13. Un sueño hecho realidad.

P.O.V. Marcello Dosantos.

Es madrugada. Entro a la ducha, dejando que el agua caliente recorra mi piel marcada por mordidas y arañazos. No puedo evitar detenerme a observarlas, huellas que trazo con la yema de mis dedos, recuerdos de una noche intensa, salvaje y absolutamente inolvidable.

Ella es diferente a todas. Una mujer madura, con la fogosidad de la juventud y la audacia de quien disfruta romper límites. Pero, al mismo tiempo, guarda una sumisión inesperada que me cautivó, como si jugar entre esos dos extremos fuera parte de su esencia.

Ese contraste me dejó hipnotizado. Su presencia fue un torbellino: devastador y embriagante. Mientras el agua baña mi cuerpo, me pregunto si ella también me recuerda… si los ecos de esa noche aún resuenan en su mente como lo hacen en la mía. La sensación de su cercanía, su vulnerabilidad y fuerza, sigue viva dentro de mí.

Sé que hacía años que no estaba con un hombre, su timidez. Lo estrecho de su centro, el rojo de su rostro al proponerle cada cosa… Ser el primero en penetrar su trasero… Me ha puesto duro de tan solo recordar

Me gustaría volver a verla, pero a la vez pienso que aquello que hizo, escabullirse mientras dormía, fue lo mejor.…

Hoy es el día. Inauguraré Dolce Ispirazione, la repostería más grande y exclusiva de la ciudad. Pero este lugar no es solo un negocio; es mi refugio, mi renacer. Cada detalle, desde el mármol pulido hasta los aromas embriagadores, lleva mi toque personal y el eco de los sabores y culturas que descubrí en cada uno de mis viajes.

La fachada es impresionante, una mezcla de modernidad y lujo. Grandes paneles de cristal impecable se combinan con mármol blanco que refleja la luz del sol. Las letras doradas grabadas a mano en el frente brillan con elegancia, prometiendo una experiencia única. El logotipo, minimalista pero distinguido, refleja mi visión clara y precisa.

Al cruzar las puertas, el sonido delicado de una campana recibe a los visitantes. La decoración del interior logra un equilibrio perfecto entre lo clásico y lo moderno. En una de las esquinas destaca una cascada artificial. El agua fluye suavemente, llenando el lugar con un sonido tranquilizador que recuerda los ríos que visité durante mis viajes. La música clásica de fondo añade un aire de calma que convierte al espacio en algo más que una simple repostería: un lugar para el alma.

No hay vitrinas exhibiendo postres comunes. Cada creación en Dolce Ispirazione es única y personalizada, hecha a pedido por un equipo de chefs maestros que seleccioné cuidadosamente. Los clientes hacen sus encargos con anticipación, asegurando que cada postre sea exclusivo. No se trata de excluir a nadie, sino de honrar el arte detrás de cada receta.

El aroma del lugar envuelve los sentidos. Se siente la calidez de la vainilla, el toque amargo y profundo del cacao recién molido, y la frescura chispeante de los cítricos. Un ligero perfume a café se mezcla con todo, aportando una sensación de acogimiento y sofisticación.

Las paredes narran una historia. Están decoradas con fotografías de mis viajes: mercados bulliciosos, montañas nevadas y pequeños cafés escondidos. Cada imagen refleja una experiencia que marcó mi camino. Es como si el lugar mismo respirara las memorias y aprendizajes que llevé conmigo.

Sin embargo, ni la perfección de este lugar puede silenciar la tormenta dentro de mí. Dolce Ispirazione es más que un sueño hecho realidad. Es también el recordatorio de un dolor profundo, un símbolo de que tuve que destruirme para volver a nacer.

Han pasado cinco años desde que dejé todo atrás. Escapé porque enfrentar la traición me habría destruido. En mi exilio, busqué respuestas y un propósito en los rincones más apartados del mundo.

Viajé al Himalaya buscando calma en el helado aire espiritual. Descubrí la sensualidad y la intensidad de los sabores en América Latina, con su vitalidad desbordante. En París, traté de encontrar consuelo en su arte y sus refinados sabores. Pero aunque aprendí mucho, nada ha llenado el vacío de la traición.

Ajusto la manga de mi camisa y respiro profundamente mientras reprimo los recuerdos. La rabia sigue aquí, viva en mi pecho.

Hace ocho años, mi mundo se fracturó. Descubrí que mi padre y mi mujer, tenían una relación. Esa traición me devastó.

Ella, quien fue mi sol, mi razón para sonreír, resultó ser la sombra que derrumbó mi confianza.

Hasta hoy, esa herida supura. No sé qué me duele más: la traición de mi padre o el hecho de que ella nunca mostró arrepentimiento.

Pero las cosas no quedaron ahí. Como la peor de las serpientes, Laura no se conformó con destruirme una vez. Hace cinco años me arrebató las ganas de vivir.

Flashback...

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