Capítulo: Sempiterno

Día 06 de Diciembre

Nunca fui otra cosa sino un vestigio y un simulacro de mí mismo. Mi pasado es todo aquello que no conseguí ser.

Autor: Fernando Pessoa

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- Te encantaba combinar nuestra ropa. No había un solo día en el que no fuéramos de compras y regresáramos con nuevos conjuntos. Aún conservo esa camiseta morada que, según tú, "conservaba mi olor". Yo deseaba que tu fragancia quedara impregnada en ella para siempre, pero con el tiempo se ha ido desgastando, y ahora solo huele a guardado. No he tenido la fuerza de voluntad para lavar tus prendas.

—Sé que suena descabellado —murmuró, mientras hacía un gesto con los labios—, pero aún guardo el primer enterizo cetrino que compramos juntos. Dijiste que "el color cetrino es unisex; es un amarillo verdoso". Te sugerí que compráramos más de uno en diferentes colores y diseños, pero insististe en llevar solo uno, sin imaginar que sería el último.

Tantos planes a corto y largo plazo que hicimos. Dos meses de gestación —dijo, entrecerrando los ojos mientras miraba el vasto cielo cubierto de nubes—. Me cautivaste con tu cultura, pero luego esa sofisticación se desvaneció.

》 Un día antes, hicimos un juramento sobre nuestra familia, que sería "Sempiterno". Es irónico, pensó, mientras sacudía la cabeza para alejar esos pensamientos de reproche. A veces me pregunto si fui demasiado permisivo contigo al permitirte seguir ese camino. Quizás, si te lo hubiera prohibido, estarías aquí conmigo.

Sus ojos reflejaban una profunda tristeza, mientras el viento susurraba a su alrededor. En un momento de reflexión, se mordió la lengua para no cuestionar a Dios por lo que había sucedido.

De repente, se levantó, sacudiéndose la ropa para eliminar cualquier rastro de suciedad. Luego, fijó su mirada en la lápida y murmuró: "Te prometo que volveré". Se alejó lentamente, con los hombros caídos, dirigiéndose a otra sección del cementerio. Allí, cinco lápidas estaban alineadas, recordándole a sus mejores amigos de la secundaria, quienes habían perdido la vida en un trágico accidente automovilístico.

Meses después de la partida de Sandrine, Jake recibió una noticia que lo devastó emocionalmente. Pasó años sintiéndose solo y perdido sin la compañía de sus seres más queridos.

**Jake**: "Desvergonzado" es la palabra que mejor te describe. Nunca asistías a clase, lo que obligaba a todos a ayudarte para que pudieras mantener el nivel académico. Siempre fuiste un charlatán. Recordó con una sonrisa a su amigo de cabello castaño, rostro fino, ojos brillantes y una figura atlética.

**Eric**: El chico más risueño que he conocido. Incomparable; para mí, siempre serás la personificación de la felicidad, tan saludable y lleno de vida. Recordó con una sonrisa sincera a su amigo de cabello largo, ojos grandes y sonrisa deslumbrante, aunque con una dentadura amarillenta, alto y algo torpe en su andar.

**Chase**: Ingenioso, con una mente brillante y siempre responsable de mantener al grupo al tanto de las asignaciones de los profesores. Su capacidad para motivarnos y empujarnos a mejorar era admirable. Me frustraba no poder ayudarte en tus momentos de desánimo, pero siempre te recuperabas al día siguiente, con una figura delgada, cabello oscuro y ojos llenos de energía.

**Ava**: La soñadora del grupo, la única chica que se mantuvo leal a nosotros. La recuerdo claramente: con sus ojos achinados, nariz respingada y una estatura promedio, su presencia siempre aportaba un toque especial al equipo.

**Lance**: Aunque a veces era huraño, era el más cercano a nosotros. Fuiste el primero en enterarte de que pronto serías padre, y la alegría que mostrabas era contagiosa. Nunca olvidaré tus valiosos consejos, amigo. Pasábamos horas en las gradas discutiendo sobre las carreras que planeábamos seguir después de graduarnos de la preparatoria.

》Una tarde, recibí tu llamada, llena de lágrimas y en estado de embriaguez, pidiéndome perdón porque el grupo había organizado un viaje para despejarse y decidieron excluirme. Me dijiste que me amabas y que yo era el hermano que nunca tuviste. Fue un momento de despedida sin sabee lo que pasaria.

Se dejó caer de rodillas, sintiendo un profundo dolor al recordar a su amigo de piel oliva, de aspecto robusto y ojos verdosos. Una brisa suave recorrió el lugar, haciendo que su piel se erizara y un escalofrío le atravesara. Por un breve instante, sintió compañía, pero al abrir los ojos y ver la soledad que le rodeaba, rodeado de tumbas y cuerpos sin vida, las lágrimas fluyeron con pesar.

Cada día se sentía más aislado en el implacable mundo de la realidad, donde la pérdida de un ser querido nunca se puede anticipar, a pesar de que todos sabemos que algún día nos despediremos. Mientras recordaba las travesuras y aventuras compartidas con sus amigos, el tiempo parecía desvanecerse, hasta que el sol comenzó a ocultarse, marcando el momento de regresar a casa.

Al emprender nuevamente el camino, esta vez se sentía más ligero y en paz consigo mismo. Al entrar a la ciudad, notó una tienda que exhibía ropa de bebé. "No hay mejor manera de revivir esos recuerdos que con el aroma de la ropa de bebé", pensó mientras aparcaba su automóvil. Con determinación, tomó su celular y llaves, acelerando el paso para entrar en la tienda.

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