha interna
6
6. Las lecciones
7
7. Sorpresas inesperadas
8
8. Reencuentro familiar
9
9. Un sutil atrevimiento
10
10. Los besos robados
11
11. Intrigas
12
12. Evasiones
13
13. Entre mano
14
14. Las horribles mentiras tienen peso
15
15. La otra cara de la moneda
16
16. Un rencor que despierta
17
17. Sanando en cuerpo y alma
18
18. Sorpresa familiar
19
19. Aclarando mal entendidos
20
20. Plática de padre e hijo
21
21. Rienda suelta al deseo
22
22. A punto de ser descubiertos
23
23. Escape temporal
24
24..La víbora tras la puerta
25
25. Alejando a la harpía
26
26. Tarta de amor
27
27. Oferta sucia
28
28. Preparando la boda
29
29. Secretos de la nobleza
30
30. Conversación entre hermanos.
31
31. El casamiento
32
32. Celebrando el casamiento
33
33. Un nuevo comienzo
34
34. Luna de miel
35
35. Un padre desesperado
36
36. La madre que no debió ser
37
37. La impostora
38
38. Golpes de justicia
39
39. Los dos bárbaros
40
40. El plan
41
41. El plan II
42
42. Confesiones de una impostora
43
43. Una nueva misión
44
44. Camino al convento
45
45. Dentro de los muros
46
46. Disfrazados
47
47. Ardua búsqueda
48
48. Gato encerrado
49
49. El regreso
50
50. Esperanzas y sonrisas
51
51. La luz al final del túnel
52
52. Apresados
53
53. Libertad y paz
54
54. El destino favorece
55
55. Reencuentro materno
56
56. Bendiciones que se suman
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57. Oro, el tesoro.
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