Sus guardias me vieron como si hubiera cometido un gran error.
«¿Es momento para disculparme? ¿Pero por qué lo haría?»
Me estaba contradiciendo.
Pero él no se movió ni un centímetro; se quedó de rodillas tomando mi mano con cierta delicadeza.
—¿Qué cree que está haciendo?
—Madre debiste haberle instruido para que esto no pasará.
Escuchaba como mis hermanos susurraban a mis espaldas.
«Deberían cerrar la boca. Lo escucho perfecto y claro.»
Después de un largo silencio incómodo, el misterioso prometido se puso de pie, sin soltar mi mano.
—Entiendo que te sientas incómoda por mi apariencia pero me gustaría guardar mi identidad hasta que llegué el día de la celebración.
Es decir una boda.
Supuse que había una razón contundente para que ocultara su identidad, y tampoco necesitaba una explicación, me dio igual como luciera o quién rayos fuera.
Después de todo tenía previsto llegar a mi meta y dar por terminado el compromiso.
—Esta bien, si así será, respecto tu decisión. —le dije serenamente.
Mi padre y mi madre se acercaron para saludarlo y por consiguiente, mis hermanos y los demás familiares.
Mientras tanto, me quedé a un lado, sonriendo falsamente para ocultar mi desdicha.
Porque en realidad, estaba pensando en Kael.
En cómo estaría, donde se encontraba y sobretodo porqué se fue sin avisarme nada.
¿Qué era él para mí?
¿Cómo fue que en un mes se convirtió en un ser digno de mis pensamientos?
No encontraba una explicación lógica a esos sentimientos que me rondaban.
—Irina, no intentes estar conforme. Se ve que no quieres estar aquí. —se acercó Yasir con una copa de vino en sus manos.
—Es mi deber como única hija y más por pertenecer al Clan Vermid.
«Es mi destino si terminó fallando en un año.»
Yasir me entregó la copa con vino tinto.
—Ahoga tus penas y olvídate del presente.
—Vaya, tus frases a veces me causan curiosidad. —le sonreí.
Bebí todo sin desperdiciar una sola gota.
El vino tinto del Infierno era conocido por ser muy fuerte y a su vez lleno de éxtasis.
La melodía empezó a sonar.
Los presentes bailaron como de costumbre.
“Mi prometido” se acercó para llevarme a la pista.
—¿Me concedes el honor de bailar una pieza?
«Esa voz distorsionada no me agrada.»
Suspiré en silencio.
La música clásica no era de mi gusto pero todos en el Inframundo, lo adoraban.
Tomé su mano.
—¿Ni siquiera puedo saber tu nombre? —inquirí.
—Hm. Puedes dirigirte hacia a mí como “Horus.”
Horus era un nombre raro que apenas escuchaba pero no preste demasiada atención y acepté bailar con él.
—Te advierto que soy mala en esto.
—Tranquila, te voy a tratar como la joya más delicada y frágil del universo. —me susurró.
Lo miré perpleja.
—Serás mi joya amatista, como el color de tus orbes. —terminó por decir.
Me quedé callada porque no supe que responder, no sabía si era coqueteo o no.
Entonces nos dirigimos al centro de la pista.
Me tomó con gran delicadeza a pesar de su altura prominente.
Su gran brazo abarcó mi cintura, provocando que nuestros cuerpos se ciñeran.
En todo momento me guío al son de la música y me sorprendió como mi propio cuerpo se adaptó a él.
«No puedo creerlo… estoy bailando con tanta elegancia que me siento otra.»
Me dejé llevar… cerré mis párpados mientras mi mente estaba en blanco…
Pero de un segundo a otro, la imagen de Kael se infiltró en mi cabeza, volviéndome a sentir miserable.
—¿Quieres ir a un lugar más tranquilo?
Tal vez él percibió que no estaba bien.
Asentí con la cabeza.
Él me llevó hasta la terraza, fuera de la vista de los demás y de sus intimidantes guardias.
—¿Vas a decirme algo? —le pregunté de inmediato al ver qué su mirada estaba fija sobre mí, a pesar que llevaba una máscara.
—¿Estás de acuerdo con el compromiso?
—En realidad, no.
No había razón para mentirle.
—¿Y tú, también estás de acuerdo? ¿Soy al menos tu tipo?
Los demonios no nos enamoramos entre nosotros.
Si bien hay un compromiso de por medio, y luego una boda, no significa que se amen mutuamente.
Sin embargo, hay algunos que si se enamoran y se aman por la eternidad.
Claro ejemplo son mis padres.
El comprometernos es solo por un propio beneficio u objetivo.
—No lo sé. Es la primera vez que conozco el exterior.
«¿Su primera vez? ¿Por eso está muy protegido y guarda su identidad?»
Desde mi perspectiva era muy extraño, pero tampoco me sorprendió.
—Quiero dejar en claro mi posición en este momento. —le dije.
—Adelante.
—Soy tu prometida pues ya ha sido establecido, pero… yo tengo un propósito diferente; el cual consiste en ascender como La líder del escuadrón de vigilancia, tengo un año para lograrlo, y si lo consigo, entonces puedo anular este compromiso.
Plantearle todo de golpe era lo fundamental.
No quería que pensara que solo era alguien mimada por sus padres.
—Mas o menos estaba al tanto de eso. Sin embargo, puedo cumplir tu deseo.
Abrí mis ojos como platos.
—¿A qué te refieres?
—Puedo conseguir el puesto que quieres en un santiamén. —respondió.
Mi codicia me traicionó.
El deseo vehemente por ser reconocida era enormemente grande en mi interior.
Por un segundo no pensé cuerdamente.
—¿Puedes hacerlo realidad? ¿Estás diciendo que puedo tener lo que tanto anhelo gracias a ti? —pregunté con una emoción indescriptible.
—Exacto. Todo lo que desees voy a cumplírtelo.
Estaba siendo seducida por un demonio desconocido.
Sin embargo, mi orgullo entró en acción.
No todo podía ser miel sobre hojuelas y tener todo en charola de plata.
«¿En qué estoy pensando? ¡¿Dónde quedaron mis ideales?!»
—No… —murmuré.
—Esto no es lo que busco. No voy a conseguir mi deseo así de fácil, quiero hacerlo por mis propios méritos.
Él soltó una risita.
—Si aceptabas, habría una condición que te dejaría anonadada.
—¿Y qué tipo de condición era?
—No te lo diré.
Cómo sea, tampoco tenía curiosidad de saber que tipo de condición era.
Al final, los dos acordamos no vernos en un tiempo, a menos que fuera urgente o si nuestras familias lo solicitaran.
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