El lunes llegó, y como era de esperar, no recibí ni una palabra de Charlotte. Desde el viernes no sabía nada de ella, y aunque traté de no pensarlo, un nudo en mi estómago seguía presente. La incertidumbre me pesaba.
Me preparé para ir a la universidad. Esta vez no iría con Charlotte. Min-ju, sin embargo, insistió en recogerme en su característico Mercedes Benz negro. Subí al coche sin mucho ánimo, más por costumbre que por ganas.
Cuando llegamos al instituto, todas las miradas se dirigieron hacia nosotras. Caminar con Min-ju era algo que ya no me sorprendía, aunque cada vez que lo hacía, el murmullo de los demás me incomodaba. Caminamos con seguridad, ignorando las miradas que nos seguían. Me dirigí rápidamente al aula, ya que la clase comenzaba pronto. Aunque mi cuerpo actuaba de manera automática, mi mente estaba lejos, obsesionada con el inevitable encuentro con Charlotte. Sabía que compartiríamos las mismas clases.
Al entrar al aula, saludé a mis compañeros como siempre, pero algo no estaba bien. Mi estómago se apretó cuando la vi. Estaba allí, despidiéndose de Lauren antes de entrar. ¿Qué hacía otra vez con ella?
El dolor de verla tan cercana a esa chica me hizo sentir como si algo se estuviera quebrando por dentro. La rabia comenzó a acumularse, pero traté de controlarla. Me concentré en lo que tenía que hacer, observando a Charlotte de reojo. Estaba sentada en la primera fila, con la mirada fija al frente, completamente ajena a mi presencia. ¿Tan molesta estaba conmigo?
Durante toda la mañana, no me dedicó ni una mirada, y esa indiferencia me devastaba. Traté de distraerme charlando con mis amigas, pero la sensación de estar invisible ante ella me atormentaba.
Al llegar la hora del almuerzo, Min-ju apareció en la puerta de mi aula, invitándome a comer. Acepté sin mucho entusiasmo y salimos juntas al comedor. Sin embargo, mi atención estaba completamente dividida. No podía evitar buscar a Charlotte con la mirada.
—¿Buscas a tu novia? —preguntó Min-ju con un tono sarcástico, que no pasó desapercibido.
Mi rostro se ruborizó ligeramente, pero no iba a admitirlo.
—No, solo estaba viendo si aún quedaba postre —respondí, forzando una sonrisa que no convenció ni a mí.
Min-ju me miró con una ceja levantada, como si no creyera ni una palabra, pero no insistió.
Poco después, Charlotte apareció en el comedor. No venía sola, como esperaba. Lauren estaba a su lado, hablando animadamente con ella, y se sentaron cerca de nosotras, sin prestarnos atención. Mi mirada se clavó en Lauren, especialmente en la manera en que sonreía mientras le hablaba a Charlotte. Esa sonrisa me resultaba insoportable.
—Tienes una mirada de asesina, relájate —comentó Min-ju, con tono burlón, pero también celoso.
No respondí, pero mi incomodidad no desapareció. No pude evitar que mi mente volviera una y otra vez a la imagen de Charlotte y Lauren. Decidí seguir el juego.
—Dime, ¿conoces a Lauren? —pregunté, intentando sonar casual, aunque mi voz traicionaba mi curiosidad.
Min-ju no pareció sorprenderse por mi pregunta.
—Sí, es una amiga de la escuela. Estudiamos juntas con Charlotte.
Lo que me dijo me sorprendió más de lo que esperaba. Escupí un poco de mi bebida, sin poder evitarlo.
—¿Estudiaste con Charlotte? —pregunté, el aire pesado de incertidumbre envolviendo mis palabras.
—Sí, hace tiempo. Eran muy buenas amigas, Lauren y Charlotte.
Esas palabras resonaron en mi mente, creando una maraña de pensamientos. Mi estómago se encogió.
—Mmm, ya veo… —murmuré, tratando de calmarme, pero mis pensamientos ya estaban desbordados.
A pesar de que intenté cambiar de tema y seguir conversando sobre cosas triviales, mi mente no podía dejar de dar vueltas a las imágenes y preguntas que se agolpaban en mi cabeza.
Cuando regresé a mi departamento esa tarde, mi cabeza estaba a punto de estallar. No podía dejar de pensar en lo que había escuchado, ni en lo que había visto. Decidí buscar el perfil de Lauren en las redes sociales. Quería saber más de ella, algo que me calmara o me sacara de dudas. Fue entonces cuando la encontré: una foto de la noche del viernes, Charlotte y Lauren sonriendo, disfrutando de la fiesta. La descripción decía: "Con la chica más ardiente de la fiesta."
Mis manos temblaron al ver esa imagen. La rabia me inundó, y por un instante, sentí la necesidad de lanzar el celular contra la pared. Pero me contuve. Mi respiración se volvió irregular.
Lauren quería jugar. Y yo sabía muy bien cómo jugar.
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