Las estrategias del cazador...

El lobo con piel de oveja empezaba su cacería. Karina Sotomayor era su objetivo y él no descansaría hasta tenerla en sus manos. Entablar negocios con Fernando Sotomayor fue su mejor estrategia, pues él se encargaría de venderle la idea a la pelirroja de que Juan Diego era el mejor y único candidato para ser su novio, futuro esposo y único dueño.

Juan Diego sonrió para sí mismo mientras se sentaba en su silla, detrás de su escritorio de granito negro. Su mirada era intensa y calculadora, y su sonrisa parecía ocultar un secreto.

— Señor Morales, necesito ese dinero para expandir la empresa —dijo Fernando, inclinándose hacia adelante—. Y sé que usted es el único con el capital suficiente para inyectar.

Fernando Sotomayor, el hombre maduro y bien vestido, con su traje gris que parecía caro, se sentó en una de las sillas de cuero que flanqueaban el escritorio de Juan Diego. Tratando de parecer seguro, aunque estaba realmente ansioso por la respuesta que obtendría de parte del magnate.

— ¿Y qué garantías me das de que mi inversión será rentable? —preguntó Juan Diego, entrelazando sus dedos.

— Le doy mi palabra de que la empresa será un éxito —respondió Fernando sonriendo—. Y estoy dispuesto a ofrecerle una participación en las ganancias.

Juan Diego sonrió con malicia mientras en su mente ya tenía planeada la siguiente jugada.

Entablar negocios con Fernando Sotomayor fue su mejor estrategia pues el se encargaría de venderle la idea a la pelinegra de que Juan Diego era el mejor y único candidato para ser su novio, futuro esposo y único dueño.

—Señor Morales, necesito ese dinero para expandir la empresa y se que usted es el único con el capital suficiente para inyectar.—dijo esperanzado Fernando

Lo tenía justo donde quería, el magnate movió muy bien sus fichas iba por la reina y Fernando era solo un simple peon en su tablero.

—Fernando deja las formalidades conmigo, puedes llamarme Juan Diego, finalmente ya somos socios y pronto seremos familia.—hablo con suficiencia Juan Diego.

—¿Familia?— Preguntó Fernando mirando a Juan Diego sin entender nada.

—Seré sincero contigo Fernando, la única razón por la que me asocie contigo es porque Karina me gusta y quiero que tú me ayudes a convencerla de que me dé una oportunidad.—hablo con determinación despejando las dudas de Fernando.

Un hombre ambicioso y machista como Fernando, no desaprovecharía una oportunidad como esa, en suente se imaginaba los múltiples beneficios económicos y empresariales que le traería la unión de su joven hija con el magnate petrolero.

— ¿Me estás diciendo que solo inyectarás capital a mi proyecto si logro que mi hija acepte ser tu novia? —preguntó Fernando, fingiendo asombro.

Juan Diego se levantó de su silla y se acercó a la ventana, mirando hacia la ciudad.

— Exactamente —dijo, sin girarse—. La única manera en que inyectaré capital para la expansión de tus empresas es que convenzas a tu hija que acepte ser mi novia. Así que, entre más tiempo tarde ella en aceptarme, más tiempo se dilatará tu proyecto.

— Fernando, eres un hombre muy astuto —dijo—. Sabía que como hombre de negocios lo captarías muy rápido. Hablo Juan Diego mientras sonreía de manera maliciosa sin quitar la vista de la ventana.

Juan Diego se giró y sonrió, una sonrisa ladina que hizo que Fernando se sintiera incómodo.

— Entonces, ¿estamos de acuerdo? —preguntó Juan Diego, extendiendo su mano.

Fernando la estrechó, sellando su acuerdo.

— Estamos de acuerdo —dijo.

Juan Diego se encaminó a la puerta con total serenidad y abandonó la oficina, dejando a Fernando con una misión importante.

Esa noche, durante la cena, Fernando estuvo en absoluto silencio, parecía ido. En su mente solo estaba el cómo convencer a su hija de aceptar al magnate que lo haría ganar millones.

Karina, su hija, notó el cambio en su padre y se preguntó qué estaría pasando. Pero no dijo nada, simplemente siguió comiendo en silencio.

Mientras tanto, Juan Diego estaba en su oficina, planeando su próximo movimiento. Ya había ganado terreno con Karina, pero aún ella no quería dar el siguiente paso. Y Juan Diego necesitaba tenerla asegurada antes de su viaje a Europa.

Fernando terminó su cena en silencio, mientras en su mente máquinaba estrategias para convencer a su hija de aceptar a Juan Diego.

— Karina, te espero en el despacho. Hay algo de lo que debemos hablar —ordenó al levantarse del comedor.

Karina ayudó a su madre a levantar los platos y a lavarlos, luego se dirigió al despacho donde su padre la esperaba.

— Siéntate, hija —dijo Fernando, haciendo un gesto hacia la silla frente a su escritorio.

Karina se sentó, mirando a su padre con curiosidad.

— Quiero hablar contigo sobre Juan Diego —dijo Fernando, sonriendo—Karina miraba con escepticismo a su padre, desde cuándo Fernando le daba tanta importancia a las personas con las que se relacionaba.

—¿Por qué noto que tienes cierto interés en que yo me relacione con Juan Diego? —preguntó Karina, con una ceja arqueada.

— Porque considero que es importante cuidar de quién te rodeas —respondió Fernando, con una sonrisa forzada.

— Claro, por eso de que las apariencias cuentan —dijo Karina con sarcasmo, su voz llena de desdén.

Fernando se sintió incómodo, pero trató de mantener la calma.

— Hija, quiero que hagamos las paces —dijo Fernando, con una voz más suave—. Sé que he sido un poco duro contigo y quiero disculparme. Como muestra de mi buena voluntad, quiero invitarte para que me acompañes junto a tu madre a la gala de beneficencia el sábado.

Karina se rió, una risa llena de amargura.

— De verdad que la hipocresía de los hombres como tú, me rebasa —dijo Karina, su voz llena de desprecio—. Como un hombre que no tiene compasión ni respeto por su esposa y su propia hija puede demostrar ante los demás tener un corazón bondadoso y fingir ser un buen hombre cuando no es más que un troglodita abusivo.

Fernando sintió la ira recorrer sus venas, quiso golpear a su hija por su atrevimiento, pero se contuvo. Ahora estaba de por medio el millonario proyecto que llevaría a cabo, solo si conseguía que su impertinente hija se fijara en el magnate. Así que, en contra de su voluntad, se obligó a mantener la calma.

— No pienso caer en tus provocaciones, Karina —dijo Fernando, con tono decidido—. Estoy dispuesto a hacer mi mejor esfuerzo por cambiar, pero no traspases mis límites.

Karina rodó los ojos y, después de dar un largo suspiro, se puso en pie y se fue del despacho.

La noche de la gala, Karina se vistió con un elegante pero discreto vestido verde agua marina, el cual la hacía lucir como toda una diva de la alta sociedad. Su madre estaba emocionada, ya que era la primera vez que Fernando le pedía que fuera a una de esas galas sin escoger por ella el tipo de ropa que usaría, o maltratarla burlándose de su peso o su apariencia.

La gala de beneficencia no había sido una elección de Fernando, sino de Juan Diego, quien planeaba atrapar a Karina en sus redes de una vez por todas.

El magnate había planeado meticulosamente cada detalle de esa noche, haría que la linda pelinegra lo viera como un héroe del que no quisiera estar separada un segundo. Al verla llegar, quedó gratamente fascinado. Su belleza era inigualable, ese vestido le quedaba perfecto, además de que no mostraba nada de piel, algo que a él lo maravillaba, pues no soportaría que alguien la viera como él la deseaba.

Como un depredador acecha a su presa, él no perdía detalle de cada movimiento de Karina. Él quería acercarse a ella y hacerle notar su presencia, pero estaba bastante ocupado con los organizadores del evento.

A Karina, la aburrió en sobremanera el dichoso evento. Ella pensaba para sí que si todos esos empresarios eran iguales a su padre, no tenía sentido hacer lo que hacían. Aunque las causas benéficas eran justas y muy necesarias, ella no compartía el hecho de que hombres como su padre, que denigraban a sus mujeres y las hacían sentir peor que una cucaracha, pretendieran defender las causas de niños y niñas indefensos y vulnerables. Eso era un verdadero insulto.

Cansada de ver rostros disfrazados de falsa simpatía, salió al jardín a tomar un poco de aire. Juan Diego aprovechó el momento y fue tras ella, mientras ponía en marcha su siguiente plan.

— ¿Puedo saber qué hace la mujer más bella de esta gala aquí sola, exponiéndose al frío? —preguntó fingiendo ternura.

Karina se giró y lo miró fijamente, haciendo que el magnate sintiera deseos de apretujarla contra su pecho.

— Me aburrí allá adentro —respondió Karina—. Solo quería tomar un poco de aire.

— ¿Quieres escapar de este lugar? —preguntó Juan Diego con una sonrisa.

— Me encantaría —respondió ella, imaginando cómo sería estar en otro lugar.

— Vamos a otro lugar—dijo Juan Diego—. Acompáñame, no te arrepentirás.

Ella con temor por lo que diría su padre y la preocupación que le causaría a su madre se negó.

— Lo siento, no puedo ir —dijo Karina—. Si mi padre me busca y no estoy, se molestará y mi madre se preocupará.

— Tranquila, yo me haré cargo de ellos —dijo Juan Diego, logrando convencerla.

Karina siguió a Juan Diego hasta su lujoso auto, donde él abrió la puerta para ella y la llevó hasta su Penthouse. Ella no entendía qué hacían allí.

— ¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Karina—. No es apropiado que esté aquí contigo a solas.

— ¿Acaso me temes? —preguntó Juan Diego, mirándola fijamente.

— No es eso, solo que... —dijo Karina, sin terminar la frase.

— No te preocupes, solo te traje para que te distraigas y para compartir una copa de vino contigo mientras te hago una confesión —dijo Juan Diego.

Karina intentó relajarse un poco y lo siguió hasta la gran sala, donde se sentó. Juan Diego sirvió dos copas de vino y se sentó frente a ella.

— Karina, hace tiempo que he querido decirte que me atraes como no tienes idea —dijo Juan Diego—. Quisiera ser algo más que tu amigo. ¿Me darías la oportunidad de ser tu novio?

Al finalizar sus palabras y sin darle tiempo de reaccionar ni decir nada, cuatro hombres armados irrumpieron en el Penthouse, simulando ser ladrones. Uno de ellos tomó a Karina, lastimando su brazo y apuntándole en la cabeza. Ella tembló mientras que Juan Diego mostraba una calma envidiable.

Juan Diego le arrebató el arma al que le apuntaba a ella, iniciando una lucha cuerpo a cuerpo no solo con él, sino con los demás hombres que estaban en la casa. Karina no sabía qué hacer, si correr o quedarse ahí.

Entonces, la voz de Juan Diego la despertó de su letargo.

— ¡Corre, cariño! ¡Ve a la habitación y cierra con seguro hasta que yo vaya por ti! —gritó Juan Diego.

Ella obedeció, entrando a la habitación más grande, la que se suponía era la de él. En cuanto ella se encerró, los hombres detuvieron la supuesta lucha y Juan Diego les ordenó que se fueran...

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Comments

Anonymous aless

Anonymous aless

qué perspectiva tan mala la de este hombre de ser dueño de una persona las personas no son objetos o cosas de las que uno compra y se adueña

2025-04-10

1

Rosa Pandui

Rosa Pandui

Ay no,,pobre Karina cayó en la trampa

2025-07-18

2

Linilda Tibisay Aguilera Romero

Linilda Tibisay Aguilera Romero

ese ser es un lobo en piel de oveja

2025-07-13

2

Total
Capítulos
1 Homenaje...
2 Un encuentro no tan casual...
3 Estrategias
4 Camuflandose...
5 Las estrategias del cazador...
6 control emocional...
7 Decisiones apresuradas...
8 Las artimañas del lobo...
9 Una clase extraña...
10 Matrimonio axfisiante...
11 Celos enfermizos...
12 El inicio del infierno...
13 El lobo feroz...
14 Reflejo...
15 Juegos y control...
16 Un plan...
17 El enojo del lobo...
18 Fuera de control...
19 Libertad fugaz...
20 Acusaciones...
21 Un sacrificio más...
22 Irreversible...
23 Massimo Ferratii...
24 Problemas...
25 ¡¡Ayuda!!...
26 No te dejaré...
27 Hare que pague...
28 Un rayo de esperanza...
29 II Martello...
30 ¿¿Renacer??...
31 Empezar a soltar...
32 Empieza la caída...
33 Valerse por si misma...
34 Primer día como asistente...
35 Viviendo...
36 Fernando en la mira...
37 Reaprendiendo...
38 Cercanía...
39 Encantador...
40 Cumpliendo sueños...
41 Nuevas Tretas...
42 Presa del pánico...
43 Una sentencia...
44 Terapia sanadora...
45 Igual que él...
46 Malentendido...
47 Abogada letal...
48 Amanda...
49 Primera estocada...
50 Herida de muerte...
51 Preparativos para el juicio...
52 Juicio día uno...
53 Juicio día uno parte dos...
54 Karina y sus hermanos...
55 Si me dejas...
56 Aitiana Ricci uno...
57 Aitiana Ricci dos...
58 El juicio decisivo parte uno.
59 El juicio decisivo parte dos...
60 Juicio parte tres...
61 Juicio parte cuatro...
62 Últimos testigos...
63 Declaración de Morales...
64 ¡Aquí estoy!...
65 Veredicto...
66 Bienvenido al infierno...
67 Dupla de regreso...
68 Planes...
69 Desafíos...
70 Cómo en un sueño...
71 Aversión...
Capítulos

Updated 71 Episodes

1
Homenaje...
2
Un encuentro no tan casual...
3
Estrategias
4
Camuflandose...
5
Las estrategias del cazador...
6
control emocional...
7
Decisiones apresuradas...
8
Las artimañas del lobo...
9
Una clase extraña...
10
Matrimonio axfisiante...
11
Celos enfermizos...
12
El inicio del infierno...
13
El lobo feroz...
14
Reflejo...
15
Juegos y control...
16
Un plan...
17
El enojo del lobo...
18
Fuera de control...
19
Libertad fugaz...
20
Acusaciones...
21
Un sacrificio más...
22
Irreversible...
23
Massimo Ferratii...
24
Problemas...
25
¡¡Ayuda!!...
26
No te dejaré...
27
Hare que pague...
28
Un rayo de esperanza...
29
II Martello...
30
¿¿Renacer??...
31
Empezar a soltar...
32
Empieza la caída...
33
Valerse por si misma...
34
Primer día como asistente...
35
Viviendo...
36
Fernando en la mira...
37
Reaprendiendo...
38
Cercanía...
39
Encantador...
40
Cumpliendo sueños...
41
Nuevas Tretas...
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Presa del pánico...
43
Una sentencia...
44
Terapia sanadora...
45
Igual que él...
46
Malentendido...
47
Abogada letal...
48
Amanda...
49
Primera estocada...
50
Herida de muerte...
51
Preparativos para el juicio...
52
Juicio día uno...
53
Juicio día uno parte dos...
54
Karina y sus hermanos...
55
Si me dejas...
56
Aitiana Ricci uno...
57
Aitiana Ricci dos...
58
El juicio decisivo parte uno.
59
El juicio decisivo parte dos...
60
Juicio parte tres...
61
Juicio parte cuatro...
62
Últimos testigos...
63
Declaración de Morales...
64
¡Aquí estoy!...
65
Veredicto...
66
Bienvenido al infierno...
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