Una cena especial

Estoy frente al espejo, lista para la cena. Llevo un vestido negro elegante que se siente simplemente perfecto. Es sin mangas, con tirantes delgados y un escote en "V" cruzado que le da un toque sofisticado. El corte resalta mi figura sin ser demasiado llamativo.

Una vez lista, agarro mi bolso y salgo rumbo a la casa de mis tíos.

Cuando llego, la mansión se alza frente a mí, tan imponente como la recordaba. Tiene esa mezcla perfecta entre elegancia y un toque clásico que nunca deja de maravillarme. Hace bastante que no venía por aquí, y verlo de nuevo me llena de nostalgia.

Toco el timbre y Susan, el ama de llaves, aparece con su característica sonrisa cálida.

—¡Señorita Maite! ¡Cuánto tiempo sin verla! —dice con entusiasmo.

—Susan, cada día estás más bella. Te extrañé muchísimo —le digo, acercándome para abrazarla.

Susan fue más que una ama de llaves para Loren y para mí. Fue como una segunda madre durante nuestra infancia.

—Tú siempre tan linda, mi niña. Anda, sigue. Todos te están esperando.

Le devuelvo la sonrisa antes de seguir el camino hacia el comedor. Cuando entro, noto que he llegado un poco tarde. En la cabecera de la mesa está mi tío Diego, mientras que en el otro extremo está mi tía Elena. A un lado de la mesa están los padres y el hermano de Sebastián, y al otro están Loren y Sebastián, sonriendo con complicidad.

Me acerco con prisa.

—Disculpen la tardanza, el tráfico estaba terrible —digo mientras me acerco a saludar a mi tía.

Tía Elena se levanta y me abraza de inmediato, sin dejarme terminar.

—¡Mi niña! No sabes cuánto te he extrañado. Nos tienes muy abandonados.

—Tía Elena, yo también los he extrañado muchísimo. Pero no te preocupes, voy a quedarme en la ciudad y prometo venir a visitarlos más seguido.

—Eso espero —dice con un puchero antes de soltarme y volver a su asiento.

Le sonrío y sigo hacia mi tío Diego, quien también se levanta.

—Jovencita, ¿por qué no viniste a vernos cuando recién llegaste? Te hemos echado de menos.

—Lo sé, tío. Ha sido una semana un poco ocupada, pero, como le dije a la tía, vendré más seguido.

Me da un fuerte abrazo antes de regresar a su lugar.

Finalmente, camino hacia Loren y Sebastián. Los saludo con una sonrisa y me siento a su lado. Sebastián toma la palabra.

—Familia, les presento a Maite Villarreal. Es la mejor amiga de Loren; son como hermanas.

El señor y la señora Gates me regalan una sonrisa cálida.

—Encantada de conocerte, jovencita. Soy Rosa, él es mi esposo John Gates, y este es nuestro hijo Samuel —dice la señora con amabilidad.

—Mucho gusto, señores. Es un placer conocer a la familia de mi cuñado.

—El placer es nuestro. Es bueno conocer a alguien tan importante para nuestra futura nuera —añade el señor Gates.

La conversación fluye entre risas y anécdotas mientras nos sirven la cena. El ambiente es animado y relajado. Cuando terminamos, mis tíos nos invitan a pasar a la sala para seguir conversando.

—Tíos, señores Gates, Sebastián, si me disculpan, voy a acompañar a Loren a su habitación. Queremos revisar unos detalles para la boda.

Todos asienten, inmersos en su charla, mientras Loren y yo subimos a su cuarto.

—Loren, empaca unas cosas para mañana en la noche. Te quedarás conmigo. Mañana llegan Juan y Anna, y haremos algo en mi casa para tu despedida de soltera —le digo mientras me miro en el espejo de su habitación.