Capítulo 6: La Sombra del Norte

Las copas de los árboles parecían inclinarse hacia Ascensio mientras caminaba, su figura casi absorbida por la oscuridad. Lyria había desaparecido tras su breve advertencia, y aunque desconfiaba de sus intenciones, sus palabras seguían resonando en su mente.

De repente, un aullido perforó el silencio de la noche, seguido de un grito humano desgarrador. Ascensio se lanzó hacia el sonido, su corazón acelerándose al imaginar lo peor. La sangre era su guía, el olor acre lo condujo a un pequeño claro. Allí, bajo la luz de la luna, yacía el cuerpo mutilado de un hombre. Su rostro estaba congelado en una mueca de terror, y su pecho había sido desgarrado por garras que Ascensio reconocía demasiado bien.

—Esto no fue obra de un animal —murmuró, apretando los puños mientras sus garras amenazaban con salir.

Un movimiento rápido en los arbustos llamó su atención. Ascensio apenas tuvo tiempo de girarse antes de que algo lo atacara desde la penumbra. Se defendió instintivamente, sus sentidos agudizados por la presencia de otro hombre lobo. Era más joven, salvaje, y sus ojos brillaban con un odio animal.

La lucha fue breve pero feroz. Ascensio lo dominó con un rugido, sus garras rodeando el cuello del desconocido.

—¿Quién te envió? —espetó, sus colmillos al descubierto.

El joven gruñó, pero antes de que pudiera responder, una flecha atravesó su garganta. La sangre salpicó el rostro de Ascensio mientras el cuerpo caía inerte al suelo.

—Vaya, parece que llegué justo a tiempo.

Ascensio levantó la mirada, y allí estaba Kaelen, emergiendo de las sombras con un arco en la mano y una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Ascensio, retrocediendo un paso.

Kaelen bajó el arco con calma, pero su mirada era afilada.

—Lo mismo que tú, aparentemente. Asegurarme de que la princesa esté a salvo.

Ascensio sintió que la rabia comenzaba a arder dentro de él.

—Esto no es asunto tuyo.

—Todo lo relacionado con Selene es asunto mío —replicó Kaelen, dando un paso adelante. Su voz era calmada, pero había un tono desafiante en ella—. ¿O crees que puedes protegerla solo?

Antes de que Ascensio pudiera responder, otro aullido resonó, esta vez más cerca. Ambos hombres se prepararon para lo que venía, pero la tensión entre ellos no desapareció.

En el castillo, Selene estaba inquieta. Había pasado la noche intentando ignorar las miradas insistentes de Kaelen durante la cena, y ahora, el silencio de sus aposentos la hacía sentir más vulnerable que nunca.

Un golpe en la puerta la sobresaltó.

—¿Quién es? —preguntó, acercándose con cautela.

—Soy yo, Lyria.

Selene abrió la puerta con desconfianza, sorprendida al ver a la mujer de cabello blanco.

—¿Qué haces aquí?

Lyria miró a su alrededor antes de entrar rápidamente y cerrar la puerta detrás de ella.

—Tu vida está en peligro, princesa.

—¿Qué estás diciendo?

Lyria la miró con seriedad, sus ojos llenos de urgencia.

—Darius está planeando algo. Quiere usarte para atraer a Ascensio. Cree que si te pone en peligro, él caerá en sus manos.

Selene sintió un escalofrío recorrerla.

—¿Por qué me estás diciendo esto?

—Porque Darius no entiende lo que significa proteger a alguien a quien amas. —Lyria bajó la voz, como si temiera que las paredes pudieran escuchar—. Si sigues aquí, no solo pondrás en peligro a Ascensio, sino también a todos los que te rodean.

Selene asintió lentamente, pero su mente ya estaba trabajando en un plan.

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