La boda.

Lautaro le dejo todo encargado a Lucía y Lila. Ellas llevarían a cabo las decoraciones y prepararían las invitaciones para los pocos invitados.

- ¿Estás bien como para hacerlo Lucia? Recuerda que solo hace pocos dias tenías fiebre.

- Estoy bien. Además, es mi trabajo, tendré todo preparado para la fecha Lautaro no te preocupes por nada.

- Gracias Lucia.

En casa Romina miraba ese vestido que en solo pocas horas estaría luciendo.

- Todavía estas a tiempo Romi.

- No Simón ya no hay vuelta atrás. ¿Los invitados ya están presentes?

- Todos están aquí incluso el novio.

- Ja Ja Nos vemos en poco Simón.

Papá, Mamá sé que su sueño más grande era verme vestida de novia caminando hacia el altar. Ahora estoy vestida de novia arrastrándome hacia su asesino. ¿Serán capaces de perdonarme?

- Te ves hermosa Romina.

- Tú también tía.

- Vamos...

- Si.

Todos los presentes estaban emocionados esperando ver a la hermosa novia. Nadie sabía quién era ella, ya que Romina se mantenía oculta de todos.

Hacía 15 años que nadie la había vuelto a ver y estaban ansiosos por saber quién era la mujer que le había robado el corazón a Lautaro Andreani.

Para el asombro de los presentes ven a una hermosa mujer comenzar a desplazarse por la alfombra en sillas de ruedas.

Lautaro no podía quitarle la mirada de encima. Se veía muy bonita, los fotógrafos no perdieron el tiempo y retrataron ese momento.

Al llegar junto a él Romina dibuja una sonrisa falsa en su rostro. Lo observa de arriba a abajo.

- Te vestiste para un velorio veo.

- No digas eso. Estás muy hermosa Romina.

El sacerdote comienza su discurso y en pocos momentos ya era hora del beso. Lautaro se inclina para quedar a la altura de ella y deja un pequeño beso en su mejilla a lo cual Romina gira su cara para recibirlo en sus labios.

- Si lo vas a hacer que sea en serio.

Esa respuesta lo deja completamente en shock.

Las palabras del sacerdote lo traen de regreso a la realidad.

- Les deseo mucha felicidad hijos míos. Que sus vidas de ahora en adelante estén colmadas de mucha dicha y amor.

¿Amor? Como podría ser eso posible si su corazón está lleno de odio hacia mí. Y yo por mi parte solo acepté para recuperar lo que era mío. Este matrimonio tendrá todo menos amor.

No podía parar de pensar Lautaro para si mismo.

En la fiesta luego de sellar sus votos todos esperaban el gran espectáculo. Era la hora del baile y querían saber como le aria la novia para poder hacerlo.

- Ja Ja Ja Pobre Lautaro que desperdicio de hombre atado a una inválida inútil.

- Si ni siquiera puede bailar como le ara para dar a luz a sus hijos.

- Que bueno que pude venir. Por nada del mundo me quería perder este patético show.

- Quieren ver algo incluso mejor chicas. Invitaré a bailar al novio.

- Estás loca.

- Por favor esto es solo una pantalla, de seguro ya se conseguirá una mujer de verdad para poder pasar el rato. Eso si no la tiene ya.

Las burlas de las mujeres no tenían remedio. Lautaro miraba apenado a Romina porque pensaba que estaría dolida por tales afirmaciones tan crueles, pero lejos de eso ella sonreía alegre.

- Ja Ja Ja ¿Acaso yo no soy una mujer de verdad? Si tanto desea bailar con mi esposo hágalo señorita después de todo yo no me fijo en esas pequeñeces. Disfrútalo un momento porque yo pienso disfrutarlo toda mi vida.

- Yo.. No quería ofenderla.

- ¿De verdad no quería? Porque yo pienso que si quería y mucho, pero no me interesa en lo más mínimo lo que una estúpida descerebrada piense de mí.

Luego de cerrarle la boca, Romina se da la vuelta y se desplaza hasta llegar junto a Simón.

- ¿Bailamos?

- Ahora no Simón mejor llévame por un trozo de pastel que muero de hambre.

- Está bien. Luego me encargo de esa mugrosa.

- Siempre tan lindo.

La fiesta a pesar de los comentarios desagradables fue muy pacífica. Lautaro se mantuvo alejado de Lucia para no crear más malentendido, pero Romina no se separaba de Martina y Simón.

Llegando así al final de esta y la primera noche que compartirían como esposos. Lautaro ya había planeado ver hasta adonde estaba dispuesta a llegar Romina y sin dudarlo la siguió a su cuarto cerrando la puerta detrás de él.

Pero para su sorpresa ella ni se inmutó por su presencia. Era como si lo estuviera esperando.

- ¿Veo que si viniste?

- Eres mi esposa ahora, claro que tenía que venir a consumar nuestra Unión.

Esas palabras la ponen nerviosa, pero lo oculta muy bien. Girando lento para quedar cara a cara.

Lo primero que ve es su mirada fría y su expresión sería. Ese traje perfectamente pulcro la hace pensar que se vistió para un funeral y no para su boda.

- De haber imaginado que te vestirias así yo también me hubiera puesto un vestido negro.

- Bueno que lastima que no lo pensaste querída.

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